17-09-2015 Si se necesitaban más elementos para comprender porqué terminó costándole tanto al PAN la presidencia de Gustavo Madero, simplemente se tendrían que analizar sus declaraciones más recientes. Para Madero, el objetivo político no es otro que crear un frente amplio de la oposición, construido, obviamente, con el único objetivo de quitarle el poder al PRI. Ahí caben todos, incluso Madero hace un llamado a López Obrador a que se incorpore, de la mano con el PAN, el PRD, Movimiento Ciudadano y lo que quede del PT.
Si algo así se construye, el destino del PAN será el mismo que está sufriendo en estos meses el PRD: un destino marcado por la pérdida de identidad y la construcción de mayorías ficticias que hacen literalmente imposible gobernar porque, sencillamente, sus integrantes no tendrían otro punto en común que alcanzar el poder.
Se puede entender que en ciertas coyunturas, sobre todo en el ámbito estatal, se pueda apostar a alianzas muy específicas en torno a algunos candidatos. Así sucedió en el 2010 con el PAN y el PRD para llevar al gobierno a Gabino Cué, Rafael Moreno Valle y a Mario López Valdez. Los tres han gobernado luego con suerte disímbola, pero de lo que no cabe duda es que fue imposible que todos los integrantes de cada una de esas coaliciones estuviera satisfecho con los gobernadores que llevaron al poder. Tampoco cabe duda que incorporar a alianzas de ese tipo a Morena le terminaría de quitar toda base de unidad a esas coaliciones.
Es verdad que el PAN y el PRD habrían alcanzado ya una alianza en Durango en torno a José Rosas Aispuro, nuevamente un ex priista que como no obtuvo hace seis años la candidatura en su partido aparece ahora como una fórmula de unidad. Está en su derecho y lo están también ambos partidos de apoyarlo. Pero allí existen, por lo menos, algunas bases para avanzar en esa alianza. Puede haberlo también en otros estados, pero pensar que todos, incluido Morena, deben ir juntos en el 2018 con el único objetivo de derrotar al PRI es una tontería y una decisión política terriblemente equivocada donde lo único que se logrará será entronizar en el poder a cualquiera que se sienta con arrestos para hacerse con la coalición y con el poder.
¿Realmente cree Madero que su principal adversario es el PRI y que se justifica un frente amplio de esas características para derrotarlo?¿Cree que tiene más coincidencias con Morena o con algunos sectores del PRD, como los bejaranistas, que con sectores del propio PRI?¿cree que va a quedar algo del PAN después de una alianza generalizada de ese tipo?. Madero ya llevó a su partido a las dos peores elecciones de su historia recietne pero de prosperar una alianza de ese tipo lo llevará a la destrucción. Porque querer una alianza con Morena es, en los hechos aceptar lanzar como candidato a López Obrador. El tabasqueño ni cuando era miembro del PRD aceptó debate alguno en torno a su candidatura e impuso hasta el último de los integrantes de su equipo de campaña. No hablemos de programas comunes: cuando Cuauhtémoc Cárdenas propuso un programa alterno no aceptó ni siquiera sentarse a discutirlo. Con Andrés Manuel la única opción es la subordinación.
El PAN tienen muchas otras posibilidades antes de lanzarse a esa aventura. En primer lugar deben, y esa es la obligación primigenia de Ricardo Anaya, recuperar y unificar al propio partido, volver a darle identidad y fortalecer lo que siempre le otorgó razón de ser al panismo: un cuerpo de ideas, una base ideológica de centro derecha, una suma de convicciones socialcatólicas con liberales. Ya esa base está suficientemente deteriorada como para subordinarla a liderazgos y programas que nada tienen que ver con ella.
El PAN terminará yendo con el PRD en muchas elecciones estatales del 2016 y quizás hasta puede existir la posibilidad de que vayan juntos en el 2018. Es una alianza extraña que parte de sus propias fortalezas y debilidades, pero incluso allí podrían existir condiciones para construir una base común, comenzando por el respeto a la instituciones. Avanzar en una alianza bajo la tesis de juntar a quien sea para oponerse al PRI es, en el mejor de los casos, una barbaridad.
Por cierto para ver cómo actúan Morena y sus aliados hay que observar a la ahora diputada local Alaida Alavés, cercanísima a René Bejarano. Esta mujer que se caracterizó por no cumplir los acuerdos y respetar su palabra en la cámara de diputados pasada, llegó a la ALDF como plurinominal por el PRD. Cuando observó que el PRD, con base en algunas alianzas, había alcanzado el mismo número de legisladores locales que Morena, no dudó en dejar el PRD, que le había dado la diputación aunque ella no hizo campaña, para sumarse a Morena, como está haciendo toda la corriente de Bejarano. No existen lealtades ni ética, sólo ambición de poder.