Fútbol y política: esperanzas y decepciones
Columna JFM

Fútbol y política: esperanzas y decepciones

27-06-2014 Para mi amigo Oscar Mario Beteta,

con un abrazo solidario

No se trata ni en la vida ni en el fútbol de simplemente echarle ganas (güevos, diría Hugo Sánchez) para tener éxito, sino de tener disciplina personal y de grupo, orden mental y tener objetivos claros…y claro inteligencia y capacidad para alcanzarlos. Si hay algo que hay que agradecerle a la selección mexicana que dirige Miguel El Piojo Herrera es que no sólo nos lo haya recordado, sino que también sirva, tanto por el pasado reciente de esa selección como por su presente, para ser un espejo de otras instituciones y personajes del país.

 

Hay muchos que podrían participar en este juego de espejos, pero qué mejor que comenzar con nuestro Congreso. Es verdad, el año pasado se realizó un proceso de cambios constitucionales notable, pero el propio congreso se ha enredado peor que la selección mexicana en la fase de clasificación para el mundial y estamos llegando a la aprobación de las leyes secundarias para telecomunicaciones y energética casi como en aquellos juegos con Nueva Zelanda: fuera de tiempo, de espacio, con la angustia de saber que si no es ahora no será prácticamente nunca. 

La diferencia entre las reformas constitucionales y las leyes secundarias es algo así como la superioridad que siempre ha presumido México en la Concacaf comparado con una realidad que nos metió en el mundial gracias a un gol de última hora de Estados Unidos y un repechaje que jamás estuvo contemplado en la estrategia para llegar a Brasil. Las reformas constitucionales han sido claves pero se necesitan leyes que regulen las reformas de la carta magna. Paradójicamente, resultó mucho más sencillo sacar esas reformas a la constitución que legislar sobre las mismas. Presumimos demasiado de haberlas alcanzado y no asumimos que el cronograma de todas las reformas constitucionales se ha atrasado en forma notable a la hora de concretarlas en leyes, y cuando eso ocurre, como ha sucedido en educación, las nuevas leyes no siempre se cubren. Es falta de orden, de disciplina, de objetivos claros, y la supremacía, como ocurrió con la selección durante todo el periodo clasificatorio, de los intereses de grupo, de las fracciones, por encima de los generales, los nacionales.

Otro tema, similar, es todo lo ocurrido con los 16 médicos de Jalisco, acusados de homicidio imprudencial por la muerte de un paciente de 15 años. Nadie ha intervenido con tiempo y sentido común para evitar una sanción penal generalizada que nada tiene que ver con la justicia ni tampoco con lo que ocurre dentro de un hsopital. La Comisión Nacional de Arbitraje Médico, CONAMED, ha terminado jugando un papel lamentable precisamente porque no ha jugado ninguno. Se ha dejado llegar hasta tribunales no especializados un tema que debía ser atendido mucho antes. Algo similar a lo que hizo la Federación Mexicana de Fútbol y que estuvo a punto de no llevar una selección a Brasil. 

En el caso de los médicos, se olvida y obvia casi todo, desde los márgenes de responsabilidad individual en estos temas hasta las deficiencias reales que existen en un sistema de salud que no está en condiciones de atender adecuadamente el enorme flujo de pacientes que recibe cotidianamente. Está muy bien prometer un sistema universal de salud, como tampoco está mal prometer ganar un mundial, pero se deben garantizar las condiciones para que eso se convierta en realidad. Los buenos deseos no alcanzan, ni en el fútbol ni en la política nacional. Y mandar a la cárcel a 16 médicos que trataron de cumplir con su responsabilidad me parece la peor de las formas de disimularlo.

Por cierto, suerte para la selección el domingo. Ha sido hasta hoy uno de los pocos rayos de optimismo que hemos tenido a lo largo de este año.

Migración y grilla

El terrible drama humano que significa que miles de niños y menores de edad estén cruzando solos la frontera para ingresar ilegalmente a los Estados Unidos, está siendo utilizado por la política interna de ese país en busca de ventajas electorales para sus comicios de noviembre. Los republicanos acusan a Barack Obama de la ola migratoria por haber creado expectativas de que se legalizará a esos jóvenes. No parece ser verdad: la verdadera razón es que los republicanos se han cerrado a aprobar cualquier reforma migratoria que permita legalizar y reunificar familias cuyos integrantes, o algunos de ellos, habitan, en muchos casos desde hace años, en la Unión Americana. 

La política migratoria de los republicanos es, sencillamente, criminal. Hay responsabilidad también de Barack Obama porque más allá de discursos, compromisos y buenas intenciones, la Casa Blanca no ha sabido ni ha podido cambiar las cosas. Para ellos se trata de una forma de exhibir a sus adversarios republicanos. Y mientras tanto, mientras en Washington todos hablan y casi nadie actúa, miles de niños quedan atrapados en cárceles y limbos legales, que nadie quiere solucionar.

 

Jorge Fernández Menéndez

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