21-09-2015 No era el mejor espacio: el deportivo Plan Sexenal no sirvió como el espacio para realizar un congreso partidario, pero sí para poner de manifiesto el descontrol y la falta de claridad que priva en el PRD amenazado, sobre todo, por la división interna, propiciada desde Morena y por sus propios errores.
Los grupos de Izquierda Democrática Nacional, de René Bejarano están amenazando con una renuncia masiva para irse a Morena. Se van a ir por goteo. Ya lo han hecho algunos, el caso más notable, Aleida Alavez con la explícita intención de evitar que el partido que la ha llevado ya en cuatro ocasiones a distintas legislaturas pudiera tener el mismo número de diputados locales que Morena en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Pero la división se mostró, también, en los gritos, las consignas convertidas en mentadas, en las descalificaciones y silbidos y también por una enorme pérdida de memoria.
Los primeros abucheos importantes se los llevó Jesús Zambrano al llegar el viernes a una de las mesas de trabajo. Zambrano dijo que eso era consecuencia de haber firmado el Pacto por México que fue el que dividió a la izquierda. No es verdad: el Pacto no dividió a la izquierda y hasta hace un año, el Partido de la Revolución Democrática había sido uno de los grandes beneficiarios del mismo. La izquierda se había dividido desde las elecciones de julio del 2012. Pasados esos comicios López Obrador anunció que se iba del PRD para formar su propio partido, lo que ya había hecho de facto, y desde entonces calificó al perredismo como su verdadero enemigo.
Todo eso ocurrió antes de que se firmara el Pacto y desde entonces la izquierda está profundamente dividida. Por el contrario, la firma del Pacto cifró expectativas de que se podía contar con una izquierda diferente y eso le dio peso y prestigio al Partido de la Revolución Democrática en contraposición de Morena. Así fue hasta el 26 de septiembre: la noche de Iguala los desarmó. Todo ocurrió casi al mismo tiempo que Carlos Navarreteasumía la presidencia del partido, flanqueado, entre otros, por el gobernadorÁngel Heladio Aguirre y habiendo elegido previamente como consejera del partido a María de los
Ángeles Pineda, la esposa del alcalde de Iguala, José Luis Abarca.
De la señora a la que apodaban La Guerrera era notorio que tenía una estrecha relación no sólo con el propio Aguirre, sino también con el cártel deGuerreros Unidos: sus padres y sus cuatro hermanos eran públicamente parte de esa organización criminal. Era inocultable y, sin embargo, se les apoyó a ella y a Abarca. Conocida la masacre, y cuando era evidente que los jóvenes habían sido asesinados, no sólo no se exigió la renuncia de Aguirre, sino también que se lo solapó aunque Aguirre permitió la fuga de Abarca y su esposa (la última vez que se la vio en libertad fue tres días después de los hechos, con Ángel Aguirre en un encuentro privado en Acapulco) y de los jefes de policía de Iguala. Todo pese a que la misma mañana del 27 de septiembre el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, llamó al gobernador Aguirre para exigirle que tuviera bajo control a Abarca, a su
esposa y a sus jefes policiacos y le advirtió que no se les fueran a escapar.Aguirre los dejó ir.
Pero el Partido de la Revolución Democrática no castigó a Aguirre: lo defendió durante semanas, no hizo hincapié tampoco en que el verdadero protector de Abarca era Lázaro Mazón, secretario de salud de Aguirre y precandidato a la gubernatura, destapado por el propio López Obrador. Es incomprensible, pero el PRD defendió a Aguirre hasta que su situación fue insostenible, hasta que se confirmó que un grupo de familiares y colaboradores habían hecho una defraudación millonaria con el presupuesto estatal.
¿Qué hubiera sucedido si el PRD se hubiera deslindado de Aguirre, hubiera exhibido los lazos de Abarca con Mazón y de éste con Aguirre y López, si hubiera reconocido que Pineda tenía a toda su familia metida en el narco?, ¿qué hubiera sucedido si cuando un año antes militantes del PRD denunciaron a Abarca de haber asesinado a otros militantes locales del Partido de la Revolución Democrática hubiera investigado algo de lo ocurrido y se hubieran desligado del presidente municipal? No, el problema para el PRD no fue el Pacto, fue Iguala y la falta de respuestas ante una división de la izquierda que era una realidad desde mucho antes de que el Pacto se firmara.
Pero las mezquindades internas son muchas y no se resolverán porque se imponga en la presidencia del partido a un externo como Agustín Basave. Morena está intentando bloquear las ocho principales obras de infraestructura del gobierno de Miguel Ángel Mancera, ¿en qué lo ha defendido el Partido de la Revolución Democrática? En el informe deMancera del jueves pasado donde logró compaginar una suerte de relanzamiento de su gobierno, llegaron si no me equivoco 18 gobernadores. El único que debería haber estado y no llegó fue el gobernador perredista de Morelos,
Graco Ramírez. ¿Tenía algo más importante qué hacer? Vedetismos, mezquindades, mala memoria. No es una buena combinación para volver a empezar.