06-11-2015 Decía Benjamín Franklin que no había que “incomodarse por pequeñeces ni por ocurrencias olvidables o evitables”. Es verdad, pero ¿qué ocurre cuando esas ocurrencias se transforman en parte del debate político y de prosperar pueden causar daños al desarrollo de un país o una sociedad? Nuestros partidos y políticos un día sí y el otro también tienen todo tipo de ocurrencias que quieren hacer pasar como propuestas o iniciativas serias y en la mayoría de los casos lo que buscan es, simplemente, tratar de ganar puntos en la próxima encuesta con simples ocurrencias. Veamos algunas de ellas, de esta misma semana.
El aeropuerto de AMLO. López Obrador presentó como una gran propuesta algo que ya está desechado desde el 2002: crear un aeropuerto alterno de la Ciudad de México utilizando la base militar de Santa Lucía en el estado de Hidalgo. La propuesta fue planteada desde hace años: cuando el propio López Obrador boicoteó e impidió el aeropuerto en Texcoco, esa propuesta ya se había presentado, era la del aeropuerto de Tizayuca, que impulsaba el entonces gobernador Manuel Ángel Núñez Soto (quien terminó coordinando todos los trabajos para el nuevo aeropuerto). La cantidad de problemas que generaba la construcción de Tizayuca hizo desechar esa opción muy rápidamente: había problemas con las rutas de ingreso al aeropuerto (olvidan quienes dicen que Londres, Nueva York o París tienen varios aeropuertos comerciales funcionando, que ninguna de esas ciudades tiene cadenas montañosas alrededor que obligan a utilizar prácticamente una sola ruta de aproximamiento, tampoco están a dos mil 200 metros de altura y sus aeropuertos pueden comunicarse entre sí con mucha facilidad por su propio desarrollo urbano); con la distancia entre el aeropuerto y sus usuarios; no hablemos de las conexiones (¿cuánto tardaría quien llegara de un vuelo nacional en hacer una conexión internacional con las enormes distancias entre Santa Lucía y el actual aeropuerto?). ¿Dónde se ubicaría la principal base aérea militar de nuestro país? Porque ningún aeropuerto internacional funciona acoplado a una base militar. Quien quiera conocer todos los detalles de por qué se descartó el aeropuerto alterno en Tizayuca (que involucraba también Santa Lucía) puede buscarlos en los documentos que se difundieron sobre el tema durante el gobierno de Vicente Fox.
La ocurrencia de AMLO lo que busca es obstaculizar el principal proyecto de infraestructura del país. Esa estrategia es la misma que utiliza Morena para obstaculizar o boicotear las obras de infraestructura del gobierno capitalino.
Otra ocurrencia. La propuesta de seguridad pública que presentó el PAN en el Congreso esta misma semana. No dudo de las buenas intenciones, pero de ellas está empedrado el camino al infierno. A la dirigencia panista y a un grupo de senadores y diputados del PAN se les ocurrió que para mejorar la seguridad y las policías hay que crear un Instituto Nacional de Seguridad Pública, encabezado por siete consejeros ciudadanos elegidos por el Senado, que no tengan militancia partidista y que sería el que evaluara policías y decidiera sus mecanismos y posibilidades de operación, que dirigiera en los hechos a las policías del país. Algo así como un INE para policías.
Es una barbaridad. La seguridad no puede ser dirigida en forma colectiva desde un instituto supuestamente ciudadano (pero en realidad elegido por cuotas por los partidos): es una atribución de los gobiernos y un instrumento irremplazable de los mismos para ejercer su función. El corazón de cualquier diseño institucional establece que existen instituciones que ejercen la violencia legítima, que tienen el armamento y hacen cumplir la ley que dependen de las instituciones de gobierno. Los mismos pueden acertar o equivocarse en sus estrategias y por eso en una democracia son ratificados o castigados electoralmente, pero no existe antecedente en país alguno en los cuales se designe una comisión independiente que controle la seguridad y las policías.
¿Qué quiere el PAN con esta iniciativa? En realidad lo que quiere es que no se avance en la estrategia de mando único, que es lo que el país y la sociedad requieren y necesitan: lo propuso Felipe Calderón y ahora la administración Peña lo retoma porque está comprobado que la actual estructura con más de dos mil cuerpos policiales no funciona, no alcanza y termina sirviendo a la delincuencia.
Dicen en su iniciativa que de esa forma se podrá determinar si las policías municipales se pueden o no incorporar a un mando único en cada caso en específico. Lo que sucede es que los presidentes municipales no quieren soltar a sus policías porque son un instrumento de poder. ¿Por qué no incorporar a todas las policías municipales de un estado en un mando único? ¿Cuál sería el problema de establecer por ley una eficiente y coherente coordinación entre la Policía Federal y 32 (no dos mil) corporaciones policiales estatales? Las ocurrencias dañan tanto como los intereses que intentan ocultar.