25-06-2015 El 6 de marzo pasado fue cuando el ex jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, dio el primer paso hacia una investigación, que, según ha trascendido en los medios, lo tiene en la mira de la Unidad de Inteligencia Financiera de la secretaría de Hacienda. Ese día, buscando todavía una candidatura en Movimiento Ciudadano (luego de que había buscado y perdido esa posibilidad en el PRD) y con el escándalo de la Línea 12 al rojo vivo, Marcelo presentó su declaración patrimonial en un acto público.
Aseguró que vivía de ofrecer consultorías y conferencias, aunque no existen registros públicos al respecto, y que en promedio recibía ingresos que no rebasan los 150 mil pesos al mes. Sostuvo que no era dueño de ninguna propiedad y que del 2006 hasta esa fecha había rentado tres domicilios diferentes. El último de ellos, dijo, ubicado en Orizaba 46, en la colonia Roma, y por el que pagaba una renta mensual de 80 mil pesos. Agregó que su esposa, la ex embajadora de Honduras, Rosalinda Bueso, es dueña de dos camionetas, pero que él ni siquiera tiene carro propio, renta un vehículo. Después de toda una vida en el servicio público (sus primeras responsabilidades son de los años 80) aseguró que no tenía adeudos, créditos bancarios ni inversiones a plazo, “salvo mi tarjeta de crédito American Express”. Aceptó que sí tenía una cuenta bancaria en IXE-Banorte con el número 0277832641, pero no reveló el monto.
El problema es que esas cifras no son ni remotamente creíbles en un político con la carrera política de Ebrard y con el nivel de vida que siempre manejó. El tema de la casona de la colonia Roma se volvió aún más inverosímil porque desmontaba la propia declaración de Ebrard. El propietario de esos condominios es la constructora Enalser, cuyo dueño es Sergio Fuentes Calderón, quien no sólo mantiene una relación de estrecha amistad con Marcelo sino que también es socio en otra constructora, Residencial Mexicali, de uno de los hermanos del ex jefe de gobierno, Enrique Ebrard.
La venta de esa propiedad a sus actuales dueños ha sido objeto de múltiples controversias, incluyendo la negativa de Ebrard y otros ex funcionarios del GDF a aceptar que esa casa fuera propiedad del propio gobierno capitalino, lo que está plenamente acreditado. El GDF en 2011 regresó esa casa a un antiguo propietario, el ahora fallecido periodista Jorge Saldaña, que fue diputado por el PRD, por un pago de un millón 64 mil pesos. Saldaña la vendió un año después a la constructora Enalser en 19 millones de pesos. Y en cuanto fue remodelada allí instaló su vivienda Marcelo Ebrard.
A eso se suma el enorme sobrecosto de la Línea 12 y la desafortunada e inexplicada renta de trenes con especificaciones técnicas diferentes a las vías férreas y los andenes que habían sido construidos. Estamos hablando de miles de millones de pesos gastados sin coherencia ni explicación.
La información divulgada asegura que las cuentas bancarias de la constructora Enalser y las de la segunda ex esposa de Ebrard, Mariagna Pratts, han sido congeladas por las autoridades hacendarias en el contexto de esta investigación.
No se trata de creerle o no al ex jefe de gobierno, sino de las pruebas documentales que pueden existir ante una acusación de estas características. Eso lo deberán esclarecer las autoridades. No creo que haya sido, en términos generales, un mal jefe de gobierno, incluso creo que desaprovechó una enorme oportunidad política cuando dejó ir la posibilidad de buscar en el 2012 la candidatura presidencial del PRD.
Pero también creo que los políticos no pueden tomarnos el pelo con tanta impunidad. La declaración patrimonial de Marcelo es tan poco creíble como el argumento de Martí Batres de que no puede pagar una pensión alimenticia de apenas cinco mil pesos a sus hijos porque él, como presidente de Morena, no tiene ingresos. No es creíble que Ebrard no tenga ni siquiera un carro, no hablemos ya de alguna propiedad, no tenga créditos salvo una tarjeta de servicios y que pague de renta más de la mitad de sus ingresos, mismos que tampoco se pueden verificar. La pregunta de qué viven estos políticos vuelve a estar más presente que nunca. Y son sus propios dichos los que alimentan cualquier investigación, privada o pública en su contra.
Insisto, no me parece mal que un político profesional, que detenta responsabilidades y tiene una acredita representatividad, tenga, vía su partido u otras actividades, desde intelectuales hasta empresariales, ingresos que le permitan tener una vida digna y hasta desahogada. El problema es cuando nos quieren ver la cara. Y eso es lo que está crucificando en estos días a Marcelo Ebrard.
En otro tema, ¿de dónde y con qué objetivo salió ayer la información, que terminó siendo absolutamente falsa, de que había habido un enfrentamiento entre dos grupos de ex autodefensas en Tumbiscatío, Michoacán, que había dejado por lo menos 16 muertos?. Otro producto de la red social sin paternidad ni veracidad.