Ensuciar para perder
Columna JFM

Ensuciar para perder

23-04-2015 La mejor demostración de cómo están funcionando y qué tanto están interesadas las campañas políticas en las propuestas y el futuro del país, es lo que está pasando en Sonora. Ahí se disputan la gubernatura dos buenos candidatos: la priista Claudia Pavlovich y el panista Javier Gándara, los dos con presencia, historia, representatividad en el estado. Sus campañas podrían ser un buen compendio de propuestas y de lucha de ideas, confrontación de personalidades y de acciones de gobierno para que la gente elija con certidumbre. Podrían ser también el reflejo de las necesidades de la gente, herida aún por el incendio de la guardería ABC, por el derrame en el río Sonora, por los desaciertos gubernamentales de los últimos 12 años y ahora por una crisis hidrológica y ecológica que pueden dañar, irreversiblemente, la salud y la economía de muchos.

Pero esos temas no están en la campaña. Mientras la gente se moviliza por sus demandas y reivindicaciones, los candidatos del PRI y el PAN están enfrascados en demostrar cuál de los dos es más corrupto por utilizar en la campaña aviones de amigos, constructores o de la propia esposa. Puede o no haber irregularidades en todos esos casos y deben procesarse por las vías correspondientes pero es una locura hacer de la utilización de aviones, que los dos candidatos utilizan por las enormes distancias que hay que recorrer para hacer campaña en ese estado, el eje de una lucha que sólo desprestigiará a los dos contendientes.

Hay que reconocer que eso se ha trasladado del ámbito nacional al local. Pero también se debe recordar que fue el equipo de Gustavo Madero el que inició esta campaña con aquello de los relojes de César Camacho en un spot, lo que tuvo una respuesta del PRI con el anuncio de la presa de Guillermo Padrés (el acual gobernador de Sonora) y desde allí se ha ido cayendo cada día más bajo en el tono y el destino de los mensajes que son retirados por el INE pero siguen viviendo en redes sociales.

Es responsabilidad tanto del PRI como del PAN haberse embarcado en esta guerra sucia de mutuas descalificaciones pero es el blanquiazul no sólo el que inició ese camino sino el que paga mayores costos. En las encuestas del último mes, desde que comenzó esta campaña sucia, el PAN ha perdido cinco puntos en promedio, y lo hace en el momento en el que mejor estaba, precisamente porque se había logrado aislar de los escándalos, del amarillismo político, del golpeteo cotidiano de los medios.

Eso le daba al PAN un espacio que el PRI y el PRD había perdido desde los hechos de Iguala, y todo lo que vino después. En términos políticos se podía mostrar como el partido que había llegado a acuerdos, que había contribuido a sacar todas las reformas estructurales y que incluso sólo se había opuesto a la más impopular, la fiscal. Esa la base obvia de su campaña electoral: mantener ese ambiente y esa percepción en torno suyo, colocándose por encima de las borrascas políticas.

Pero Madero (e insisto en Madero porque la mayoría de los otros grupos del panismo, incluyendo sus aliados, no están de acuerdo con esa campaña y su contenido) decidió recorrer un vía que lo emparenta con los otros, en lugar de diferenciarlo, lo mete en el estercolero y le hace perder votos. Ya lo sabían, no es nuevo: en el tramo final de la campaña de Josefina Vázquez Mota, con Madero también de presidente del partido, se decidió realizar una campaña similar que le dio muchísimos votos…a López Obrador.

A diferencia de hace tres años el PRI respondió, estaba casi obligado, con las mismas armas. No gana un solo voto el PRI con ello, pero pierde menos que el PAN aunque ambos alimentan el sentimiento antipartidos y la idea de que todos son corruptos (el “que se vayan todos” de Argentina que llevó al gobierno a los Kichner).

Y que nadie diga que así es la política o que las campañas negativas son parte de los procesos electorales. Negativa o positiva, propositiva o negra, las campañas tienen que ser inteligentes. Y en campaña no hay nada menos inteligente que lanzar spots que quitan votos propios y se lo dan al adversario. Y eso es lo que le ha pasado al PAN con su campaña de spots. Y ahí está Sonora para confirmarlo: los casi 15 puntos que le llevaba Gándara a Pavlovich hace un mes se han desvanecido, mientras la gente decide quien es más corrupto o cuál violó más la ley con sus respectivos aviones.

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