28-07-2016 “No hablo de venganzas ni perdones, el olvido
es la única venganza y el único perdón”
Jorge Luis Borges
¿Qué le pasa a Vicente Fox? ¿por qué este afán tan protagónico de los últimos tiempos: programa de televisión propio, declaraciones controvertidas, pelea, reconciliación y pelea con Donald Trump, militancia pro marihuana? ¿qué le falta, qué siente el ex presidente?
En lo personal y para muchos, el nombre de Fox va unido a una gesta política: el de su triunfo electoral en el año 2000. Más allá de opiniones e ideologías, aquella campaña alcanza y sobra para colocar a Fox en una página de la historia nacional. No es una exageración. Pero pareciera que el ex presidente está empeñado en oscurecer su gran legado, que va incluso más allá de los éxitos y fracasos de su gobierno, con una serie de declaraciones cuestionables y que generan hasta un humor involuntario.
Su rencor con Felipe Calderón me asombra porque más allá de sus diferencias personales o políticas, lo cierto es que durante la administración Calderón no se tocó ni a Fox ni a ninguno de los personajes de su círculo cercano pese a que hubo enormes presiones para que así fuera. En ese sentido, su sucesor fue respetuoso y cuidadoso con Fox, con su esposa Marta y con los hijos de ambos.
Pero Fox, que con este reportero siempre ha sido un hombre gentil, atento e incluso afectuoso, ha hecho declaraciones sin sentido como la de pedir una Cocopa, una comisión de intermediación como la que se creó para negociar con el zapatismo, para hacerlo con los narcotraficantes o responsabilizar a Calderón de generar una violencia criminal que en realidad había comenzado en 2004, durante su gobierno. Está en todo su derecho en opinar que se debe legalizar la marihuana, pero decir, como ha dicho, que si eso ocurre, la sembrará y comercializará, demerita, por lo menos, su legado. Estuvo en su derecho de apoyar a Peña Nieto en la campaña del 2012, pero de esa forma traicionó a quien había sido parte muy importante de su equipo, Josefina Vázquez Mota: no tenía necesidad de hacer esa declaración.
Regresemos a lo último: en una entrevista un poco extraña con un medio argentino, don Vicente dijo que se vomitaría contra cualquiera que metiera a su familia a la política y dijo que por eso no quiere a Felipe Calderón, en relación con la aspiración presidencial de Margarita. También dijo que la ruptura con su sucesor fue porque éste se rebeló ante él, buscando por fuera la candidatura del PAN.
Más allá de que resulta insólito pensar que una mujer como Margarita es una simple comparsa de su marido (o de cualquiera), no recuerdo una pareja presidencial más involucrada en la política que la de Fox y Marta Sahagún. Con todo derecho, Marta manejó la campaña del año 2000, lo que provocó incluso la ruptura de personajes muy cercanos a Fox. La boda de Marta y Vicente se realizó el día del cumpleaños del presidente, el día del primer aniversario de su triunfo electoral y cuando estaba de visita oficial el entonces jefe de gobierno español, José María Aznar, que vio, no sin asombro, cómo la visita se convertía en la fiesta de la pareja anfitriona.
Marta no sólo creó Vamos México, una organización que concentró buena parte de los recursos de todas las organizaciones filantrópicas, con la molestia de éstas, sino que se convirtió en el motor de Los Pinos. No había un tema, salvo los económicos donde Paco Gil tenía todo el control, que no pasara o donde no interviniera Marta, quien además quiso públicamente buscar la candidatura presidencial. Recuerdo largas pláticas con Marta sobre cómo había trabajado Eva Perón, sobre Hillary y sobre otras mujeres poderosas que ella admiraba precisamente por eso: por su poder.
Lo cierto es que más allá de sus aciertos y errores, Marta (una mujer que es mucho más compleja, en el buen sentido de la palabra, de la imagen simplificada que muchos han construido de ella) fue un factor de poder indudable y vaya que participó en la campaña, en la presidencia y en la política del sexenio de Fox. Y sus familias en los negocios sexenales, de todo tipo.
¿Qué decir de rebelarse para alcanzar la candidatura? Eso es lo que hizo Fox un día después de las elecciones de 1997, alzándose contra toda la dirigencia del PAN que primero lo ignoró, después, lo subestimó y finalmente lo aceptó a regañadientes, aunque algunos, como Carlos Castillo Peraza, prefirieron, de plano, renunciar al PAN. Su equipo, su gabinete, su programa de gobierno, fue una rebelión, en sí mismos, contra el PAN. Resulta inconcebible que una rebelión mucho menor, haber renunciado a una secretaría de estado para buscar desde el llano una candidatura, siga siendo hasta el día de hoy el centro del rencor de Fox con su sucesor.
Cada noche, en mi programa de televisión insisto en que en el poder y en la política todo, absolutamente todo, es personal. Estas declaraciones del ex presidente lo ratifican. Vicente Fox ya tiene un lugar en la historia ¿para qué empañarlo gratuitamente por un simple afán de protagonismo o por rencor?