01-02-2016 Hoy comienzan las primarias en EU para elegir candidatos presidenciales a los partidos demócrata y republicano con los caucus de Iowa. Un proceso que culminará el martes 8 de noviembre, día electoral.
En julio pasado, cuando comenzaron las precampañas, se pensó que en el Partido Demócrata no había más alternativa a Hillary Clinton que el vicepresidente Joe Biden que rápidamente, por distinto problemas familiares, decidió que no iría. Poco después comenzó a aparecer un senador poco conocido, del ala izquierda del partido, que se autodefine como socialista (un término casi prohibido en la política estadunidense) que se pensaba que tendría una campaña casi testimonial, Bernie Sanders.
Entre los republicanos hacía irrupción, aquel julio, Donald Trump. Parecía una mala broma mientras calentaba motores el verdadero candidato, Jeb Bush.Trump era, decían los analistas, “una tormenta de verano”: cuando comience el proceso en invierno, cuando inicien las campañas en televisión y haya que recurrir a los recursos y las estrategias, Trump, como muchos otros antes, pasaría al olvido.
Pero el hecho es que hemos llegado a febrero y nada ha sido como se esperaba. Entre los republicanos, Trump sigue a la cabeza, no ha modificado en absoluto su discurso (en realidad lo ha endurecido) y peor aun está corriendo a toda la base del partido republicano hacia posiciones cada vez más extremas, lo que se refleja en el hecho de que Bush ha sido prácticamente borrado de las encuestas y los perseguidores de Trump sean Ted Cruz y Marco Rubio, los dos, más aún el primero, de la derecha más cerril.
El 19 de agosto pasado recordábamos aquí que “en las elecciones de 1929, el pequeño y despreciado partido nazi de Adolf Hitler alcanzó apenas uno por ciento de la votación en Alemania. Cuatro años después, en 1933, con apenas un tercio de los votos, y con una combinación de amenazas y engaños, Hitler logró ser designado primer ministro. Todos pensaban que era un payaso que serviría para frenar el avance de los socialistas (a los que los comunistas tampoco apoyaban siguiendo órdenes de Moscú). Era un payaso, pero uno que habría que haber tomado muy en serio, tanto que llevó a Alemania, en menos de seis años, a la Segunda Guerra Mundial y provocó la muerte de millones de personas.
“En una nación en crisis, donde faltaba el trabajo, donde la inflación alcanzó niveles nunca vistos y marcada por una virulenta polarización política, Hitlerresponsabilizó de todos los males a los judíos, pero también a gitanos, comunistas, homosexuales, y demandó “espacio vital”, en otras palabras, expandirse territorialmente a costa de sus vecinos, cuyos migrantes estaban, decía, contaminando la pureza racial del pueblo alemán. No hay nada más fácil en política, sobre todo, en tiempos relativamente oscuros, que tratar de identificar una propuesta partidaria con un enemigo, interior y/o exterior (y si cumple con las dos condiciones mejor), al que responsabilizar de todas las penurias. Eliminando a ese enemigo (llámense judíos, migrantes o mafia en el poder) todos los problemas se solucionarán… y si no se solucionan la propia lucha contra ese enemigo constituye una coartada suficiente como para seguir con el juego.
“Eso, continuaba aquel texto de agosto pasado, es lo que está haciendo Donald Trump en su discurso contra los migrantes mexicanos en EU (y contra los musulmanes, los chinos y otros), incluyendo su propia versión de la solución final: un EU sin migrantes indocumentados que recupere las fuentes de trabajo para los blancos y milagrosamente mejore la economía, la seguridad y la calidad de vida”.
“Lo que dice Trump, escribíamos entonces, es estúpido, pero no es más estúpido que lo que decía Hitler culpando a los judíos de la decadencia alemana. Ambos tienen una solución final para el problema y los dos se acercaron al poder con una base social permeable a ese discurso… Trump ha dejado de ser una mala broma. Hay que tomarlo en serio y actuar con seriedad para contrarrestarlo, allá y aquí. La seriedad que no se tuvo en Alemania hace casi un siglo para impedir que creciera otro payaso que también hizo del racismo su discurso para llegar al poder”.
No hay mucho más que agregar. Si los candidatos republicanos son Trump o Cruz, incluso, Rubio, ese partido habrá perdido el centro político y éste quedaría en manos de Hillary, quien se ubica firmemente en él. El problema es que entre los demócratas, Sanders se ha convertido en un dolor de cabeza, que, incluso, puede ganar alguna de las dos primarias iniciales: la de Iowa y la de New Hamsphire.Sanders sería una pesadilla para los demócratas, porque polarizaría la elección hacia la izquierda y él sería, paradójicamente, quien le abriría reales posibilidades a personajes tan siniestros como Trump o Cruz.
En cualquier dinámica de futuro, para México y los mexicanos, de las actuales opciones, las que competirán este lunes, la única aceptable y deseable es HillaryClinton.