23-02-2015 A un año de la caída de Joaquín El Chapo Guzmán, el panorama del narcotráfico en el país no ha variado dramáticamente, y tampoco la operación del cártel de Sinaloa, hasta ahora, se ha fragmentado.
No ha ocurrido lo que sucedió incluso con la madre de esa organización cuando murió Amado Carrillo Fuentes, que se dividió en varios grupos terriblemente enfrentados entre sí (el propio Chapo y el Mayo Zambada, confrontados con Vicente Carrillo y con los Beltrán Leyva, y a su vez con los restos de los Arellano Félix y sobre todo con los Zetas) lo que fue determinante en el proceso de muerte y violencia que hemos vivido desde 2004 a la fecha. Tampoco parece haber habido, abiertamente, una lucha sucesoria por el liderazgo.
¿Qué quiere decir esto?. Que el Chapo ya no estaba, consecuencias de muchos años de persecución, al frente de la operación cotidiana del cártel. Esa organización funcionaba, siempre lo hizo, con una operación mucho más horizontal que cualquiera de sus competidores y eso es lo que la hacía, y hace, más fuerte y eficiente. Desde el 2001, decíamos en el libro El Otro Poder, que en realidad, el de Sinaloa, y antes el de Amado Carrillo, más que un cártel debía considerarse un holding, una corporación horizontal, con diversos mandos encargados de áreas y tareas con un grado muy alto de autonomía. En los últimos años del Chapo en libertad y enfrascados en la guerra entre los cárteles y una mucho mayor persecución gubernamental, ese tipo de operación se fue, incluso, fortaleciendo.
Por eso mismo es difícil decir quién es el sucesor del Chapo Guzmán. En la lista hay muchos, pero datos concretos hay pocos. Por una parte existe la sucesión histórica: si fuera así El Mayo Zambada sería uno de los sucesores naturales: compartió la dirección del cártel durante años y es uno de los líderes históricos del narcotráfico. Pero los hijos del Mayo están detenidos, él mismo se encuentra bajo fuerte persecución y algunos de sus territorios tradicionales, como Baja California Sur le están siendo disputados por sus rivales internos.
El más importante de ellos es, sin duda, Dámaso López, apodado El Licenciado, quien trabó relación con el Chapo Guzmán cuando era subdirector de Puente Grande, fue quien primero controló, para ponerla a servicio de Guzmán, a casi toda la planta de custodias del penal, y más tarde el que organizó su fuga. Desde entonces ha servido como principal operador del Chapo y mucho creen, incluyendo las autoridades estadounidenses, que es el verdadero sucesor al frente de la organización. Una vez más no estamos hablando de algo traumático: López ya era, antes de la caída del Chapo, el que manejaba buena parte de toda la estructura de mando del cártel.
Un personaje clave y que, como siempre, no se sabe con certeza su destino, es Juan José El Azul Esparragoza. Este hombre es, si vive, el jefe del narcotráfico con mayor historia y antigüedad. No estamos hablando de un operador cotidiano a cargo de un grupo, sino de un personaje mucho más parecido a aquel Vito Corleone que mostraba la película El Padrino: un gran componedor, portador de las relaciones políticas en el más amplio sentido de la palabra, el que acercaba y rompía con aliados y rivales. Y decíamos si vive, porque el año pasado se divulgó la noticia de que había muerto, después de una operación quirúrgica y que sus cenizas habían sido esparcidas. Ninguna autoridad ha podido comprobarlo. Pero hace ya muchos años que del Azul se sabe poco. Y no sería descabellado pensar que simplemente se ha desvanecido el personaje. El hombre de carne y hueso quien sabe.
Están los hijos del Chapo buscando un lugar en toda esta historia pero, por lo menos en la actualidad, no parecen estar a la altura de esa responsabilidad. Son también más impetuosos, violentos y gustan de una exhibición pública que el Chapo, el Mayo, Dámaso o el Azul, nunca tuvieron.
El hecho es que esa organización criminal sigue trabajando, que se ha logrado mantener alejada de historias terribles como las que hemos visto en Michoacán, Guerrero o en diferentes momentos Tamaulipas, aunque sus redes lleguen a esas y muchos otras regiones del país. Siguen confrontados con los sucesores de los Beltrán Leyva y con los de los Zetas, pelean en el norte del estado de Sinaloa con los grupos del Chapo Isidro, y tienen algunas disputas internas en la península de Baja California. Pero no se han destruido con la caída del Chapo. No sé si siguen operando como el cártel que algunas vez fueron, pero no cabe duda que aquel holding, aquella organización horizontal, sigue existiendo y operando eficientemente dentro y fuera de México.
La residencia
Decir que Eduardo Medina Mora no puede ser ministro de la Corte porque no cubre los requisitos de residencia ya que ha sido embajador en Gran Bretaña y Estados Unidos los últimos cinco años, es una estupidez legal y política. Nadie pierde la residencia por cumplir con un cargo diplomático en el exterior. Quien lo plantee simplemente se pone en ridículo.