26-08-2016 En el 2012 publiqué, junto con Bibiana Belsasso, el libro La élite y la raza, la privatización de la educación (Ed. Taurus). Fue un muy amplio reportaje, acompañado de un documental de una hora, en el que explicábamos que el nuevo gobierno estaba a punto de cometer un error grave. Más allá de sus aciertos y errores, independientemente de que hubiera o no cometido otro tipo de delitos, el gran enemigo de la Reforma Educativa planteada desde mucho tiempo atrás y que la administración Peña estaba decidida a sacar adelante, no era Elba Esther Gordillo, sino la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. También, se equivocaban organizaciones muy respetables, como Mexicanos Primero, que habían ubicado su objetivo, más político que educativo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación sin comprender, quizás por desconocimiento, el enorme peligro que representaba la Coordinadora.
Hoy se “descubre” que las acciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación impulsan la privatización de la educación. Esa era el centro del libro que escribimos con Bibiana en 2012 y que fue, en buena medida ignorado por las autoridades y por distintos grupos interesados en la educación porque no coincidía con sus intereses de coyuntura que eran, principalmente, desembarazarse de Gordillo y marginar al SNTE (quizás porque tenían un pésimo asesor en el tema, el exgobernador José Murat) aunque con ello se liberaba el monstruo de la Coordinadora. Los problemas de Elba Esther eran otros, para la educación y la estabilidad del país el problema era y es la Coordinadora. Esto es parte de lo que escribíamos en el prólogo de La élite y la raza, la privatización de la educación, tan actual hoy como en el 2012.
“En el discurso político de la Coordinadora no hay nada que se acerque a la educación. No es el tema ni el objetivo: en todo caso, es la coartada más o menos eficaz, para una lucha política que tiene que ver con las oposiciones más radicales, y suele pasar por las plazas del magisterio, las que quieren conservar como un bien patrimonial, lo que confirma, una vez más, el profundo conservadurismo de estos sectores que se denominan de izquierda.
Decía Sófocles que “un Estado donde quedan impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina en el abismo”. No se recuerda un año sin que los líderes de la Coordinadora no hayan ordenado tomar la ciudad de Oaxaca o las calles de Morelia, donde no hayan bloqueado espacios públicos en la Ciudad de México, donde no hayan planteado un pliego petitorio imposible de cumplir y, finalmente, no hayan terminado recibiendo dinero y posiciones políticas o de poder de los gobiernos, o incluso de los opositores coyunturales de éstos, que han pensado que están usando esas movilizaciones para descarrilar a sus adversarios sin comprender que así han ido haciendo cada día más fuertes y más impunes a grupos que apuestan solamente por ellos mismos.
“No importa quién sea el Presidente o el gobernador y cuál la coyuntura: se ha creado un monstruo que, paradójicamente, cuanto más hunde al Estado y a su educación, más poderoso se hace. El único interés es el propio… a esos líderes no les interesan ni la infraestructura escolar ni los desayunos, tampoco los útiles o las becas, salvo que les den a ellos el recurso de esos programas para manejarlo. Quieren dinero y por eso piden cosas que saben que no lograrán para quedarse con lo más posible en la negociación, mientras ahorcan al resto de la sociedad en los lugares donde controlan la educación. Y decir que la controlan no es un eufemismo: suelen detentar desde el puesto más alto de la secretaría local de educación hasta las plazas de base… En realidad estamos ante movimientos desestabilizadores que se manejan desde sectores ultras de grupos políticos que se presentan como de izquierda, pero que son descaradamente reaccionarios”.
“Nada beneficiará más a las familias, a los estudiantes y a los propios maestros que reformas educativas que les den a los maestros mayor respetabilidad social y preparación, de la mano con mejores salarios. Pero estas reformas son rechazadas por estos grupos que al mismo tiempo dicen que la Reforma Educativa ‘privatiza’ la educación”.
“¿Qué puede ser más privatizador que exigir que las plazas del sector público sean patrimonio de una persona, que la pueda vender o heredar como un bien personal, privado? ¿Qué privatiza más la enseñanza que la irresponsabilidad de dirigentes magisteriales como los de la Sección 19, la 22 o la 18, en Morelos, Oaxaca o Michoacán, que se toman más días para marchar, manifestarse, hacer plantones o bloquear calles que para dar clases? ¿Qué impulsará más a una familia a enviar a sus hijos a una escuela privada que el hecho de que sus hijos encuentren una y otra vez la escuela pública cerrada y a sus maestros en la calle? Estos grupos son los verdaderos impulsores de la privatización de la educación y quienes quieren regresar a como dé lugar al viejo sistema político, económico y magisterial. Son los más conservadores, los más reaccionarios del escenario político nacional”.
E ignorando esto hemos llegado, cuatro años después a esta situación.