26-09-2016 Hoy se cumplen dos años de la desaparición y muerte de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa. No es verdad que no se sabe cuál fue su destino. Es inexplicable que se diga ahora que se debe hacer un nuevo peritaje en el basurero de Cocula, cuando ya se realizó uno avalado por cinco expertos internacionales que sostuvieron en que allí hubo un fuego que calcinó por lo menos a 17 cuerpos y donde fueron encontrados restos que, al menos en dos de los casos, fueron identificados como de las víctimas. Ese peritaje se realizó en Estados Unidos a pedido de la PGR, los representantes de los familiares y el GIEI. El resultado es público.
¿Qué sucedió esa noche en Cocula? Las autoridades y los familiares de las víctimas lo saben desde finales de 2014 con toda claridad. Hay testimonios, algunos se han hecho públicos y otros no, de lo sucedido. Tenemos copia de los principales, con detalles que hasta ahora no se conocían públicamente. Pero son materiales que están en poder de las autoridades y de los familiares y sus abogados. El relato es largo, excede en decenas de páginas este espacio, pero terriblemente contundente.
El 16 de enero del 2015, Felipe Rodríguez Salgado, alias El Cepillo o El Terco, uno de los jefes de sicarios de Guerreros Unidos, contó cómo la noche del 26 de septiembre le avisaron a las nueve y media de la noche que les llevarían unos “paquetes” (así le dicen a las víctimas). Iban ocho patrullas municipales, con entre 30 y 35 policías y entre 38 y 41 “paquetes detenidos amarrados con mecates, algunos con esposas y otros ensangrentados”. Se fueron con todos ellos en un camión de tres y media toneladas al basurero de Cocula. “Antes del llegar al basurero pateé a uno de los estudiantes que iba debajo de mí y le pregunté que quién los había mandado y me dijo que los mandó El Carrete (jefe del cártel de Los Rojos) de Cuernavaca y en ese momento le marqué una ‘X’ en la espalda con pintura en aerosol”.
Dice El Terco que cuando llegaron al basurero, los de abajo (iban todos apilados) estaban muertos por asfixia y que quedaban vivos unos 18 jóvenes.
Agustín García Reyes, El Chereje, detenido desde octubre de 2014, cuenta que “al llegar al basurero, El Jimmy estacionó la camioneta y ambos empezamos a bajar a los estudiantes que traíamos atrás, los jalamos de los pies y los arrojamos al piso boca abajo y los cuatro (que iban en la camioneta pequeña) estaban vivos”. Enseguida, dice El Chereje, “llegó la camioneta grande y El Cepillo (El Terco), el Jona, el Pato, el Chequel, el Güereque y el Primo, así como el Bimbo y el Pajarraco, empiezan a bajar a los estudiantes que iban amontonados y estaban acostados a lo largo unos sobre otros, boca abajo. No iban amarrados y los comienzan a bajar, los dejan a todos acostados boca abajo y los amontonan… les empiezan a preguntar a qué venían a Iguala. Y los estudiantes, dice, al principio no respondían nada, pero los mismos estudiantes nombraron a una persona apodada el Cochiloco… El Terco y El Pato le empiezan a preguntar al Cochiloco a qué habían venido. Y él respondió que por la esposa de Abarca… le disparan en la cabeza a unos veinte o veinticinco. El Terco nos dice a mí y al Bimbo que empecemos a jalar los cuerpos que ya estaban muertos y los ponemos a la orilla del basurero… el primo del Bimbo y la Rana los agarran de pies y manos y los arrojan al basurero… a los que quedaban vivos los bajaron caminando al fondo del basurero, unos veinte aproximadamente”. Distintos testimonios de los sicarios detenidos coinciden en que éstos fueron muertos a palazos.
“Comenzamos a amontonar muchas piedras y empezamos entre todos a acarrear los cuerpos hacia el círculo y los vamos acomodando. El Terco les echa diesel o gasolina de un galón de veinte litros, les prende fuego con un encendedor y les vamos echando leña y plástico… comienzan a arder y yo —dice El Chereje— sigo juntando botellas, llantas, cualquier plástico para que no se apagara el fuego”.
Cuando los están quemando, cuenta otro sicario, Salvador Reza Jacobo, alias El Lucas, que “le echaron relajo a El Jona y que le dijeron “a que te rajas Jona a comerte un pedazo de carne humana” y el Jona agarró un pedazo de carne y se lo comió. Dijo el Jona, cuenta El Lucas, que sabía bueno y El Pato dijo que cuando se están quemando huele mejor que la carne asada”.
Cuenta El Chereje y coinciden los demás sicarios que “permanecimos cerca de quince horas, hasta que nos dieron las cinco de la tarde… esperamos que se enfriaran las cenizas y los recogimos con la mano y unas botellas. Sólo había una pala. Ocupamos cerca de ocho bolsas de basura… llegamos al río San Juan como a las seis de la tarde y empezamos a arrojar las bolsas completas al río y de ahí nos regresamos”.
Ésa es la terrible historia, relatada por los victimarios, confirmada por pruebas y peritajes, de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014. Lo saben las autoridades, los padres y sus representantes. Hoy lunes, a las 21 horas, en Todo Personal, en Proyecto 40, le presentaré los testimonios inéditos de los asesinos.