Nadie es responsable
Columna JFM

Nadie es responsable

“Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. 
Marx (Groucho, no Carlos)

18-11-2014 En la política, como en la vida, una de las cosas que más se valoran es la congruencia. Un político puede ser de izquierda, de derecha o de centro, pero debe parecer congruente con sus propios discursos. Decía Churchill que “el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo”. Tenemos pocos de esos, en realidad son muchos más los que, como diría nuevamente Groucho, entienden que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

 

Resulta llamativo que sea Cuauhtémoc Cárdenas, que suele ser congruente, el que demande la renuncia de Carlos Navarrete y de todo el comité ejecutivo del PRD, por las malas decisiones adoptadas en el caso Iguala, lo que ha ocasionado, dice el Cárdenas, un franco declive en el partido. 

Es una verdad a medias pero es también una media verdad: el PRD está en franco declive; la dirigencia del PRD se cansó de tomar malas decisiones en el caso Iguala, sobre todo respecto a la defensa de Aguirre, pero no es verdad que el único responsable de ello sea Navarrete (inédito desde el día de su elección) o Nueva Izquierda. Son igual de responsables quienes llevaron a esos gobiernos a los Abarca, las Pineda, los Aguirre (o sea el PRD y Nueva Izquierda, pero también sus padrinos, López Obrador y Ebrard), ninguno de los cuales ha asumido su responsabilidad. 

Ejemplos hay muchos y no es la primera vez en que el PRD se ve en este tipo de problemas y, que se recuerde, jamás ha ejercido una autocrítica al respecto. Durante el gobierno de Leonel Godoy en Michoacán, las relaciones de varios de sus más estrechos colaboradores con el narcotráfico fueron evidentes, muchos fueron detenidos en el Michoacanazo pero más tarde, de una forma incomprensible, fueron liberados por un juez que ahora él mismo está perseguido por la justicia. No sólo eso: más tarde, el único prófugo del michoacanazo, el propio hermano del gobernador, Julio César Godoy, que pese a las advertencias del gobierno federal fue candidato y luego diputado federal, teniendo orden de aprehensión fue introducido oculto en la cajuela del carro de una diputada perredista al recinto de San Lázaro, estuvo escondido en las oficinas del líder de la fracción, entonces Alejandro Encinas, durante por lo menos dos días y luego se logró que rindiera protesta y obtuviera fuero. No sólo eso: el PRD lo inscribió en la comisión de seguridad de la cámara baja. Tuvieron que rebelarse las grabaciones de Godoy con la Tuta y efectuarse un largo juicio de desafuero para que Godoy dejara de ser diputado, pero antes se había dado a la fuga y hasta el día de hoy no sabemos nada de él. Pero Encinas jamás ha asumido esa responsabilidad, Leonel Godoy se sienta con Encinas y Bejarano a dar clases de moral y demanda la limpieza de su partido, y ninguno de ellos se ha hecho responsable de sus propias, anteriores decisiones. 

Cuando los videos de Carlos Ahumada exhibieron la corrupción del entorno de López Obrador, comenzado por el mismo Bejarano, no se castigó a los responsables, sino a los enemigos de AMLO: Ahumada fue a la cárcel; Rosario Robles quedó fuera del partido; Lázaro Cárdenas, entonces gobernador de Michoacán, fue aislado; al ingeniero Cárdenas le impidieron incluso dirigirse a sus militantes en reuniones del partido. Para López todo fue un complot y jamás pidió justicia más que para quienes consideró que lo traicionaron, o más sencillamente eran sus adversarios. Para los otros justicia y gracia, o simple impunidad.

Desde ese mismo entorno se demanda ahora que se investigue la famosa casa blanca de Angélica Rivera y está bien, pero desde hace años nos preguntamos de qué vive López Obrador, de dónde salían sus propiedades en el DF, en Villahermosa, en Palenque, dicen que en Puebla, a su nombre, el de su esposa, sus hijos o hermanos, cuáles eran sus ingresos, si alguna vez había presentado una declaración fiscal, o más simplemente cuál fue su declaración patrimonial en los años en que estuvo de jefe de gobierno: se nos insultó, se habló de intentos de difamación, de la honestidad valiente del dos veces candidato, pero nunca se dio a conocer esa información. Era una demanda legítima que López jamás ha aceptado responder: ¿de qué vive?.

La actual dirigencia del PRD se ha equivocado gravemente en toda esta historia, paradójicamente después de haber tenido un año de muchos aciertos, pero incluso en sus errores, la dirigencia del sol azteca actuó como siempre lo había hecho en estos casos. Lo que hay que cambiar no sé si es la dirigencia, pero sin duda, es la forma de aceptar los propios problemas y definir una línea de principios que vaya más allá de las justificaciones y la búsqueda de enemigos externos. Los medios no justifican los fines.

 

Jorge Fernández Menéndez

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