PRI: indefiniciones y percepciones
Columna JFM

PRI: indefiniciones y percepciones

Será difícil evitar que Roberto Madrazo aparezca como la única opción a la crisis en la que se debate el PRI. El gobernador de Tabasco ha sido el único dirigente priísta que ha sabido reaccionar públicamente ante el resultado electoral adverso. Ha presentado una convocatoria a un consejo Político que mediante una Asamblea Nacional eligiera la nueva dirección partidaria en forma democrática. El PRI debería buscar su propio perfil, redefinir sus planteamientos ideológicos y políticos.

Será difícil para sus adversarios, por lo menos si observamos la lucha interna priísta a simple vista, evitar que Roberto Madrazo aparezca como la única opción, la única alternativa a la crisis en la que se debate ese partido.

El gobernador de Tabasco parecía estar preparado para asumir la derrota de Francisco Labastida en las elecciones del domingo 2 de julio y ha sido el único dirigente priísta que ha sabido reaccionar públicamente ante el resultado electoral adverso. Es más, sin estarlo realmente, ha sabido aparecer en el centro de la toma de decisiones. En ese sentido, ha presentado una propuesta muy concreta y muy aceptable que, en realidad ya estaba en el debate de otros grupos internos del priísmo: la convocatoria a un Consejo Político que decidiera lanzar una asamblea nacional que eligiera una nueva dirección partidaria en forma democrática, y que este proceso se coordine a partir de una comisión nacional en la que participen gobernadores, líderes estatales, líderes de las fracciones parlamentarias y otros dirigentes locales y nacionales del partido. Madrazo ha logrado, divulgando ese documento, ponerse al frente de una idea que era ya parte del consenso de varios sectores partidarios.

Lo que sucede es que en el resto del PRI lo que priva es el desconcierto. Madrazo, sin duda, tiene peso e influencia en el priísmo, mucho más después de la derrota de Francisco Labastida. Sin embargo, no habría que apresurarse a definir los equilibrios internos hasta no saber, exactamente, cómo se ubican sus diferentes corrientes internas. Por ejemplo, queda claro que el eje del priísmo pasará de la presidencia de la república a los 20 gobernadores de ese partido y a los líderes de los grupos parlamentarios en el Congreso. Ahora bien, ¿cuántos de esos gobernadores están realmente con Madrazo o están jugando otro tipo de cartas? ¿cuántos de los 60 senadores y los 209 diputados con los que contará el tricolor apoyarán al gobernador de Tabasco? ¿cuántos de unos u otros apostarán a buscar una alternativa relativamente nueva?. Eso, hoy, en cualquier sentido, no lo puede responder nadie con veracidad.

Sin embargo, en este proceso -que no será tan rápido como algunos esperaban- hay algunos momentos que permitirán definir con un cierto margen de certidumbre qué es lo que puede pasar en esa inevitable asamblea nacional que, muy probablemente, como lo propone el documento de Madrazo, se reunirá alrededor del 20 de noviembre. Un primer momento se dio ayer, cuando se reunió el presidente Zedillo con todos los gobernadores priístas, un encuentro que estaba planteado desde el lunes 3 de julio y cuyo objetivo es solamente uno: buscar un esquema de gobernabilidad para el priísmo para el futuro inmediato.

El otro momento medular, que podría haberse decidido en la misma reunión de ayer, es establecer los mecanismos de selección de los líderes del PRI en las bancadas de diputados y senadores: allí se podrá comprobar cómo está el equilibrio de fuerzas. ¿por qué? Por la sencilla razón de que si realmente hubo acuerdo con o entre los gobernadores, éstos impulsarán entre los diputados y senadores de sus respectivos estados a sus candidatos para el liderazgo en el congreso, tomando en cuenta que los llamados plurinominales provienen de diversas corrientes internas. El saber cómo resultó esa elección interna ( que tendrá que ser necesariamente democrática) demostrará, cómo queda el equilibrio de fuerzas en el priísmo. Y nadie, hoy, puede asegurar que esa correlación de fuerzas se volcará, necesariamente, en torno a Madrazo.

Pero tampoco habría que descartarlo, ni mucho menos. Madrazo se está moviendo con inteligencia. Lanza algunos peones con la línea dura, él se coloca en una posición equidistante de las distintas fuerzas del tricolor y, sobre todo, hace públicos pronunciamientos que otros deben (o quieren) hacer en forma soterrada. Pero, sobre todo, tiene alfiles y aliados de peso en las bancadas de ambas cámaras, aunque su peso con los gobernadores podría ser menor del que algunos estiman.

Lo cierto es que la elección de los jefes de las bancadas legislativas del PRI se realizará antes de lo previsto. Se esperaba que la misma se efectuara en los primeros días de agosto, pero, en realidad, la fecha se adelantará, primero para tener una suerte de “voceros autorizados” del PRI (que hoy ese partido no tiene) y, además, para fortalecer la gobernabilidad interna y externa: la idea es que cuanto más se aleje la fecha de toma de decisiones, más difícil será designar esos coordinadores manteniendo la unidad. Por lo tanto, no descarte usted que en los próximos días, apenas se establezca el mecanismo para llegar a la Asamblea, se decida dar luz verde a la elección de los coordinadores del tricolor, incluso mucho antes de las otras fracciones partidarias.

Pero lo que los priístas no terminan de definir es cómo y para qué su reforma. Los cómo tendrán que ser objeto de acuerdos internos, pero los para qué tendrán que ser parte de un amplio debate entre la dirigencia y, sobre todo, en las bases. La mayoría de los priístas habla hoy de colocar a su partido en el centro izquierda o, como dice César Augusto Santiago en la izquierda del centro, pero en eso coinciden desde Esteban Moctezuma hasta Roberto Madrazo, mientras que algunos destacados hombres del área económica pareciera que están apostando, más que a participar en este proceso interno, a buscar su continuidad en la administración pública en el nuevo gobierno.

La diferencia está entre dos posiciones -pero divididas en muchas corrientes y muchas más ambiciones protagónicas- que no parecen estar demasiado reflexionadas: una plantea un virtual acercamiento y hasta una suerte de alianza opositora con el PRD o con alguna de sus corrientes, sobre todo porque se prevé que éste también pudiera tener sus propias divisiones internas. La otra plantea ser una oposición leal y buscar una suerte de gobernabilidad común con el foxismo, sobre todo en el inicio de la administración panista. El foxismo impulsa una salida de este tipo que le permita a su gobierno una base de operación similar, en última instancia, a la que le otorgó el PAN en ciertos capítulos claves a las administraciones Salinas y Zedillo.

En realidad, el PRI no estaría muy cómodo en ninguna de esas posiciones: de volcarse a una alianza con el perredismo, perderá perfil, se verá como una caricatura de su pasado y sería lo mejor que le podría ocurrir al propio perredismo, porque terminaría hegemonizando ese acuerdo. Ir a una alianza de sentido contrario para garantizar a cambio de compromisos explícitos, la gobernabilidad del foxismo, desdibujaría aún más al PRI: evidentemente, con la atracción que generará el poder, terminará controlando, de una u otra forma, a buena parte del priísmo.

El PRI debería buscar su propio perfil, redefinir sus planteamientos ideológicos y políticos, establecer sus liderazgos, sus corrientes internas y sus equilibrios. Con base en ello tendrían que definir su propia agenda, establecer cuándo apoyar a uno u otro actor legislativo pero sobre todo mostrar, si puede conjuntarlas, sus propias propuestas alternativas. Si el PRI apuesta a ser parte de los extremos de la balanza política, terminará, inevitablemente, siendo absorbido por cualquiera de ellos.

Archivos recuperados

El Pedro Cerisola que aparece en los documentos de la Reserva Federal estadounidense en relación con Carlos Hank Rhon no es el coordinador de campaña de Vicente Fox sino su tío. Por cierto éste Pedro Cerisola es uno de los más cercanos amigos y vecinos del expresidente Miguel de la Madrid. Dele usted su propia lectura.

 

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