¡Qué pena con la realidad!
Columna JFM

¡Qué pena con la realidad!

21-07-2014 Decía Bertrand Russell que “el hecho de que una opinión haya estado muy difundida no es prueba alguna de que no sea totalmente absurda”. Y podría agregar Leonardo Da Vinci que “quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz”.

Todo esto viene a cuento por la forma apabullante y hasta soberbia con que se quieren imponer verdades casi teológicas en nuestro debate público. La intención de imponer un razonamiento por encima de los hechos resulta sorprendente y confirma el grado de intolerancia que se tiene hacia las opiniones diferentes, aunque estén basadas en hechos.

 

Vamos a contar algunas historias que muestran que la apariencia y la realidad no siempre coinciden. Hace algunos años, el cártel de la Familia Michoacana popularizó la creación de centros contra adicciones para que fungieran en realidad como centros operativos de esa organización criminal. Al mismo tiempo crearon un discurso que fusionaba la religión con la violencia. Rafael Cedeño controlaba esa estructura de albergues contra las adicciones en los cuales, según su testimonio, adoctrinaron a unos nueve mil jóvenes en unos pocos años. 

En esos albergues sucedía de todo, llegaban grupos donde, al comenzar la instrucción, uno de ellos, elegido al azar, era asesinado frente a los demás para demostrar qué sucedería con quien los traicionara, hasta quienes eran convencidos de que había que acabar con los narcotraficantes de manera violenta y terminaban matando a los rivales de la Familia convencidos de que estaban ayudando en la lucha contra el narcotráfico. 

Los albergues de la Familia parecían patrocinados por la Iglesia. Los Albergues Gratitud, así se llamaban, mostraban estampas y leyendas de Jesús en su publicidad y presentación, y aparecían como una organización católica. A todo joven que pasaba por ese centro, se le otorgaba un diploma de reconocimiento. Por los diplomas comenzó la investigación: en 2008 se detuvo en Hidalgo a un grupo de sicarios relacionados con La Familia y llamó la atención que todos tenían un diploma otorgado por los Albergues Gratitud, donde se aseguraba que habían concluido sus cursos y abandonado las drogas. Era evidente que no era así, y entonces se comenzó a tratar de saber qué sucedía en esos albergues. 

La realidad superó a la fantasía: ahí, cada tres semanas, llegaban decenas de jóvenes que eran enviados desde Michoacán, el Estado de México, Guerrero, el Distrito Federal, Morelos, Querétaro y Guanajuato. Ahí eran formados como parte de la organización criminal. Incluso el gobierno estatal y el DIF enviaba a los Albergues Gratitud a jóvenes que requerían tratamiento contra las adicciones. 

También los Albergue Gratitud organizaban los “Talleres de lectura con voto de silencio”, bajo el programa “Liderazgo con propósito” y ofrecían cursos con el lema Conquistando y construyendo un mejor Michoacán. Rafael Cedeño, firmaba los reconocimientos. 

Los cursos incluían a otras dos organizaciones sociales, con sede en Apatzingán. La organización Jóvenes Arte y Cultura de Tierra Caliente, A. C. organizaba conciertos y encuentros teatrales. El presidente era Isidro Villanueva Moreno. Un grupo de empresarios locales, que se les nombrara como “embajadores de la cultura”. A Isidro Villanueva Moreno se lo conocía como empresario farmacéutico, pero también como sobrino de Nazario Moreno González, el Chayo.

Construyendo un Mejor Michoacán A. C. era otra organización cuyos diplomas firmaba Cedeño. En 2009, el Cede encabezó con estas organizaciones movilizaciones en Morelia pidiendo el retiro del ejército y la policía federal porque violaban los derechos humanos. Al momento de ser detenido contaba con credencial como visitador de la comisión estatal de derechos humanos. 

Son ejemplos que muestran cómo puede estar distorsionada una impresión cuando se confronta con la cruda realidad. Por ejemplo cuando se considera que es más importante una opinión personal que la voz de las víctimas del albergue La Gran familia que presidía Rosa Verduzco, Mamá Rosa. Los excesos que se relatan, los testimonios de padres que buscan a sus hijos, los datos del registro civil, los abusos sexuales, la falta de transparencia en el manejo de recursos, la basura, la falta higiene, la convivencia con animales y plagas, parecen no tener importancia, o tiene para algunos una importancia mucho menor que su propia opinión.

Y sucede lo mismo con la terrible muerte de un niño en un bloqueo carretero en medio de un enfrentamiento en Puebla, cuando se asegura que murió por disparos policiales de bala de goma, pero resulta que existe constancia de que las fuerzas de seguridad en ese estado no tienen balas de gomas en su equipamiento y los partes médicos aseguran que el niño murió por un petardo que era lo que lanzaban los manifestantes. Concluyamos entonces con Karl Popper: “la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos”.

 

Jorge Fernández Menéndez

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