Si la divulgación de la carta que Vicente Fox envió a los distintos líderes religiosos y particularmente a la Iglesia católica con su decálogo, con sus diez propuestas para modificar la relación de la Iglesia con el Estado en el caso de que el candidato de la Alianza por el Cambio llegara a la presidencia de la república, colocó a Fox en una situación difícil (además de que, paradójicamente obstruye la operación realizada por sectores de la propia iglesia para impulsar la candidatura del guanajuatense), deberá enfrentarse, en los próximos días, a otro tipo de dificultades.
Si la divulgación de la carta que Vicente Fox envió a los distintos líderes religiosos y particularmente a la Iglesia católica con su decálogo, con sus diez propuestas para modificar la relación de la Iglesia con el Estado en el caso de que el candidato de la Alianza por el Cambio llegara a la presidencia de la república, colocó a Fox en una situación difícil (además de que, paradójicamente obstruye la operación realizada por sectores de la propia iglesia para impulsar la candidatura del guanajuatense), deberá enfrentarse, en los próximos días, a otro tipo de dificultades.
Como decíamos ayer, alguien en el equipo de campaña de Fox se equivocó gravemente al emitir ese documento, en donde pone por escrito compromisos que, en los hechos, colocaría la relación de la Iglesia con el Estado en una situación anterior a la de las leyes de reforma de Juárez: para un laico, pensar en un presidente que asegura públicamente que cree "que en la política como en cualquier actividad humana el señor omnipotente reina", no puede menos que generar animadversión o desconfianza. Por supuesto que no tiene nada de malo, probablemente al contrario, que Fox sea un hombre creyente, el problema es que en este texto se muestre como fundamentalista, como un hombre que espera fusionar el poder con la religión, regresar a una noción que cualquier líder del mundo moderno descartaría de plano.
Ayer mismo, Carlos Monsiváis nos decía que para cualquier liberal, apoyar a Fox después de conocer este decálogo, sería sencillamente imposible, aunque ello implicara evitar la alternancia. Y Monsiváis acababa el domingo de otorgarle el apoyo a Cárdenas, en un acto con un centenar de intelectuales. Más difícil debe ser la situación para unos 70 intelectuales, la mayoría provenientes de corrientes de izquierda o liberales que un día antes, en un desplegado, habían expresado su apoyo a Fox: entre ellos algunos tan notables como Joel Ortega, Carlos Martínez Rentería o Federico Campbell.
Evidentemente, esto tendrá un costo para la candidatura de Fox que, en términos electorales, difícilmente se paliará con el apoyo de hombres y mujeres comprometidos con sus iglesias, por la sencilla razón de que ese apoyo ya lo tenía mientras estaba, está, tratando de conquistar el voto de centro y centro-izquierda. Por lo tanto, en su entorno ya se ha comenzado a manejar una suerte de plan B, que sostiene que existe un acuerdo entre Labastida y Cárdenas, entre el PRI y el PAN, mediante el cual, a cambio de un ataque recíproco contra Fox, el PRI se queda con la presidencia de la república y el PRD con la jefatura de gobierno del DF.
No es descabellado, pero en el equipo de campaña de Fox se tendría que analizar qué es, realmente, lo que sucede, porque resulta que documentos como el decálogo, en lugar de agudizar las contradicciones internas de las fuerzas cardenistas, las galvaniza y, objetivamente termina acercando posiciones entre el priísmo y el perredismo contra un enemigo común. Y, por eso, para Fox, pareciera que el debate del día 23 ya no resulta tan atractivo como antes.
Pero el otro misil que le tenían preparado a Fox, acaba de estallar: resulta que su hermano menor, Juan Pablo Fox Quezada, fue acusado de un fraude por cien mil dólares por el First National Bank. La acusación no se queda en el papel, los representantes del banco estadunidense en México, hicieron ya una denuncia penal ante la PGR, en Reynosa, Tamaulipas. Aseguran que Juan Pablo se presentó en 1997 como director general de la empresa Vegetales Frescos, con domicilio legal en León, Guanajuato, para solicitar un préstamo, por cien mil dólares. En ese carácter de director general y presentándose como propietario de la empresa, firmó el contrato de la deuda, otorgó garantías y obtuvo el crédito, pero resulta que Juan Pablo Fox apenas si tenía el 1 por ciento del capital accionario de esa empresa y no había recibido facultades para ello ni de la asamblea de accionistas ni del consejo de administración.
El punto se complica para Fox, porque el abogado del First National Bank, Michael McCarthy, asegura que, además, Juan Pablo Fox se presentó "como hermano de los señores Fox Quezada" y dijo que los mismos eran "clientes" de ese banco. Recordemos que, para esa fecha, Vicente era gobernador de su estado. La tesis que priva entre los adversarios de Fox, y que será el eje de los ataques que recibirá en los próximos días desde el PRI y el PRD, es que de la misma forma que otros créditos de las empresas de sus hermanos que terminaron absorbidos por el rescate bancario, lo que ocurrió con éste, aseguran sus adversarios, es que sus familiares, con base en las relaciones políticas y personales del ahora candidato, obtuvieron créditos sin las garantías debidas, que esos créditos no se pagaron y que debieron ser reestructurados en múltiples oportunidades, buscando que, finalmente, fueran absorbidos por esquemas de rescate financiero. La tesis deja espacio para muchas dudas y divergencias, pero Fox tendrá que dar una explicación a fondo sobre estos temas, porque una cosa es un crédito, como los que están en Fobaproa, cuya falta de pago puede ser responsabilidad última de muchos factores, y otra, distinta, es un fraude, usurpando una personalidad jurídica que no se tiene.
Las versiones ya han comenzado a circular. Ayer mismo en la tarde se decía insistentemente que Fox había utilizado la gira por Los Ángeles para reunirse con representantes del First National Bank para evitar que avanzaran en sus demandas, incluyendo una reunión que habría mantenido Fox con algunos de sus aportantes en Los Ángeles la noche del domingo, en la que se acordó el envío de recursos a través de una casa de cambio ubicada en Concord, California. Son versiones, rumores, pero ya están circulando y le hacen daño a su candidatura en el sector que más necesita: los sectores medios y sobre todo, los indecisos, que definirán el 2 de julio.
La gente de Fox asegura que se trata de una contraofensiva en contra de su candidato porque está arriba en las encuestas. Puede ser, pero una cosa no quita la otra: sin duda, el PRI y el PRD quieren romper la campaña de Fox y para ello recurrirán a muchos métodos y denuncias, pero el problema es que campaña o no, el foxismo debe responder a las denuncias si son falsas y explicarlas si son ciertas. En todo caso, la divulgación del decálogo, parece ser mucho más un error interno, desde su origen, que responsabilidad de sus adversarios.
En síntesis, serán estos días difíciles para Fox, en los que en buena medida estarán en juego sus posibilidades reales para el 2 de julio. Hasta ahora, sus contradicciones habían sido ignoradas por amplios sectores que, pensando en el cambio, fueron siempre indulgentes con su candidatura, como le ocurrió en 1997 a Cárdenas en el DF. Habrá que ver si eso, ahora, sigue igual.
Archivos recuperados
La esperada adjudicación que el IPAB hizo a banca Santander del grupo financiero Serfín pondrá en el debate, en los próximos días, una vez más, la propuesta que hizo Banamex para fusionarse con Bancomer o si éste acepta la oferta anterior para ser absorbido por el banco español BBV. Es mucho lo que está en juego. Otra fusión que dará mucho de qué hablar si finalmente se realiza será la de Televisa con el grupo Radio Centro, en donde la Comisión de Competencias que encabeza Sánchez Ugarte tendrá que decidir si la aprueba o no.