Cuando el jueves casi a la medianoche se dio a conocer la famosa narco lista, elaborada por las distintas agencias estadunidenses de seguridad, encabezadas por la CIA, asistimos al parto de los montes.
Cuando el jueves casi a la medianoche se dio a conocer la famosa narco lista, elaborada por las distintas agencias estadunidenses de seguridad, encabezadas por la CIA, asistimos al parto de los montes.
La lista es tan desconcertante que confirma el porqué del fracaso absoluto que ha tenido la nación más poderosa de la tierra en la lucha contra el narcotráfico. Como se ha publicado en esa lista hay doce personas, entre ellas seis mexicanos: los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix, los hermanos José de Jesús y Luis Ignacio Amézcua, Rafael Caro Quintero y Vicente Carrillo Fuentes.
Evidentemente esos no son los seis principales narcotraficantes de México, con excepción de los hermanos Arellano Félix y, quizás, de Vicente Carrillo Fuentes. Los Arellano están bajo un intenso hostigamiento policial binacional y todo indica que su mejor época ya pasó. No decimos con eso que el narcotráfico en esa zona de la frontera ha disminuido, al contrario, incluso ha crecido, pero existen muchos indicios que comienzan a demostrar que los Arellano podrían estar comenzando ya a ser desplazados del que ha sido durante casi quince años su feudo. La guerra que libra contra ellos el cártel de Sinaloa, encabezado por Ismael El Mayo Zambada ha sido y es encarnizada, ha dejado miles de muertos y podría estar comenzando a volcarse a favor de éstos, luego de las caídas de Jesús Labra e Ismael Higuera, los dos principales operadores del cártel de Tijuana.
En el caso de Vicente Carrillo Fuentes, sin duda éste heredó parte del imperio de su hermano Amado Carrillo, pero nadie podría asegurar que se ha quedado con el control del cártel. Todo indica que quizás el más antiguo de los grandes narcotraficantes Juan José Esparragoza, El Azul, tiene más peso e influencia que Vicente Carrillo. Esparragoza era el hombre de confianza y el operador privilegiado de Amado Carrillo y bajo su control, por ejemplo, el cártel de Juárez fue desplazando a los distintos grupos que operaban en Guadalajara y, sobre todo en Ciudad Juárez, donde fueron aniquilados a sangre y fuego sus adversarios. Finalmente han logrado una importante expansión hacia toda la vertiente del Golfo, donde ya controlan ese sector de la frontera, asociados con un antiguo subalterno de Juan García Ábrego, Osiel Cárdenas. Existe otro sector del cártel de Juárez, aparentemente controlado por Eduardo González Quirarte, e incluso quedan sectores que no se sabe dónde se encuentran, como el de Ramón Alcides Magaña, alias El Metro, que controlaban (¿se debe usar la forma pasada del verbo?) el tráfico de drogas en la península de Yucatán. Y varios de esos narcotraficantes parecen más poderosos que Vicente Carrillo. Entonces ¿por qué se enlista a éste y no a los otros?.
Los hermanos Amézcua están presos desde hace aproximadamente dos años y es verdad que controlaron buena parte del mercado de las metanfetaminas, pero es evidente que están muy lejos, en estos momentos, de tener semejante influencia, sobre todo porque es en los propios Estados Unidos donde está localizada primordialmente la producción de ese tipo de drogas (para ello sólo hay que ver el artículo de portada de Time de esta semana sobre la droga llamada éxtasis, su nivel de consumo en ese país y el debate abierto sobre su legalización). Nadie podría negar que los Amézcua fueron narcotraficantes importantes, pero pareciera que el interés en ellos está más puesto en tratar de explotar en el futuro ciertas relaciones políticas o económicas (reales o ficticias) de ese grupo, que en su verdadera importancia en el tráfico de drogas. Son además, parte de la agenda personal antidrogas de la influyente senadora Dianne Fainstein, quien fue la que impulsó precisamente esta ley.
Otro enlistado que está detenido, desde hace nada más y nada menos que quince años, es Rafael Caro Quintero, responsable del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena y colocado en ese "privilegiado" lugar en la lista de narcotraficantes simplemente como una forma de recordar que las agencias estadunidenses no olvidan un crimen de esas características. Caro Quintero nunca fue el gran jefe del narcotráfico en México, sobre todo porque su especialización era la mariguana, y como sabemos, precisamente a partir de esos años, mediados de los 80, fue cuando la cocaína se impuso. Caro Quintero, independientemente de su megalomanía y de su violencia, trabajaba para el hombre que precisamente se encargaba del tráfico de cocaína y que era la verdadera cabeza del cártel, con sólidas relaciones sociales y políticas, Miguel Ángel Félix Gallardo, detenido desde 1989.
Versiones extraoficiales indican que, en realidad, el mensaje que el gobierno estadunidense quería enviar colocando en la lista a tres narcotraficantes que están actualmente presos, es que esos hombres siguen manejando sus respectivos cárteles desde allí, desde la cárcel: pudiera haber sido así desde otros reclusorios, pero desde Almoloya, donde están, eso parece por lo menos muy difícil, fuera del hecho de que en el caso de hombres con condenas tan largas, es poco menos que imposible poder mantener el control de sus territorios originales durante tanto tiempo sin que sean desplazados por sus propios subalternos. Quizás el mensaje es para la justicia mexicana, ya que los tres tienen proceso pendientes que, de acuerdo a cómo se resuelvan podrían acelerar su libertad.
Hay muchos otros narcotraficantes importantes que tampoco están en esa lista y que incluso son, públicamente, poco conocidos: ¿quiénes están manejando el tráfico de drogas en toda la frontera sur? ¿quiénes mantienen relaciones importantes con Centroamérica? ¿quiénes manejan hoy la relaciones con los distintos cárteles colombianos? ¿qué pasó con los Valencia, de Michoacán y Guadalajara, qué con los Díaz Parada de Oaxaca, además de los ya nombrados: Esparragoza, Zambada, González Quirarte?.
Lo cierto es que esta lista indica dos cosas: primero, que para cumplir con su obligación legal, el gobierno estadunidense recurrió a un listado "burocrático" con nombres obvios pero sobre todo, eso es en su caso lo importante, reconocidos por la opinión pública de su país, porque por una u otra razón han tenido "mucha prensa" en Estados Unidos. Eso es lo único que los unifica.
El otro punto es que esta lista seguramente está relacionada con la segunda, la de las empresas que tienen algún tipo de relación con el narcotráfico, las cuales serán sancionadas congelando sus cuentas, expropiando sus bienes y prohibiendo cualquier relación comercial o financiera con ellas en EU, que será dada a conocer dentro de algunas semanas (se ha insistido en que la fecha obligatoria para ello es el 1 de julio; no es verdad: la Casa Blanca, tiene discrecionalidad para definir cuándo da a conocer esa lista e incluso puede eliminar de ella, por cuestiones de seguridad nacional, a las personas o empresas que así considere). La idea es que ya están detectadas desde hace tiempo empresas relacionadas con esos narcotraficantes enlistados. La operación sería la contraria de la pensada originalmente: en lugar de establecer primero quiénes son los narcotraficantes y luego averiguar cuáles son las empresas que se relacionan con ellos, aquí lo que se operó al revés: se decidieron primero las empresas a sancionar y la lista de los narcotraficnates se confeccionó con base en ellas. Esto lo podremos comprobar dentro de poco: cuando se dé a conocer esa segunda lista. Será otro parto de los montes.