02-06-2015 Quedan pocas dudas de que el PRI y el PAN, y en menor medida el PRD, serán las tres principales fuerzas políticas en el país luego de los comicios del 7 de junio. El Partido Verde jugará un papel importante porque con Nueva Alianza será el que le puede dar la mayoría en la Cámara de Diputados al PRI y Morena, pese a que hará una buena primera elección, sin duda perderá su competencia particular, tanto en el Distrito Federal como en el ámbito global, con el PRD.
En el PRI sienten que la mayoría legislativa, necesaria para el relanzamiento del que hablan, y mucho, en la administración Peña para después del 7 de junio, está al alcance de la mano, sumados sus votos con los de sus aliados. Se basan para ello en su estructura, en su capacidad de operación. Han decidido conceder en casi todo para llegar a las elecciones más o menos en paz: la última y muy controvertida concesión ha sido la postergación de la evaluación docente, que deja a la Reforma Educativa sin su piedra angular. La apuesta, empero, no estará para el PRI en las elecciones legislativas, sino en los estados: salvo Baja California Sur, que será para el Acción Nacional, y Campeche, que tiene asegurado, los otros siete están seriamente disputados, se puede llevar todo o nada, y en las 16 delegaciones del Distrito Federal, con suerte podrá ser competitivo sólo en una o dos de ellas. Pero más allá de que esos resultados estatales cambiarán, en uno u otro sentido, la percepción del resultado electoral, el gobierno federal ha apostado todo a mantener la mayoría en San Lázaro. Y es probable que lo logre.
El PRD tiene que estar satisfecho de la campaña que ha realizado. A fines del año pasado parecía que el mundo se le había caído encima y en parte lo ha revertido: la concentración, altamente simbólica, del domingo en el Zócalo lo demuestra. Conserva buena parte de su capacidad de operación y movilización (ese siempre ha sido el mérito de Nueva Izquierda), conservará, ya sin los porcentajes de antaño, inalcanzables luego de la ruptura de Morena, la mayoría en el Distrito Federal, en casi todas las delegaciones y en la Asamblea Legislativa. Puede ganar Guerrero, muy disputada con el PRI, y Michoacán, con Silvano Aureoles en una dura confrontación con Luisa María Calderón. En los demás estados su presencia será relativamente marginal, pero su porcentaje en los comicios federales le permitirá seguir siendo una sólida tercera fuerza electoral. Es la base que necesita para ir construyendo la candidatura de Miguel Ángel Mancera hacia el 2018.
Por cierto, dicen algunos que esta campaña ha mostrado la fuerza de López Obrador, ya que con su sola presencia ha colocado en el escenario a Morena. En lo personal creo que exhibe, más allá de esa fuerza menguante, las enormes limitaciones de un partido basado sólo en una persona: Morena no tiene más discurso que “ser AMLO” y llega al final de la campaña repitiendo lo que ha dicho una y otra vez López Obrador cada vez que ha sido candidato, para justificar sus derrotas: que le hacen fraude. Que alguien que fue candidato por primera vez en 1989, que lleva cinco elecciones, estatales y federales, siempre alegue que pierde porque le hacen fraude, suena más a caso de sicoanalistas que de politólogos.
El PAN ha funcionado bien pese a las divisiones y tendrá buenos resultados en lo federal y puede tenerlos en los estados. Es notable la campaña que ha logrado hilvanar en Querétaro, e incluso en un estado que tenía perdido, como Colima, también en San Luis Potosí, aunque tiene que revisar profundamente sus estrategias en el caso de Nuevo León. Será una segunda fuerza que terminará relativamente cerca del PRI en el ámbito federal y, como decíamos, teniendo asegurada Baja California Sur, en por lo menos otros cuatro estados puede dar la pelea. Un punto llama la atención: ésta ha sido la campaña del regreso de Felipe Calderón, no necesariamente del calderonismo. El expresidente (y sin duda Margarita Zavala) han estado mucho más presentes, han generado mucho más interés y adhesiones del panismo de la calle, que la dirigencia maderista. Calderón ha demostrado, más allá de los aciertos y errores del pasado sexenio, que sigue siendo uno de los principales activos que tiene el PAN. Es consciente de ello y no está dispuesto a abandonar ese papel. No pueden olvidar ese dato en la próxima elección partidaria.
El Verde ha jugado, al límite, como se esperaba de ellos. Ha soportado una carga mediática excesiva (los otros partidos han cometido tantas irregularidades como ellos, que nadie se engañe) y será una fuerza decisiva para que el PRI alcance mayorías. Nueva Alianza, bien dirigida por Luis Castro, ha jugado con acierto sus alianzas y no tendrá problema en alcanzar el registro. Los demás están en el limbo, incluso, un Movimiento Ciudadano que, inexplicablemente, apostó todo a una carta que sabían que no sería parte del juego, un Marcelo Ebrard políticamente desfondado.