El abucheo que recibió Miguel Angel Mancera en el informe de labores de la senadora Dolores Padierna, ex secretaria general del PRD y esposa de René Bejarano, líder de la corriente Izquierda Democrática Nacional, no fue una casualidad, ni el reflejo espontáneo de algunos asistentes. Ya van varios eventos similares que le ha tocado sufrir al jefe de gobierno capitalino, uno de ellos en su propio informe de gobierno, y resulta evidente que los mismos son parte de una estrategia en la que participan los bejaranistas, los grupos que respaldan a Marcelo Ebrard (que hasta hace muy poco estaban aliados con los de Bejarano, aunque se dice ahora que se distanciaron y los bejaranistas adoptaron su propia ruta), aliados tácitamente con los de Morena y otros grupos radicales, desde la Coordinadora hasta los llamados anarquistas.
El abucheo que recibió Miguel Angel Mancera en el informe de labores de la senadora Dolores Padierna, ex secretaria general del PRD y esposa de René Bejarano, líder de la corriente Izquierda Democrática Nacional, no fue una casualidad, ni el reflejo espontáneo de algunos asistentes. Ya van varios eventos similares que le ha tocado sufrir al jefe de gobierno capitalino, uno de ellos en su propio informe de gobierno, y resulta evidente que los mismos son parte de una estrategia en la que participan los bejaranistas, los grupos que respaldan a Marcelo Ebrard (que hasta hace muy poco estaban aliados con los de Bejarano, aunque se dice ahora que se distanciaron y los bejaranistas adoptaron su propia ruta), aliados tácitamente con los de Morena y otros grupos radicales, desde la Coordinadora hasta los llamados anarquistas.
Lo que sufre Mancera es una combinación de presiones política que se están dando dentro del PRD y se reflejan sobre todo en algunas delegaciones, con la continuidad de bloqueos y actos violentos que se derivan tanto de la reforma educativa como ahora, alcanzando ya un tema de indudable origen local, con el aumento del precio del Metro. El incendio del árbol de Navidad en Insurgentes y Reforma el viernes y el abucheo del domingo son partes indivisibles de una misma estrategia de boicot.
Las consecuencias son muchas y pasan fundamentalmente por el deterioro de la popularidad del propio Mancera e incluso el rezago en algunos de sus principales proyectos. De la misma forma en que con el proceso hacendario, Mancera sacó una partida presupuestal importante para el 2014 que se sumó al fondo de capitalidad, con el bloqueo perredista a la reforma energética, y por el desconocimiento de los acuerdos previos que se habían establecido en el congreso para permitir un tránsito civilizado de esas iniciativas en la cámaras, lo único que se logró fue el congelamiento de la reforma del DF que aparentemente ya estaba acordada con el propio Mancera. Si tu partido no cumple sus acuerdos, nosotros diferimos los nuestros, parecieron decirle desde el congreso y el gobierno, a Mancera que paga los costos y no recibe los beneficios.
Si el aumento en el precio del metro causó un lógico descontento en distintos sectores (aunque el subsidio sigue siendo enorme, más del doble de lo que se paga por esa tarifa y los actos de violencia intentan capitalizar ese descontento) lo cierto es que el aumento de impuestos decretado por la ALDF en el fin de semana, sobre todo el del predial, generará otros, esta vez entre las clases medias. El problema en última instancia no es sólo el aumento en sí, sino que son esos mismos sectores los que sufren todo lo que viene detrás de los movimientos que han sido tolerados: desde los bloqueos hasta las marchas, desde los actos de presión hasta la extorsión de ciertos funcionarios locales, sobre todo a nivel delegacional, desde una creciente inseguridad hasta una falta de respuesta de las autoridades que se torna francamente preocupante.
De algunas de esas cosas es responsable Mancera y de otras no, pero de lo que no cabe duda es que el jefe de gobierno es el que paga los costos políticos y hasta ahora lo hace sin recibir beneficios, ni siquiera políticos. Creo que todo estos movimientos internos en su contra tienen un objetivo deliberado: hay varios otros en la llamada izquierda (porque allí hay de todo) que quieren ser candidatos presidenciales en 2018, y para eso hay que cerrarle el camino a quien partía con ventaja y expectativas, que era Mancera. Lo preocupante es que lo están logrando.
No le quedan al jefe de gobierno muchas opciones en el año que comienza. No tendrá problemas presupuestales y con los nuevos impuestos que aplicó para el año próximo tendrá 50 mil millones de pesos adicionales según informó la ALDF. Con esos recursos puede hacer obra y trabajar mucho en la ciudad. Pero el presupuesto, dicen, es política concentrada: hay mucho por hacer, por ver y por decidir sobre cómo distribuir esos recursos si Mancera quiere tener mayor margen y espacios. Pero necesitará demostrar, en el mejor sentido de la palabra, que ejerce el poder. No puede ser abucheado en un acto de Dolores Padierna, invitado por la senadora, por su esposo Bejarano, que lo hagan caer en una trampa y que no pase nada. No pueden seguir sucediéndose los bloqueos, los actos violentos y que no haya costos para sus impulsores. No puede el gobierno capitalino oponerse a la ley de marchas si al mismo tiempo no establece una política clara en ese sentido para evitar mayores afectaciones.
Hay, en efecto, un complot contra Mancera en el seno de la propia izquierda, desde distintos ámbitos se lo puede denunciar, pero el único que puede desarticularlo es el propio jefe de gobierno. Le va en ello el presente de su administración y su futuro político, que debería ser muy amplio y hoy se está estrechando.