El discurso con el que Francisco Labastida comenzó el año, su exigencia de erradicar la corrupción en su partido, el PRI, es, sin duda encomiable. La corrupción es, en muchos sentidos, uno de los mayores lastres no sólo en el priísmo, sino de la sociedad mexicana. La diferencia sustancial entre las sociedades que han logrado su desarrollo pleno, en lo político y económico, respecto a las que no lo han plasmado por completo, está, escribe David Landes, en su notable estudio La riqueza y la pobreza de las naciones, en buena medida en su capacidad de establecer sistemas de procuración e impartición de justicia eficientes y equitativos. La corrupción altera muchos ámbitos de la vida de una nación, pero, por sobre todas las cosas, rompe con la posibilidad de contar un sistema de justicia eficiente y, valga la redundancia, justo. Para saber el grado que alcanza la corrupción en nuestro país, sólo hay que echarle un vistazo a todo nuestro aparato de justicia y allí tendremos la respuesta. Altera la economía, aumenta la desigualdad y vulnera la verdadera democracia: la corrupción puede hacer eso y más en una sociedad.
El discurso con el que Francisco Labastida comenzó el año, su exigencia de erradicar la corrupción en su partido, el PRI, es, sin duda encomiable. La corrupción es, en muchos sentidos, uno de los mayores lastres no sólo en el priísmo, sino de la sociedad mexicana.
La diferencia sustancial entre las sociedades que han logrado su desarrollo pleno, en lo político y económico, respecto a las que no lo han plasmado por completo, está, escribe David Landes, en su notable estudio La riqueza y la pobreza de las naciones, en buena medida en su capacidad de establecer sistemas de procuración e impartición de justicia eficientes y equitativos. La corrupción altera muchos ámbitos de la vida de una nación, pero, por sobre todas las cosas, rompe con la posibilidad de contar un sistema de justicia eficiente y, valga la redundancia, justo. Para saber el grado que alcanza la corrupción en nuestro país, sólo hay que echarle un vistazo a todo nuestro aparato de justicia y allí tendremos la respuesta. Altera la economía, aumenta la desigualdad y vulnera la verdadera democracia: la corrupción puede hacer eso y más en una sociedad.
El tema es demasiado importante como para subestimarlo, sobre todo porque se da en un contexto político, económico y social distinto a aquella renovación moral planteada en el inicio del gobierno de Miguel de la Madrid, como para presuponer que tendrá mejor éxito, si Labastida llega a la presidencia, que aquella. Por eso mismo, no se deberían permitir las contradicciones entre el discurso y ciertos hechos de la labor del candidato presidencial y su equipo.
Esto viene a cuento por una de las designaciones que realizó el priísmo, bajo pleno control del candidato Labastida, en su última reunión de Consejo Político Nacional. Los nombramientos de Ignacio Lara, uno de los más cercanos colaboradores desde siempre de Labastida, en comunicación social del CEN priísta era esperado. El de Cirila Sánchez en asuntos indígenas en lugar de Enrique Ku, le dará mucho más dinamismo y autenticidad al manejo de una política indígena al priísmo. Pero la designación de José Guadarrama en la estratégica secretaría de Operación Política del CEN priísta realmente desconcierta a la luz del propio discurso de Labastida de apenas 48 horas antes.
En muchos sentidos, la fama pública de un político no siempre se condice con la realidad: todos sabemos que muchas veces las famas públicas se crean o destruyen con base en un interés específico de un grupo de poder. Así ocurre con muchos de los que son considerados operadores electorales del priísmo: en ellos hay de todo, buenos, malos y feos. Pues bien, en el caso de Guadarrama, su mala fama pública parece estar demasiado documentada, no en un pasado relativamente lejano, en “otros tiempos” de la política nacional, sino en tiempos tan recientes como las pasadas elecciones en Hidalgo, tanto en las internas priístas como en las municipales que acaban de transcurrir.
Las fuerzas opositoras coinciden en señalar que fueron operadores de José Guadarrama quienes en la pasada elección en Pachuca, abrieron un paquete electoral para modificar unos 28 votos que se habían librado a favor del candidato a presidente municipal del PAN, haciéndolos así nulos. Con ello se permitía un estrechísimo triunfo priísta. Pero la trampa era demasiado evidente: el tribunal electoral local la descubrió, modificó el resultado y, finalmente, fueron los panistas quienes se quedaron con esa posición.
Lo que asusta y debe ser motivo de preocupación es, precisamente, lo burdo del trámite fraudulento utilizado en esa y en otras casillas. Todas en posiciones que Guadarrama ganó y controló ampliamente durante el proceso de elección interno de candidato priísta, proceso en el cual Guadarrama públicamente estuvo a punto de incorporarse al PRD. No era la primera vez que el ex secretario general de gobierno de Rossell de la Lama metía manos en los procesos internos de su partido, cuando el entonces gobernador Adolfo Lugo Verduzco intentó los primeros abiertos durante el sexenio de Miguel de la Madrid, las denuncias sobre su intervención fueron públicas. Los procesos internos terminaron en un fracaso y fueron congelados durante años. Finalmente, si en 1999 Guadarrama no pasó al PRD, fue porque personajes de ese partido expresaron su abierto rechazo a tal posibilidad, recordando su desempeño en elecciones como las de Michoacán en 1988 y Yucatán, en 1993, entre otras.
Se podrá argumentar que Guadarrama recibió un premio por haberse disciplinado y probablemente es verdad. Lo que sucede es que cuando se plantea una política de principios no se puede recurrir para respaldarla a la real politik y el pragmatismo.
Porque el tema de la lucha contra la corrupción, va mucho más allá de la presentación de las declaraciones patrimoniales de los candidatos, incluso este procedimiento, aunque simbólicamente significativo, en los hechos no es determinante para saber si un político es o no corrupto. Raúl Salinas de Gortari y Mario Ruiz Massieu presentaron año con año, mientras fueron funcionarios públicos, sus declaraciones patrimoniales, mientras acumulaban millones de dólares fuera del país producto de la corrupción. Es más, en cierto sentido, basar el tema de la corrupción sólo en ello puede terminar siendo, paradójicamente, injusto para con aquellos que construyeron una cierta fortuna personal lícitamente, antes o después de haber pasado por el poder.
El valor de las declaraciones patrimoniales en este caso importa no en sus efectos reales, sino en su simbolismo político. Por eso, precisamente por eso, resulta anticlimático, contaminar esa decisión con otras, quizás también sólo simbólicas, pero de signo absolutamente contrario.
Archivos recuperados
La detención por parte de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, del presunto asesino de Abraham Polo Uscanga, el dirigente del Frente Popular Francisco Villa, Alejandro López Villanueva, conocido como El Grandote, lo mismo que la detención del ya famoso Roco, miembro de más de 50 años del Consejo General de Huelga y también militante cercano al FPFV, puede ser un arma decisiva para desactivar el paro universitario y cortar el apoyo y financiamiento hacia el ala más radical de los ultras, que se han convertido en el principal escollo para reanudar las negociaciones y levantar el paro en la UNAM. Demuestra también, cómo están dispuestos a actuar ciertos grupos en una dinámica de desestabilización política.