18-11-2015 Este fin de semana se realizó la primera etapa de la evaluación de maestros y directores de educación básica con 98 por ciento de participación. Un porcentaje alto que ahora se debe enfrentar al desafío que significarán las evaluaciones en los estados de Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas en las próximas semanas. Allí es donde el proceso estará, por lo menos, en términos políticos, verdaderamente a prueba.
La evaluación es la parte central del proceso de Reforma Educativa. Pero para poner en su verdadero contexto la importancia del proceso de evaluación magisterial hay que colocarlo en un terreno global. En el libro Los niños más listos del mundo, Amanda Ripley estudia los casos de los países que más exitosos han sido en la revolución educativa. Destaca tres, muy diferentes y que vienen también de un desarrollo medio, por debajo de México hace apenas una o dos décadas: Corea del Sur, Finlandia y Polonia.
Los tres han tenido notables éxitos educativos que se han reflejado en la calidad de vida de toda la población. La clave, dice Ripley, es la calidad y no la cantidad. No son tan importantes los recursos dedicados a la educación como la forma en que éstos se utilizan. Y se deben utilizar en la infraestructura educativa y en salarios, pero, sobre todo, en tener a los mejores maestros y profesores. Y pone el ejemplo de Finlandia.
Hasta hace tres décadas, Finlandia era, con mucho, de las naciones más pobre de Europa del norte, más pobres que sus vecinos escandinavos: Suecia, Noruega, Dinamarca. Finlandia expulsaba mano de obra hacia esos países que gozaban de mejores economías y calidad de vida. Pero desde 1970 Finlandia comenzó un proceso de Reforma Educativa y dio giro hacia una economía que se basaría mucho en el conocimiento, la tecnología y el diseño, un proceso que requería contar con los mejores maestros.
Hasta entonces, como nosotros, Finlandia había apostado por una educación extensiva, donde la carrera magisterial era abierta y de fácil ingreso: querían tener muchos maestros. Decidieron aventurarse por la calidad, por convertir al magisterio en una profesión prestigiosa, bien pagada y universitaria. Hacerla una carrera de difícil acceso, donde sólo se aceptan (como carrera universitaria) en promedio 20 por ciento de las solicitudes que se presentan cada año. Para ser maestro se deben estudiar cuatro años de licenciatura y luego seguir un máster de enseñanza práctica, preparación de lecciones, trabajo con alumnos. Los sueldos son altos y el prestigio social también, los mecanismos de evaluación estrictos y el nivel educativo de los niños finlandeses hoy es el más alto del mundo, muy superior, incluso, al de los noruegos, suecos y daneses.
Pero analicemos un ejemplo más cercano. Estados Unidos, con todos sus problemas, es un ejemplo de una notable evolución. Hoy, la Unión Americana ha salido fortalecida de la crisis, gracias, sobre todo, a un notable salto de la sociedad del conocimiento impulsada por
el gobierno de Barack Obama. Ahora que el mundo comienza a salir del terremoto económico del 2008, en Estados Unidos están 54 de las cien empresas más poderosas del mundo, pero más importante que eso: 32 por ciento de la economía de Estados Unidos proviene de la economía del conocimiento y de las diez empresas de mayor valor bursátil del mundo, las diez son de la Unión Americana, comenzando por Apple que al inicio de la crisis estaba en el lugar 34 a nivel global.
El apoyo oficial a la economía del conocimiento se ligó con una apuesta a la utilización de nuevas tecnologías, a la revolución energética que transformó a Estados Unidos de una nación dependiente a autosuficiente en materia de energía y a una inteligente utilización de los mecanismos bursátiles para financiar tanto el crecimiento como la investigación científica y tecnológica por encima de los préstamos bancarios.
Se habla mucho del crecimiento de la economía China, del poder emergente de otras naciones, pero lo cierto es que Estados Unidos sigue siendo la locomotora de la economía mundial y lo es apostando a la tecnología, la educación y el conocimiento.
El sólo hecho de que la Unión Americana sea no sólo nuestro principal socio comercial, sino también la zona del mundo con la cual está integrada nuestra economía, exige que nuestro sistema educativo dé un salto de calidad que coadyuve a esa integración y, por ende, a nuestro propio desarrollo, para mejorar nuestra calidad de vida: no hay otro secreto. Y para eso se necesita dar una enorme vuelta de tuercas en la carrera magisterial, prestigiar la profesión, hacerla de mucho mayor nivel académico para que genere mayores ingresos, pero responsabilidad y exigencia, para los maestros.
Son algunos de los pasos, tímidos todavía, pero imprescindibles que se están dando con la Reforma Educativa, cuyo corazón y razón de ser están en elevar la calidad de la enseñanza, y para lo cual la evaluación de los maestros es un escalón irremplazable.