Negociaciones, chantajes, cambalaches
Columna JFM

Negociaciones, chantajes, cambalaches

23-06-2014 Los partidos, e incluso las diferentes fracciones en que pueden estar divididos los mismos, han abusado de las negociaciones paralelas que se han establecido para sacar adelante las leyes secundarias de las reformas energética y de telecomunicaciones. Y el gobierno federal y el PRD han aceptado una lógica de negociación que se termina acercando peligrosamente al chantaje.

 

Lo ocurrido en el cierre del periodo extraordinario de la semana pasada es ejemplificador de lo anterior y demuestra lo complejo que resulta una negociación en la que como en aquel viejo tango Cambalache donde todo se puede canjear, todo es intercambiable, incluyendo los principios, donde descansan “la biblia junto a un calefón”. 

Cuando los partidos no terminaban de sacar adelante ninguna de sus negociaciones importantes, abrieron un paréntesis para realizar una serie de reformas en la que incorporaron el tema del haber de retiro de los magistrados electorales (un capricho perredista que en realidad, por una decisión populista, termina dejando sin un legítimo haber a los magistrados que al concluir su labor no podrán trabajar durante dos años en su profesión, un elemento que inducirá desconfianza en las instituciones y procedimientos) y el tema, que venía siendo debatido de tiempo atrás, sobre el conteo de votos de las coaliciones. 

Todos los partidos, menos el PAN, apoyaron modificar este punto, porque el actual es injusto, ya que no se distribuyen equitativamente los votos de un candidato en una coalición y se ha dado el caso de que candidatos ganen pero esos votos no terminen beneficiando a los partidos que lo postularon. Tiene razón al PAN al decir que eso le da oxígeno a los partidos pequeños, pero el hecho es que esos partidos existen con base a la legislación que los propios partidos, incluyendo el PAN, aprobaron. Y la legislación, como está no es equitativa con ellos ni con las coaliciones.

¿Porqué el PAN quiere dejar las cosas así?. Por la sencilla razón de que no tiene alianzas ni coaliciones con ninguno de esos partidos. La reforma, sin embargo, salió adelante en la cámara de diputados, pero el PAN amenazó al PRI con no sacar ni la reforma energética ni la de telecomunicaciones si se aprobaba en el senado. Como el PRI no podía echarse para atrás con lo que acababa de aprobar en la cámara baja, lo que hizo fue dar por concluido el extraordinario sin tratar la minuta enviada por los diputados. Y, paradójicamente, mientras el PAN insiste en que no votará nada si no se homologan las leyes electorales para hacer que entren en vigor en las elecciones del 2015, en este tema decidió congelar la reforma precisamente para que no entre en vigor en las elecciones del año próximo.

Decía el coordinador de los senadores priistas, Emilio Gamboa, que ahora sí se había llegado a un acuerdo con el PAN que destrabaría el resto de los debates. Ojalá así sea, pero el hecho, por lo pronto, es que habrá que esperar que los senadores se pongan de acuerdo, primero para tener los dictámenes para el próximo miércoles como se comprometieron, que se voten en comisiones, y luego que los mismos puedan ir al pleno para ser aprobados. Y de ahí pasen para ser aprobados por los diputados. Y hoy nadie está demasiado seguro de que ese cronograma se cumpla, porque cada vez que se acerca ese momento, surgen, de derecha o de izquierda, nuevas exigencias, y todas terminan, de alguna forma transitando.

Es verdad que el PRI y el gobierno difícilmente podrían adoptar ya en esta etapa de todo ese proceso una vía diferente, pero quien crea que todo esto no generará desgaste y desconfianza en las relaciones políticas, está equivocado. No se puede estirar tanto y tantas veces la liga y pensar que no va a pasar nada, que ella siempre puede resistir sin romperse. Y en política, como en la vida, cuando una liga se rompe, la presión la hace estallar hacia los extremos. Y exactamente eso es lo que muy probablemente podrá suceder en la política nacional, una vez que concluya este proceso en el que el PRI quiere sacar las reformas, incluso las leyes secundarias, con un amplio apoyo multipartidario y por eso concede, y en la que sus oposiciones conscientes de esa realidad, están agigantando sus exigencias en agendas que nada tienen que ver con la planteada originalmente.

El interino ante el vacío

Aparentemente es buena la decisión de colocar a Salvador Jara como gobernador interino de Michoacán. Es un hombre respetado, con buenas relaciones con el PRD, pero también con el PRI y el PAN. Sus funciones, habrá que recordarlo, serán relativamente limitadas, ya que buena parte de ellas se concentran en realidad en el comisionado Alfredo Castillo. El desafío de ambos es terminar de limpiar la estructura criminal en el estado, acabar con sus relaciones con la política y los negocios y llegar a unas elecciones, el año próximo, que permitan comenzar una nueva etapa en la vida del estado.

 

Jorge Fernández Menéndez

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