22-07-2015 Cuando el sábado pasado, Lorena González, La Lore, fue dejada en libertad después de siete años de prisión por un delito que no cometió, se estaban dando algunos de los primeros pasos para terminar de normalizar la investigación sobre el secuestro y asesinato de Fernando Martí. Poco después del hecho, dos investigaciones encontradas, una de la PGJDF y la otra de la Policía Federal, mostraban la enorme paradoja de que, por un mismo delito, estaban detenidas dos bandas diferentes, acusadas en dos instancias distintas, una federal y la otra local. Podía haber algunos puntos de contacto entre ellas, pero lo que no era posible es que un mismo delito lo cometieran dos personas diferentes. Y desde hace cinco años se sabía, porque estaba detenida y confesa la verdadera responsable, que Lorena no había participado en el retén que llevó al secuestro de Fernando.
El secuestro lo cometió la banda de Los Petriciolet, que comenzó en julio de 2009 a ser desarticulada con la captura de Noé Robles Hernández y de José Antonio Montiel Cardoso, en una casa de seguridad en el pueblo de Santa Cecilia Tepetlapa, Xochimilco, en donde tenían secuestradas a dos personas, una mujer y su chofer, quienes narraron que fueron plagiadas bajo el mismomodus operandi del secuestro del joven Martí, a partir de un falso retén policiaco.
Noé Robles declaró ser el responsable del asesinato de Fernando, a quien habría matado por órdenes de su jefe, el líder de la banda, Abel Silva Petriciolet, debido, dijo, a que no se había pagado el rescate (en realidad el rescate se pagó y alguien, eso es aún parte de la investigación, se robó el dinero y no lo hizo llegar a Silva Petriciolet). En un video, Noé Roblesconfiesa haber secuestrado y matado al hijo del empresario y dijo que no conocía ni a El Apá ni a Lorena González, los detenidos por la PGJDF.
En septiembre de 2009, la Policía Federal detuvo al líder de la banda, Silva Petriciolet, en Atizapán de Zaragoza, en el Edomex. Y en abril de 2010 capturó a María Elena Ontiveros Mendoza, La Güera, una exagente de la PGR. La Güera reconoció que había sido ella la que marcó el alto en el falso retén utilizando uniformes con insignias de la AFI. Por participar en el secuestro de Fernando cobró 20 mil pesos. Para entonces ya había 14 detenidos de la banda de Los Petriciolet confesos, incluyendo el que había sido el autor material del asesinato de Fernando. También se presentaron 14 víctimas de secuestros cometidos por esa banda con el mismo modo de operación que el de Fernando. En ninguna de esas declaraciones se menciona al ahora extinto Sergio Humberto Ortiz, El Apá y tampoco hay referencias sobre Lorena González. Todos los testimonios fueron ratificados ante el Ministerio Público federal.
Nunca supimos cómo llegaron los investigadores de la policía judicial del DF a Sergio Ortiz, tampoco a La Lore y los otros detenidos (sí hay uno que está acusado con datos firmes: es el dueño de uno de los celulares de los que se hicieron llamadas en torno al secuestro, de la llamada banda de La Flor. ElApá parecía relacionado con otros presuntos delitos, pero no había evidencia de que hubiera participado en el secuestro de Martí, salvo que tenía guardada, en un álbum, una foto del joven.
En el caso de Lorena, ésta siempre negó su participación y tenía en su favor una prueba contundente, que hubiera sido suficiente para que quedara de inmediato en libertad: el día del secuestro no estaba en el DF, sino en Acapulco y sus abogados consiguieron de Capufe las imágenes de las cámara de seguridad de las casetas de la Autopista del Sol que permiten observarla desde su salida de regreso del puerto a la Ciudad de México, a partir de las once de la mañana de ese día, el secuestro había sido a las 7:15. Lo dicho por el único testigo en su contra, el custodio Christian Salmones, no tenía sustento: este hombre que, como dijo el propio Alejandro Martí, pudo quedar confundido luego de que fue asfixiado casi hasta la muerte, rindió dos declaraciones, en una habló de una mujer de cabello corto y rubia, en otra de un hombre. Desde el 2010 está detenida la mujer que sí participó en esos hechos. ¿Qué sentido tenía dejar a Lorena en prisión?.
Lo cierto es que, como dijo el lunes Alejandro, al juicio le faltan todavía años para que existan sentencias en firme y, en más de una oportunidad, alguno de los responsables estuvo a punto de quedar en libertad argumentado las trilladas “faltas al debido proceso”. No puede ser que un juicio dure diez años, que no haya sentencias, que una mujer inocente pase siete años en la cárcel, cuando no hay pruebas en su contra, y, otra, ya reconoció haber cometido el delito por el que está detenida. Y eso ocurre en uno de los casos más publicitados y conocidos de la última década: imagínese los de quiénes son, simplemente, un número anónimo de expediente. Esa es la radiografía de la justicia cotidiana en el país. Eso es lo que debe cambiar con el nuevo sistema de justicia oral.