Hoy se reunirá el Consejo Político Nacional del PRI, para aprobar una fuerte reestrcuturación interna del partido (en la que destaca nombramientos como los de César Augusto Santiago, María Esther Sherman y Fernando Elías Calles a distintas posiciones del CEN tricolor) y para emitir, el 20 de febrero las convocatorias para la designación de sus candidatos a gobernador en Tabasco y Jalisco, cuyas elecciones constitucionales serán el 15 de octubre y el 10 de noviembre, respectivamente.
Hoy se reunirá el Consejo Político Nacional del PRI, para aprobar una fuerte reestrcuturación interna del partido (en la que destaca nombramientos como los de César Augusto Santiago, María Esther Sherman y Fernando Elías Calles a distintas posiciones del CEN tricolor) y para emitir, el 20 de febrero las convocatorias para la designación de sus candidatos a gobernador en Tabasco y Jalisco, cuyas elecciones constitucionales serán el 15 de octubre y el 10 de noviembre, respectivamente.
Son dos estados peculiares para el priísmo. El primero gobernado por Roberto Madrazo, que fue el principal contrincante de Francisco Labastida el 7 de noviembre y que desea conservar una base política en su estado que le permita tener continuidad en la carrera que Madrazo se propone proseguir, sin duda, después del primero de diciembre del 2000, gane o pierda Labastida la elección presidencial. En Jalisco, el PRI aún no se recupera de la derrota de hace seis años, una derrota anunciada por la crisis, por los malos gobiernos, por la violencia derivada del narcotráfico, las explosiones del sector Reforma en Guadalajara y por el espectro, que ahí sigue, del asesinato del cardenal Juan José Posadas Ocampo.
En Tabasco, la lucha se ha endurecido en grado sumo entre los aspirantes. Inmediatamente después del 7 de noviembre nadie hubiera dudado que el candidato sería el ex subsecretario de Gobernación y actual líder de los diputados priístas, Arturo Nuñez. Sin embargo, vino la operación cicatriz, Roberto Madrazo retomó la posición que había dejado por algunos meses en las manos de Víctor Manuel Barceló y el escenario priísta local se ha modificado. Nuñez, sin lugar a dudas, sigue siendo el favorito, pero el gobernador y su equipo han comenzado a impulsar a uno de los suyos, Manuel Andrade, mantienen a otro, Pedro Jiménez León y, como reacción, uno de los principales antimadracistas, el senador Humberto Mayans ha dicho que él también quiere. Quizás todo eso oculte un nombre, la alcalde de Villahermosa, Gina Trujillo.
La situación es delicada, porque los equilibrios en el estado han quedado muy maltrechos. Es verdad que la candidatura de Andrés Manuel López Obrador por el gobierno del DF, dejó al PRD tabasqueño bastante maltrecho y que el PAN no está en condiciones de disputar la gubernatura, pero una división en el priísmo podría ser fatal para ese partido. Tan es así que en el equipo de Labastida se decidió traer de Cuba a uno de los hombres cercanos al candidato priísta (pero también a Roberto Madrazo), el ahora ex embajador Pedro Joaquín Coldwell, como delegado en ese estado, con el encargo especial de sacar adelante el proceso interno.
En términos políticos, Nuñez es el mejor candidato que podría tener el priísmo. Y si bien no es un político local, ha mantenido su arraigo y su influencia en el estado. A diferencia de sus contrincantes, Andrade o Jiménez de León, no significaría una continuidad lineal con Madrazo pero tampoco un antimadracista declarado como Mayans. Sería la mejor carta para que el priísmo no tuviera rupturas y se reconstituyera en ese estado sin implicar purgas de unos u otros. Sin embargo no se pueden descartar sorpresas. Sobre todo si se decide ir a un proceso interno abierto, donde la fuerza de Madrazo será un factor decisivo.
Por eso la pregunta es cómo avanzará el priísmo en esa decisión. En el pasado no hubiera habido dudas: se hubieran evitado riesgos, se hubiera decidido sacar al candidato como de unidad y éste hubiera sido el que daba más garantías al poder central o al candidato presidencial del priísmo, o sea Nuñez. Pero será difícil sacar un candidato de unidad en Tabasco o instrumentar un consenso como el logrado en Guanajuato para que todos los precandidatos terminaran apoyando a uno de ellos, Ignacio Torres Landa. Lo buscará Coldwell pero de allí a que lo logre hay demasiada distancia, aunque no se lo debería descartar: en buena medida, lo que ocurra en Tabasco con el candidato priísta dependerá, es verdad, de la fuerza de cada uno de ellos, pero también lo es, de las negociaciones entre la gente de Labastida y la de Madrazo. Este quiere garantizar algunas posiciones para los que fueron su equipo y, por lo menos en su estado, el secreto podría estar en las listas de senadores y diputados: pero Madrazo buscará más. El hecho de que la elección sea más de tres meses después del 2 de julio ayuda, objetivamente, a buscar una solución negociada desde ahora. No será fácil.
En Jalisco la situación también es difícil, pero es distinta. Allí el contexto es el contrario al de Tabasco. El priísmo aún no termina de recuperarse del triunfo de Alberto Cárdenas, un panista que comenzó mal, demostrando mucha inexperiencia pero cuyo balance final, comparado sobre todo con sus antecesores priístas, no es malo. El PRI no tiene claro hacia dónde se dirigirá en Jalisco. Una anécdota que cuentan en Insurgentes Norte lo demuestra. Dicen que hace unas semanas le pidieron a la dirigencia local del tricolor que enviara una lista de probables aspirantes a la gubernatura. Pero Dulce María Sauri se sorprendió cuando vio que la lista tenía nada más y nada menos que 28 aspirantes. La presidenta del tricolor pidió que revisaran la lista, que la depuraran. Unos pocos días después la llamaron desde Guadalajara con una noticia buena y una mala: la buena era que ya habían revisado la lista, la mala es que ahora ya no eran 28 sino 30 los aspirantes. Y no se trataba de una broma. Horas después, el PRI designaba al ex gobernador de Durango, Maximiliano Silerio Esparza, delegado en el estado, para hacerse cargo del proceso de designación de candidatos.
En esa extensa lista de suspirantes están Jorge Arana, Enrique Ibarra, Francisco Javier Santillán Ocegera, Salvador Rizo, Raúl Juárez, Rafael González Pimienta y los que sumen esta semana. Los tres principales aspirantes son Arana, un popular presidente municipal de Tonalá, Enrique Ibarra, ex representante del PRI en el IFE y con mucha influencia en el centro y González Pimienta, procurador agrario, con mucha fuerza en la CNC y, por lo tanto, muy cercano a Silerio Esparza.
Lo cierto es que allí es muy probable que el priísmo apueste por opciones locales, con arraigo y caras nuevas, tanto para dar otra imagen como para explotar las divisiones internas que sufre, también, el panismo. En 1997, al PRI esa estrategia le dio resultado, recuperó la mayoría del congreso y ha reafirmado su presencia en varios municipios. El punto ahora es determinar quiénes participarán en el proceso interno y bajo qué reglas. Allí el esquema no tendrá sorpresas, muy probablemente se buscará repetir el efecto Chihuahua, incluso establecer una estrategia muy similar a la que le permitió a Patricio Martínez en 1998 derrotar al panismo en esa entidad norteña.