Hoy, a las 21 horas se efectuará el debate presidencial que originalmente estaba planeado para el martes pasado, que se canceló el sábado en la madrugada y que motivó el show televisivo que pudimos, todos, ver el martes en la tarde y noche. Sin duda, el morbo por ver la continuación de ese espectáculo es grande, pero, muy probablemente, si los candidatos actúan con algo de sentido común, quienes esperen un segundo round del enfrentamiento del martes, podrían quedar desilusionados.
Hoy, a las 21 horas se efectuará el debate presidencial que originalmente estaba planeado para el martes pasado, que se canceló el sábado en la madrugada y que motivó el show televisivo que pudimos, todos, ver el martes en la tarde y noche. Sin duda, el morbo por ver la continuación de ese espectáculo es grande, pero, muy probablemente, si los candidatos actúan con algo de sentido común, quienes esperen un segundo round del enfrentamiento del martes, podrían quedar desilusionados.
¿Qué puede mostrarnos el debate de hoy?, ¿qué pueden decir de diferente o nuevo los candidatos respecto a lo que ya se ha dicho?. La gente observará cómo reacciona Fox, si recompone su imagen o insistirá en el esquema del martes; observará qué actitud tomará Cárdenas: en donde pondrá la mira; le prestará especial atención a Labastida, para ver si comete un error tal que le obligue a modificar la estrategia electoral actual que, en los últimos días, se ha mostrado mucho menos tensa que en las pasadas semanas. Pero no habrá mucho más. Ojalá lo hubiera: ojalá los candidatos se muestren tal como son en términos políticos, que debatan más con ideas que con adjetivos. Pero ello no está inscripto en la lógica de los debates. Sobre todo, porque, como consecuencia de lo ocurrido en los últimos días, los candidatos llegan, algunos con el ánimo alterado, y otros cuidadando lo recuperado.
¿Cómo llegan los candidatos a este encuentro?. Cuauhtémoc Cárdenas sin duda llega en su mejor momento en esta campaña. Cárdenas vivió días difíciles, incluso se habló en las horas posteriores al debate de abril sobre un derrumbe que podría dejarlo por debajo de Gilberto Rincón Gallardo. Evidentemente, no sería así, pero tampoco se percibía que Cárdenas pudiera remontar la cuesta tan empinada en que se había convertido su tercera campaña presidencial. Sin embargo, a lo largo de mayo, a través de un endurecimiento del discurso opositor y sobre todo desde que comenzó a marcar distancias con Fox, diluyendo las versiones de que podría declinar a favor del candidato panista, Cárdenas comenzó a reposicionarse tímidamente y, posteriormente, a consolidar su candidatura. No está en los primeros lugares, pero sí ha logrado recuperar su porcentaje electoral histórico y su desafío en el debate es lograr seguir creciendo, rebasar ese nivel. En este sentido, su rival a vencer, sin duda, es Vicente Fox.
Pero eso le implicará otro desafío a Cárdenas: ¿cómo hacerlo sin mostrarse como parte de una alianza con Francisco Labastida, cómo la que plantean en el campamento de Fox, que se ha dado?. Sin duda, Cárdenas tendrá que abocarse a atacar dos frentes, para conservar un perfil propio.
Por otra parte, Labastida seguramente llegará sabiendo que tendrá algunos ataques de Cárdenas, que Fox se lanzará en su contra para polarizar el debate y que su tarea, en términos de real politik no será ganar el debate sino no perderlo. No es lo mismo: Labastida, como se han dado las cosas y como se presentarán hoy en la noche, lo que requiere es conservar espacios y electores. Pero ya no podrá caer en los tres errores del debate de abril: recordar los agravios de los que pudiera haber sido objeto, no discutir el tema de que no está en la cabeza de las encuestas o perder, como él mismo dijo, el postdebate. No en vano, al terminar ese encuentro, Labastida cambió buena parte de su equipo de campaña. Ahora llega, sin duda, en una situación más cómoda pero tampoco será fácil.
Quien por primera vez desde el inicio de la campaña llega a un momento clave en una situación de dificultades políticas, es Vicente Fox. Hasta hace algunos días, a Fox le había salido todo bien: crecía en las preferencias electorales, se posicionaba como el factor de cambio, acumulaba alianzas y polarizaba la elección entre él y Labastida. Nunca pensó Fox que las cosas podrían modificarse, en buena medida por el cambio de actitud de Cárdenas que, en lugar de entrar en una dinámica de declinación en su favor (que tendría que ser, analizando lo sucedido en el debate de abril, la coyuntura que ahora tendríamos que estar viviendo, por lo menos en el escenario de la estrategia que se había planteado Fox), se lanzó a una fuerte campaña antifoxista que le abrió un flanco inesperado y que no supo cerrar a tiempo, al contrario, se acrecentó en forma inusualmente rápida.
Sin lugar a dudas, Fox lanzará una estrategia que busque confirmar su tesis central: que existe una alianza en su contra del PRI y el PRD, de Labastida y Cárdenas. Le recordará a ambos sus orígenes políticos y destacará que él es la única opción real de cambio. En fuentes panistas se habla incluso ya de los detalles de ese supuesto pacto PRI-PRD: hablan de un encuentro realizado en el fin de semana entre dos sonorenses destacados, Manlio Fabio Beltrones y Jesús Zambrano, donde, según esta versión se habría llegado a acuerdos que irían desde el registro de Andrés Manuel López Obrador en la capital, hasta acuerdos en torno al debate e incluso la no acción judicial contra Zambrano y Ramón Sosamontes en la demanda que les había iniciado José Córdoba. La verdad es que no se pueden comprobar, fehacientemente esas versiones, pero ahí están y marcarán la línea que buscará establecer Fox.
La estrategia es lógica pero también peligrosa, sobre todo si ciertos amigos de Fox siguen considerando como línea partidaria colocarse como víctimas de una gran conjura en la que no sólo tienen como enemigos a sus adversarios partidarios sino también a distintos sectores políticos y sociales y, en lugar destacado a todos los medios, aparentemente con la sola excepción de televisión Azteca. En los hechos, las agresiones gratuitas de algunos amigos contra periódicos, empresas de comunicaciones, contra comunicadores, han sido una constante en los últimos días que contrasta, sobre todo, porque hasta antes de que las cosas comenzaran a complicarse, en el foxismo se consideraba que en los medios estaban sus principales aliados. Ayer mismo, la coordinadora de prensa de Fox, Marta Sahagún tuvo que enviar una circular a todos los coordinadores de campaña en los estados en la que les recordaba, como si eso tuviera que ser necesario, que "nuestra relación con los medios de comunicación ha sido siempre honesta y respetuosa y así debe continuar hasta el final de la campaña presidencial y posterior a ella" y les pide, además, actuar con "prudencia". No siempre lo hacen así sus partidarios y si no ratifican rápidamente correrán el peligro de sufrir el síndrome Castillo Peraza, que en 1997, con o sin razón, enrareció su posición con los medios, se peleó con buena parte de ellos y terminó en una situación de aislamiento político inédito para el panismo en el DF. Y éste no es símil exagerado.
Archivos recuperados
Me habló Jorge G. Castañeda para decirme que no estuvieron ni él ni Adolfo Aguilar Zínser en la reunión de la noche triste del martes, del equipo de campaña de Vicente Fox en el hotel Marriott, de la que hablábamos ayer en esta columna. También dice Jorge que en realidad fue Adolfo quien más insistió, desde el mismo sábado, que Fox debía ir al debate. Lo cierto es que, como decíamos, una de las operaciones importantes que deben realizarse en estos días en el foxismo, es cerrar las puertas de las divergencias internas que ahí están, que se filtran dentro y fuera del PAN, y que comienzan a ser muy dañinas para la causa del guanajuatense.