20-08-2015 Hoy Manlio Fabio Beltrones y Carolina Monroy del Mazo se convertirán en presidente y secretaria general del PRI. Llegan con amplísimo apoyo: en los hechos, ninguno de los procesos de cambio en el PRI desde los lejanos tiempos de Luis Donaldo Colosio tuvo tanto consenso interno en ese partido.
Cuando el entonces presidente Salinas designó a Genaro Borrego en lugar de Luis Donaldo (que se iba a Sedesol para iniciar su camino hacia la candidatura presidencial), la decisión no tuvo unanimidad interna, los colosistas hubieran preferido alguien mucho más cercano al sonorense. Eso se reflejó un año después cuando terminando una asamblea nacional en Aguascalientes y pese a que Genaro había realizado una buena labor, sobre todo en el proceso de designación de los candidatos estatales, se decidió sorpresivamente reemplazarlo por Fernando Ortiz Arana, cabeza en esa época (estamos hablando de 1992) de una fuerte corriente interna muy cercana al propio Colosio.
Cuando asesinan a Luis Donaldo, Ortiz Arana pudo haber llegado a ser el candidato. Salinas se inclinó finalmente por Ernesto Zedillo que, tiempo después, ya en plena crisis del 95 y habiendo roto con un Carlos Salinas que tenía mucho respaldo en el PRI, acuñó aquello de la “sana distancia”. Se aplicó con algunos políticos como Manlio Fabio o Emilio Gamboa, con los que Zedillo tenía diferencias, pero, cuando el presidente del tricolor era Santiago Oñate y en una asamblea nacional se colocaron los candados a las candidaturas presidenciales para cerrarlas a quien no tuviera previamente un puesto de elección popular (Zedillo no lo había tenido, tampoco Guillermo Ortiz o José Angel Gurría las cartas evidentes del presidente), Zedillo intervino una y otra vez en el partido: en el sexenio de la sana distancia hubo siete presidentes del PRI.
En el 2000 el PRI perdió Los Pinos, luego de una desafortunadísima competencia interna que Francisco Labastida le ganó a Roberto Madrazo pero que le dejó la puerta abierta a Vicente Fox en los comicios presidenciales. Beatriz Paredes pudo haber sido una presidenta de unidad en la primera época del PRI sin presidente de la república, pero el grupo de Roberto Madrazo se quedó con el partido en unos comicios internos muy cuestionados. Madrazo siguió adelante hasta sacar del PRI a Elba Esther Gordillo (que había sido su principal aliada) y desplazar a otros grupos hasta hacerse de la candidatura presidencial. Fue un desastre: el PRI se fue a un lejano tercer lugar.
Beltrones, desde el 2006 coordinador del PRI en el senado, jugó un papel fundamental para cimentar el regreso. También Beatriz Paredes desde la presidencia del partido. En el 2011 preparando la designación del candidato presidencial llegó al PRI Humberto Moreira, entonces un popular gobernador de Coahuila, impulsado sobre todo por Peña Nieto, gobernador del estado de México y precandidato. Pero las cosas pronto se desbarrancaron para Moreira (en parte por sus propias ambiciones) y la campaña presidencial la llevó Pedro Joaquín Coldwell. Al ahora secretario de energía, lo reemplazó, era casi obligado, un mexiquense, César Camacho.
Y ahora llega Beltrones, sin cuestionamientos internos y con la posibilidad de ejercer, en el mejor sentido de la palabra, y como bien dice María Amparo Casar, una verdadera sana distancia con el gobierno, por el peso propio del dirigente ante un mandatario de su propio partido. Más allá de la evidente disciplina ante el presidente Peña, la autonomía del líder del partido, sin duda, crece.
Tiene mucho en su favor Beltrones pero también tareas imposibles de diferir. En primer lugar, mantener la unidad que estará a prueba en cuanto se comiencen a procesar las candidaturas estatales del 2016. Un segundo desafío es involucrar a los jóvenes en ese partido. Los jóvenes no están votando por el PRI pero menos aún se están involucrando en la vida interna de ese partido, entre otras razones porque el PRI no tiene una agenda para los jóvenes. Un tercer punto es reconstruir su relación con las clases medias urbanas, alejadas también de ese partido: el mejor ejemplo son los malos resultados del PRI en Monterrey, Guadalajara y el DF. Eso es parte de recuperar la imagen y la presencia de ese partido: durante años tanto una como la otra se han deteriorado. Por ejemplo, durante todo el proceso de reformas estructurales prácticamente no hubo voces desde el PRI que defendieran en los medios esas medidas. Las hubo en el congreso pero no desde el partido. Se dijo que era por indicaciones del propio gobierno. Puede ser, pero lo cierto es que un partido necesita tener toda una batería de expertos en los diversos temas, desde la cultura hasta la economía, que le dé presencia y con ello fortalezca su imagen.
Hay muchos más pero esos serán los principales desafíos de Manlio y Carolina desde este jueves. Y habrá que estar muy atentos a ver qué equipo los acompañará en ese camino.