No fue, no podía ser, este domingo, un día indoloro, aunque los hechos de violencia y enfrentamientos han sido, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas, menos virulentos y masivos de lo que se esperaba. En todo caso habrá que ver qué sucede hoy frente a Los Pinos, con el mensaje presidencial de las diez de la mañana.
Para todos los amigos que hacen Excélsior TV, una nueva y seguramente exitosa aventura
No fue, no podía ser, este domingo, un día indoloro, aunque los hechos de violencia y enfrentamientos han sido, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas, menos virulentos y masivos de lo que se esperaba. En todo caso habrá que ver qué sucede hoy frente a Los Pinos, con el mensaje presidencial de las diez de la mañana.
De todas formas y aunque no hay perspectivas de que la movilización de la Coordinadora vaya a atenuarse en el futuro, algunas lecciones se pueden desprender ya para la nueva etapa que comienzan, a partir de hoy, el gobierno, el congreso y los partidos. El primer punto es que todo lo ocurrido se pudo prever. Cómo se moviliza la Coordinadora con sus aliados, de qué forma opera, cómo utiliza la violencia es algo que ya sabíamos. Por alguna extraña razón se pensó que se tenía controlado a ese monstruo político que se ha engendrado con base a las más absurdas prerrogativas a lo largo de 30 años. La sección 22 de Oaxaca, es un movimientos con vida propia, con innumerables ramificaciones y aliados estratégicos y circunstanciales pero que tienen su propia lógica y objetivos políticos: la 22 no es el PRD, ni López Obrador, aunque confluya en ocasiones con ellos. Se ha hablado mucho del dinero que la sostiene y se olvida que la sección 22 termina manejando más de 9 mil millones de pesos al año: manteniendo sus prerrogativas, no necesita atarse a nadie.
Y como siempre que ocurren cosas que no se prevén no se tenían pensadas medidas para evitar o disminuir los daños: no había una ruta política. Tan poco se había previsto que hasta se modificó el calendario. Y una leyes educativas que tendrían que haber salido a principios de julio, al inicio de las vacaciones, se terminaron incorporando a un periodo extraordinario que iniciaba junto con el ciclo lectivo y pegado a las reformas energética y fiscal. Se hizo más compleja la agenda para el Congreso y el Ejecutivo y se simplificó para los antirreformistas. Una vez en esa ruta, se decidió no sacar con rapidez las iniciativas sino postergarlas y se terminó dando una imagen de debilidad.
Hay que tomar en cuenta que también en eso han confluido otros dos aspectos. Por una parte, lisa y llanamente la economía está mal: no ha crecido, no ha generado empleos, no ha habido el adecuado gasto público ni se ha lanzado un programa de obras que genere resultados. Al mismo tiempo, consecuencia de los acuerdos con los partidos, previos y posteriores a las elecciones, la política social está, en buena medida, atada de manos, en lo político y en lo presupuestal. El margen político de una administración lo determina su manejo, pero éste sólo puede establecerse sobre una base de crecimiento económico y una política de bienestar. Es urgente desatar los nudos que constriñen la economía y la política social.
La gente está llegando a este periodo decisivo de reformas entre el desaliento económico y social y el hartazgo por las presiones, provocaciones, bloqueos,: no ha ganado hasta ahora nada y ha perdido mucho. No es el mejor ambiente para que la gente se involucre, crea, tenga expectativas, haga suyas unas reformas que, por otra parte no son populares pero sí imprescindibles.
Cómo salir del atolladero de las movilizaciones no es algo que todos tengan claro. Decir que se debe optar entre la “prudencia” y el “baño de sangre” es un absurdo: el imperio de la ley no tiene porqué convertirse en un baño de sangre. No está demás recordarlo: los sistemas que funcionan son los que tienen leyes laxas que se aplican de forma estricta. Los que no funcionan son los que tienen leyes estrictas que se aplican de forma laxa. Obviamente, sobre todo en estos temas, estamos en este segundo terreno.
Pero algunas fórmulas ahí están y no son tan complejas. Surgido el movimiento en el DF, las autoridades comenzaron a buscar el responsable: que era el gobierno federal, el GDF, Oaxaca y su gobernador, Gabino Cue. Lo cierto es que cuando se habla de muchos responsables es porque ha habido pocas previsiones.
Alcanzó que hubiera acuerdos entre el gobierno federal y el del DF para que la perspectiva de hacerse cargo de las provocaciones adquiriera otras perspectivas. Fue suficiente para que se hablara con el gobernador Gabino Cue para que se decidiera no pagar la quincena a los faltistas en Oaxaca para que en la sección 22 se pusiera nerviosa y viera que la movilización no puede ser indefinida.
La crisis vivida en estos días debería servir para muchos aprendizajes y también para relanzar muchas políticas en la administración Peña (y en el sistema político) que no han funcionado como deberían.