Si las encuestas y el sentido común tienen razón, la diferencia que separará a Francisco Labastida Ochoa y Vicente Fox el próximo domingo será relativamente pequeña, independientemente de cuál de ellos finalmente gane la elección presidencial. Como también es indudable que el PRD terminará jugando, en uno u otro sentido, una suerte de papel de partido bisagra para garantizar de alguna forma la gobernabilidad y la conformación de mayorías, ya sea con el ganador de las elecciones o con el resto de la oposición.
Cuando en la tarde del martes, en la casa de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, Marta Sahagún le pasaba notas a Vicente Fox, proponiéndole "ya vámonos Vicente", para que éste no siguiera adelante en el ejercicio autodestructivo que estaba escenificando, la jefa de prensa (y sin duda una de las responsables directas del impacto de la campaña de Fox) ya imaginaba el costo que iba a sufrir la campaña de su jefe y le estaba dando a éste el mejor de los consejos, mismo que Fox, en esa ocasión, no escuchó.
Sin duda, Fox ese día se tendría que haber levantado de la mesa, aceptado, aunque fuera a regañadientes, que el debate se realizara el viernes y pasar a otra cosa. Se enredó Fox en forma increíble en su propia lógica y terminó pagando un costo que, en su momento, consideró mucho menor. Se profundizó el error a lo largo de la noche: Fox se concentró en una entrevista con Sergio Sarmiento en televisión Azteca, donde se vio mal, desaliñado, excesivamente nervioso y en donde, a pesar de que se le había ofrecido un tiempo amplio y sin cortes comerciales, se limitó a quince minutos. De allí se fue al Polyforum Siqueiros, donde no había forma de levantar el ánimo de sus correligionarios. Y de allí, él y su equipo se fueron a una reunión en el hotel Marriott que duró hasta las cuatro de la mañana.
Participaron en ella, además de Fox y su hija Cristina, su principal asesor, Eduardo Sojo, Jorge Castañeda, Adolfo Aguilar Zínser, Pedro Cerisola y José Luis Romero Hicks, además de Marta Sahagún. La reunión fue ríspida y, antes, se ordenó una encuesta telefónica rápida para saber hasta dónde alcanzaban los daños. Y una vez más, se puso de manifiesto algo que, hace apenas unas semanas, era impensable: las divisiones internas en el equipo de campaña. En la noche del martes había dos posiciones antagónicas: por una parte, Marta y Castañeda insistiendo en que se habían equivocado y que había que participar, aceptándolo de entrada, en el debate del viernes. Por la otra, Cerisola y Aguilar Zínser, que postulaban que no había que aceptar el debate, pero que el viernes había que concurrir en forma imprevista y, literalmente, reventarlo. Demás está decir que esa corriente interna había sido la responsable de la estrategia seguida en los días anteriores, sobre todo desde el domingo en la mañana cuando comenzó, en realidad, el error que se catalizó el martes. La entrevista que concedió el lunes Adolfo a Milenio, hablando de los problemas internos en el equipo de Fox, eran el preludio de esas divergencias.
En la noche no se quedó en nada: se decidió esperar los resultados de la encuesta rápida para saber qué rumbo tomar. Por eso Fox, salvo la entrevista que concedió en la mañana a José Gutiérrez Vivo, ni él ni nadie de su equipo, realizó una sola declaración. El resultado de la encuesta llegó al mediodía y fue peor de lo que esperaban algunos foxistas: según esa encuesta telefónica privada, el zafarrancho de lunes y martes le había costado a Fox aproximadamente ocho puntos, de los cuales seis se habían trasladado hacia Cárdenas y apenas uno hacia Labastida, que se mantenía estable. Allí ya no hubo dudas: la posición de Marta y Castañeda se impuso en toda la línea y, horas después, cuando ya estaban reunidos Jorge Alcocer y Lucas de la Garza, los representantes de Francisco Labastida y Cuauhtémoc Cárdenas, con los directivos de la cámara de la industria de la radio y la televisión para establecer los parámetros del encuentro del viernes, llegó hasta esa oficina de Polanco, Pedro Cerisola que se limitó a comunicar a los medios y los demás negociadores, que Fox aceptaba el debate del viernes en las condiciones, modelo y horario que ellos mismos definieran.
La pregunta es inevitable: ¿cuántos dolores de cabeza se hubiera ahorrado Fox si un día antes hubiera optado por una salida de ese tipo? ¿cuántos problemas se hubieran ahorrado si en lugar de insistir, una y otra vez, que el debate debía realizarse esa misma noche y de rechazar la propuesta del viernes que le hacían Cárdenas y Labastida, hubiera dejado sentada su protesta, si creía que eso era lo correcto, y hubiera aceptado esa fecha?.
Por lo pronto, hay que ver, primero, cómo se ejerce el control de daños en las próximas horas y qué estrategia llevará Vicente al encuentro del viernes en la noche. Segundo, hay que prestar atención para ver cómo evolucionan las divergencias internas dentro de su equipo, entre los que buscan un Fox ubicado en el centro, con posiciones abiertas y sin generar conflictos gratuitos y los que están proponiendo la radicalización contra sus adversarios y los medios, imaginando una conjurada encabezada por los candidatos del PRI y el PRD, Labastida y Cárdenas, que no se sostiene por sí sola.
Por lo pronto, en estas horas se impuso la línea que busca restañar las heridas abiertas en las últimas horas y que tratarán de mover otras líneas de acción que desvíen la atención de lo sucedido en el pasado inmediato. Hoy mismo tendremos un capítulo más de esa búsqueda, cuando a las once de la mañana se reúnan en el hotel Marriott el propio Fox y Porfirio Muñoz Ledo, para establecer un acuerdo político (que no una declinación, porque Porfirio se mantendrá como candidato del PARM por lo menos hasta el 2 de junio, para evitar así que ese partido lo pueda reemplazar como candidato presidencial) que se convertirá, en los hechos en una alianza entre ambos que, en buena medida tendrá como eje el enfrentamiento entre ambos con Cuauhtémoc Cárdenas.
Al respecto, siguen mostrándose algunos indicios que confirman el crecimiento de éste último en las encuestas. El periódico estadunidense Dallas Morning News, que no ve con malos ojos la candidatura de Fox, acaba de levantar una amplia encuesta nacional (más de 5 mil cuestionarios) realizada en los días pasados (fue concluida antes del pasado fin de semana), en las cuales Labastida y Fox estarían empatados, con aproximadamente el 33 por ciento de las intenciones de voto, pero Cárdenas alcanzaría ya el 19 por ciento, mientras que el 15 por ciento se presentan como indecisos. Falta ver cómo benefició a Cárdenas lo sucedido en estos días: insistimos, según fuentes panistas ello pudo haber trasladado unos seis puntos de la Alianza por el Cambio a la Alianza por México. No está nada mal para un debate de apenas 72 horas.
Archivos recuperados
Ayer se cumplieron siete años del asesinato del cardenal Juan José Posadas Ocampo y los resultados de la investigación que se ocupa de ese caso, siguen sin dejar satisfecho a nadie. Lo cierto es que hay poco más de una docena de detenidos, una treintena de encausados, algunos involucrados muertos, pero son demasiadas las preguntas que quedan sin respuesta. Porqué por ejemplo, se sigue sosteniendo la tesis de la confusión cuando está más que comprobado que el ataque fue a mansalva. Dónde y cómo se detuvo al Chapo Guzmán, días después del asesinato. Qué se dijeron el nuncio apostólico Girolamo Prigione y los hermanos Arellano Félix en los dos encuentros que mantuvieron en la nunciatura en diciembre del 93 y enero del 94. Porqué en aquella ocasión se decidió que no se detuviera a los hermanos "para no generar violencia". Qué sucedió con el sacerdote de Tijuana que falsificó los libros de bautizos de una parroquia y brindó un testimonio falso ante las autoridades, para brindarle una coartada a los Arellano, diciendo que esa tarde de 1993 eran padrinos de un bautizo en Tijuana, en lugar de estar en una balacera en Guadalajara. Por cierto: ¿no se había comprometido el gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas en dar los resultados de su investigación en esta fecha?.