01-09-2015 De pensar, al inicio de esta administración, que el tema de la seguridad podía relativizarse y de considerar que el problema principal del gobierno de Felipe Calderón al respecto fue un mal diseño de imagen y de prensa, el presidentePeña ha tenido que pasar a aceptar que la seguridad sigue siendo el tema que más preocupa a la gente, que puede desestabilizar a su gobierno como pocos y que los instrumentos gubernamentales para atender ese reclamo son limitados y están aún en construcción.
Esta situación ha vuelto a poner sobre la mesa de debates el tema de si fue conveniente que la Secretaría de Gobernación volviera a absorber las responsabilidades de seguridad que desde el año 2000, con el gobierno deVicente Fox, habían quedado englobadas en la SSP. Se dice ahora que, por las consecuencias políticas de hechos como la fuga de El Chapo Guzmán, hubiera sido mejor dejar toda la seguridad encapsulada en una sola área.
Como diseño institucional tener la seguridad desligada de cualquier área política que la controle, lo pensábamos en el 2000 y, también ahora, es un error. Más allá de los aciertos y errores cometidos por todos quienes fueron titulares de esas áreas, lo cierto es que las áreas encargadas de la seguridad tienen que cumplir con dos requisitos: una amplia autonomía de operación con un control político eficiente. Quizás lo que ha fallado este sexenio fue precisamente la creación de la Comisión, o mejor dicho la forma en que la Comisión se incorporó al diseño de la Segob. Siempre pensé que el regreso de la seguridad a la SG tendría que haber sido como era hasta el 2000: con una subsecretaría con amplia autonomía e, incluso, autarquía financiera, una suerte de secretaría con un mando político que no se involucraba en lo operativo y de donde dependía, también, el área de inteligencia.
Precisamente, la indefinición sobre quién y cómo hacía la inteligencia, la Policía Federal o el Cisen, o hasta dónde cada uno de ellos ha sido uno de los problemas que se han presentado. El debate que se tuvo durante casi año y medio respecto de la creación de la Gendarmería puso de manifiesto esas indefiniciones. La llegada de Renato Sales Heredia puede ser una oportunidad para, con toda una serie de medidas, poner orden en esa área. Primero, porque Renato, siendo un especialista en el tema, sabe cómo está el sector, pero es, también, una generación más joven que los hombres y mujeres que se formaron, como el propio Monte Alejandro Rubido, durante los 80 y 90, cuando la creación del Cisen. Una generación que dio cuadros muy valiosos pero que, aprovechando su experiencia, también tiene que comenzar a ser reemplazada. Y Sales Heredia da perfectamente ese perfil: se benefició por la formación de esa generación, pero no es parte de ella.
Se deben centralizar mandos policiales: el mando único es imprescindible. Debe tener adecuaciones respecto de realidades muy específicas, pero no se puede mantener una balcanización como la actual que lo único que propicia es la dispersión de esfuerzos, recursos y, por ende, de resultados. La seguridad, como la inteligencia, debe tener espacios de autonomía, pero también una fuerte capacidad de centralización en sus mandos. Hoy tanto la operación como la inteligencia están demasiado dispersas.
Las únicas policías relativamente eficientes en el país son las que están centralizadas, tienen un número de elementos y mandos considerables y pueden tener una operatividad amplia que les permite coadyuvar o participar en las investigaciones por distintos medios, incluyendo en primer lugar los científicos y periciales. Debe haber por ley 32 policías estatales y ellas, además, deben estar por lo menos coordinadas por la Policía Federal. Podrá gustar o no, pero no hay otra salida. A esa centralización se le deben sumar áreas especializadas transversales para combatir ciertos delitos. La experiencia de la comisión antisecuestros es un buen ejemplo. Y Sales Heredia seguramente la aprovechará.
El sistema penitenciario es otra prioridad y es otro sector que se debe centralizar en esfuerzos y formación. Hoy es un caos: el sistema de penales federales, por la razón que sea, ha caído en su seguridad y eficiencia y la fuga de El Chapo no es el único ejemplo al respecto. Todo el modelo debe ser revisado y en su caso vuelto a poner sobre los parámetros que en el pasado le dieron mayor certidumbre. Pero lo que sucede en los reclusorios locales es terrorífico. Comenzando por los esquemas de autogobierno que dejan a muchos penales en manos de bandas delincuenciales, todo el sistema debe ser revisado y transformado.
Hay mucho más, pero ésos serán, más allá de cumplir con las exigencias de coyuntura cotidianamente, los grandes desafíos de Sales Heredia. Sí, es cambiar las llantas con el carro en movimiento. Es complejísimo: tanto que van tres comisionados en menos de tres años. Sales Heredia y la administración de Peña no pueden darse el lujo de equivocarse.