03-05-2016 Lo nota recorrió todas las redacciones durante el domingo: el cardenal Norberto Rivera había acusado al terminar la homilía en la catedral metropolitana a Miguel Ángel Yunes Linares, el candidato del PAN-PRD en Veracruz, de pederasta. Según un medio digital el cardenal Rivera en una improvisada conferencia de prensa había dicho que “es bien sabido que personas como Succar Kuri, Miguel Ángel Yunes Linares y Mario Marín llevan décadas involucrados en delitos de explotación sexual de menores. Si bien es de mi conocimiento que algunos ya fueron remitidos a prisión, la sociedad y la justicia de Dios no se explican el porqué algunos siguen libres”. Era una bomba.
El problema es que, también, era una absoluta mentira. El cardenal no hizo declaración alguna, menos aun ofreció una conferencia de prensa, y obviamente no hay sonidos ni imágenes de esas declaraciones. Varias horas después, cuando la noticia había recorrido todos los medios, la oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis emitió un comunicado en el que “desmentía tajantemente las supuestas declaraciones del sr. cardenal Norberto Rivera Carrera… es falso, agregaba, que el cardenal Rivera Carrera haya hecho señalamientos sobre pederastia en contra de Miguel Ángel Yunes, Mario Marín o Succar Kuri”. Pero, incluso, la Arquidiócesis señaló que hasta las palabras del cardenal en la homilía habían sido inventadas: “Las palabras de su homilía dominical no tienen relación alguna con las señaladas en esta falsa nota”, dice el comunicado.
No simpatizo con el cardenal Rivera y creo que Yunes Linares tiene que ofrecer muchas y muy precisas explicaciones sobre su inexplicable y documentada fortuna de más de 400 millones de dólares. Creo, también, que sobre los casos de abuso de menores se han publicado muchas cosas, algunas comprobadas, como es el caso de Succar Kuri, otras que son sospechas o simples difamaciones. Esas acusaciones son tan graves que no pueden ser admitidas sin pruebas. Pero lo cierto es que no recuerdo que se hayan inventado declaraciones de un arzobispo, en plena homilía dominical en la Catedral Metropolitana, y se les haya difundido con tanta ligereza.
Ayer Juan Ignacio Zavala, escribía que éstas “serán las semanas del estiércol que volará por los aires mañana, tarde y noche. Se trata de información obtenida por métodos poco escrupulosos por decirlo de alguna manera. La difusión de esa información ha encontrado en las redes sociales a su mejor aliado. Antes, este tipo de información se filtraba a algún periódico o noticiero para darla a conocer. Hoy basta ponerla en el Facebook o en Twitter y avisarles a un par de periodistas que hay información disponible. De esa manera se enciende el ventilador que salpica a todos”. El caso del cardenal y el candidato se inscribe, sin duda, en ello, pero incluso lo supera porque no se parte siquiera de una declaración real, es un invento de cabo a rabo.
El tema se repite: el ahora despedido Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes usó el sistema hasta hartarse: negaron el incendio en el basurero en Cocula a pesar de que el mismo fue certificado por un peritaje que ellos mismos pidieron; insistieron en que había un “quinto” autobús (en realidad hubo siete) secuestrado aquel 26 de septiembre que llevaba droga a Estados Unidos, y cuando les demostraron que no era así, dijeron que la Procuraduría General de la República les había “cambiado” el autobús; acusaron al jefe de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, de haber sembrado pruebas y cuando éste les demostró que toda la diligencia de la que hablaban había sido pública, con medios y hasta con integrantes de grupos internacionales, dijeron que eso también había sido trucado. Una suma de mentiras aceptada alegremente por muchos medios y periodistas porque les pareció políticamente correcta.
El exgobernador Ángel Heladio Aguirre que, para su propio asombro, no ha terminado en la cárcel por el caso Iguala, se lanza a una campaña, acompañado por plumas prestigiosas, para revertir en su favor aquel crimen terrible: ahora resulta que Aguirre advirtió de los lazos de los Abarca, operó la misma noche del 26 de septiembre para buscarlos, informó a las autoridades federales, es todo un héroe incomprendido, hasta se olvidaron ya de la relación especial que tenía con la señora María de los Ángeles Pineda. Y las plumas prestigiosas aceptan sin cuestionar los dichos del exgobernador y preparan un libro exculpatorio.
López Obrador puede decir en sus cientos de miles de anuncios (pagados por todos nosotros) que “lo quieren callar” y que el avión presidencial “no lo tiene ni Obama” y atribuirle un costo exorbitante, y casi nadie lo desmiente, aunque por supuesto que Obama o muchos otros mandatarios tienen aviones presidenciales mucho más modernos y costosos que el TP001.
Decía Alfred Adler que “una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”. Hoy día el temor, o el desprecio, a la verdad es nuestra gran amenaza.