No perderse, no encontrar atajos que nos lleven a caminos sin salidas, es hoy realmente difícil en la relación entre los medios, los comunicadores y el poder, entendido éste no sólo como el gobierno, sino como la sociedad política, las organizaciones y los personajes que detentan el poder real en el ámbito político, económico y social.
No perderse, no encontrar atajos que nos lleven a caminos sin salidas, es hoy realmente difícil en la relación entre los medios, los comunicadores y el poder, entendido éste no sólo como el gobierno, sino como la sociedad política, las organizaciones y los personajes que detentan el poder real en el ámbito político, económico y social.
Una muestra más de ello la tuvimos ayer con motivo de la celebración del día de la libertad de expresión: se pudieron ver en casi todas sus facetas los tonos de esa relación e incluso, por primera vez, los seis candidatos presidenciales abordaron explícitamente el tema de su relación con los medios. Y hubo, como era previsible, de todo.
En la mañana, el presidente Zedillo hizo un buen discurso que refleja, casi con claridad, cómo concibe su relación con los medios. Apoyó la propuesta del jurado del premio nacional de periodismo, de que el gobierno se desligara completamente de esa premiación y del jurado, estructurando un mecanismo nuevo, profesionalizado, para ello y agregó algo que no puede dejar de llamar la atención: dijo que desde el inicio de su mandato había pensado que algo así sería positivo, pero que no lo llevó adelante porque pensó que los medios lo tomarían como una descortesía, una falta de interés en ellos. Si el presidente Zedillo, al que nadie le puede negar haber aceptado una amplísima, inédita, libertad de expresión durante su mandato, hubiera tenido más y mejor contacto con los periodistas y con los medios, si hubiera abordado este tema con quienes ejercemos a diario este oficio, se habría encontrado con que esa es una demanda sentida por buena parte de este gremio y que esa propuesta hubiera sido, sin duda, bien recibida.
Ya en la comida de la asociación de editores, el secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco, refrendó lo dicho por el presidente Zedillo en la mañana, pero el plato fuerte estuvo, sin duda, en la presentación de los seis candidatos…si es que llega ese número de aspirantes al 2 de julio. Por lo pronto, el primer orador, Porfirio Muñoz Ledo, abandonará su candidatura en los próximos días a favor de Vicente Fox. Ayer, ambos, se abrazaron, se saludaron, hicieron coincidir sus discursos y terminaron haciendo la V sobre la cabeza de Francisco Labastida. Porfirio aprovechó el espacio para tratar, un poco gratuitamente, de ajustar cuentas con el presidente Zedillo y el secretario Carrasco, pero explicó bien el papel de los medios como actores de los procesos de transición. Sin embargo cometió un error conceptual al referirse al 2 de julio: y sostuvo que sin alternancia no habrá transición.
Lo que llevó a una respuesta sólida de Labastida (quizás en el mejor discurso que se le ha escuchado en un acto de este tipo) en el cual, además de golpear al panismo por las amenazas que supuestamente desde su seno se han dirigido contra algunos comunicadores, le dijo a Porfirio que para garantizar la transición lo que se debe hacer es asegurar los mecanismos que permitan la alternancia, porque que ésta por sí sola no garantiza nada. Gilberto Rincón Gallardo se concentró en la necesidad de la autoregulación de los medios, reiteró su propuesta de que exista un ombudsman (una propuesta que se esgrime una y otra vez pero que nadie sabe cómo aterrizar en forma coherente y de forma tal que no dependa de una decisión de poder, en cualquiera de sus expresiones). Pero quizás su propuesta más importante fue electoral: que todos los candidatos en los próximos días dejaran de polarizar la situación y se comprometieran públicamente a aceptar el resultado electoral que avale el IFE en las horas posteriores al 2 de julio.
Le tocó el turno a Cuauhtémoc Cárdenas, que por alguna extraña razón parecía estar muy apurado por concluir su discurso y que distribuyó su tiempo dándole un llegue al gobierno federal y al PRI, pero concentrándose mucho más en el panismo y particularmente en Vicente Fox. Habló incluso de falta de estabilidad mental del candidato de la Alianza por el Cambio y dijo que la suya es una candidatura que busca la revancha contra Juárez, contra Lázaro Cárdenas, contra los jóvenes del 68 y contra el 88 (que se ha convertido en una bandera quizás demasiado reiterativa del ingeniero en los últimos días). Quedó claro que para Cárdenas, su gran enemigo es, sin duda, Fox.
Manuel Camacho Solís participó con un discurso relativamente previsible pero dicho mucho mejor y con mayor fuerza que buena parte de sus últimas intervenciones. Pero habló poco de los medios y prefirió concentrarse en su propuesta: el acuerdo nacional opositor, aunque destacó, con un golpe también para Fox, de que no es suficiente con tratar de sacar al PRI de Los Pinos.
Le tocó cerrar a Vicente Fox y lo hizo con luces y sombras: comenzó citando una encuesta del PRD (que ese partido no ha distribuido ni reconoce) que lo daría como ganador y se extendió demasiado en una propuesta de gobierno que ya había presentado en otras oportunidades. Terminó hablando de los medios "que honran su libertad de expresión". Pero sobre todo se comprometió a respetar la libertad y la diversidad en la sociedad. Tuvo un párrafo para la tolerancia y, por último, se deslindó, él y su partido, de las amenazas enviadas, aparentemente, por sus partidarios a algunos comunicadores.
Todo esto se vio relativamente distorsionado por un alud de fotógrafos que estuvieron casi todo el tiempo arremolinados en torno a Labastida (algún miembro del equipo del priísta dijo que en la encuesta de los medios iban tres a uno en su favor) que ayer salió muy bien librado.
Pero con todo, no deja de ser significativo que los candidatos hablen mucho más de sus propias campañas y objetivos que de sus compromisos de fondo con los medios, que todos hayan hablado de tolerancia pero, la mayoría de ellos, con la excepción de Labastida y Rincón Gallardo, hayan "calificado" a los medios de distinta forma, y finalmente que casi nadie (una vez más con la excepción de Gilberto) habló, pidió incrementar la ética profesional de los propios medios, unos medios que estuvieron prácticamente ausentes de su propia celebración, sobre todo en la comida de la asociación de editores.
Archivos recuperados
Hablando de medios, ética personal y profesional y de tolerancia. Ayer se distribuyó un documento anónimo (en realidad lo distribuyeron miembros de la bancada priísta en la comisión permanente del Congreso de la Unión) sobre Vicente Fox que mereció, incluso, la primera plana y una amplia cobertura de algunos medios, como el periódico Excélsior. Tenemos copia de dicho documento y lo primero que llama la atención es que tiene la misma estructura, diseño y tipografía que otro que se distribuyó en los días previos a la elección interna del PRI contra Roberto Madrazo. En aquel, como en éste, se entremezclaban datos reales con falsedades absolutas y una suma de chismes (sobre todo de índole sexual) respecto a la vida privada del personaje en cuestión, que sólo pueden calificarse como indignos de tratarse en un medio de comunicación. Ya abordaremos el capítulo político de ese documento plagado de errores, pero el abordar así la vida privada de un candidato presidencial es parte de una guerra sucia que ojalá no se generalice en estos días. Pero para ello es necesario un compromiso: los medios con una ética profesional coherente no pueden hacerle el juego a ese tipo de chismes de alcoba.