Vicente Fox muestra un gran interés en el tema de Chiapas, siempre que habla del zapatismo se refiere a su principal dirigente, Marcos y en él ponía esperanzas, dudas y decepciones. Llama profundamente la atención la sincera voluntad que demuestra tener el presidente Fox respecto a la necesidad de alcanzar la paz. Dice que el Congreso ya está trabajando en la ley de derechos y cultura indígena y si bien esta convencido de que la ley finalmente saldrá con modificaciones importantes y también dice estar convencido de que Marcos aceptará esos cambios.
El viernes un grupo de periodistas tuvimos la oportunidad de comer con el presidente Fox y platicar sobre Chiapas. Fue, como ocurre casi siempre con Vicnete Fox, una plática relajada, directa, donde se pudieron exponer diversos puntos de vista en forma franca y sin demasiadas solemnidades, lo que fue especialmente notable porque, entre los que estabamos allí, convivían las posturas más diferenciadas respecto al conflicto chiapaneco, el EZLN, Marcos y la estrategia gubernamental implementada a partir del mismo primero de diciembre.
En lo personal me llamó profundamente la atención el interés tan marcado que tiene Fox en el tema Chiapas y como personaliza en Marcos el verdadero conflicto. No recuerdo que el presidente Fox en esas dos horas de plática haya hablado más de una vez del EZLN: siempre que hablaba del zapatismo se refería su principal dirigente, Marcos y en él ponía esperanzas, dudas y decepciones. Era como si todo se resumiera, finalmente, a un enfrentamiento, a una disputa personal, entre esos dos personajes de la vida política nacional: el propio Fox y Marcos. Pero me llamó profundamente la atención la sincera voluntad que dice (y demuestra) tener el presidente Fox respecto a la necesidad de alcanzar la paz. Aseguró que “no hubiera andado tanto camino sin confianza en que el asunto se puede solucionar”.
Sin embargo el punto, cuando Fox habla una y otra vez de alcanzar la paz, es qué se entiende por ella. El presidente, al contrario del subcomandante, concibe a ésta como al EZLN (en realidad dijo Marcos) negociando y buscando integrarse a la vida política legal del país y la base está dada, asegura, en el cumplimiento de las diferentes condiciones que el propio zapatismo puso para ello: dice que el Congreso ya está trabajando en la ley de derechos y cultura indígena y si bien está convencido de que la ley finalmente saldrá con modificaciones importantes respecto a la iniciativa original de la Cocopa, también está convencido de que Marcos aceptará esos cambios: “doy por descontado que aceptará los cambios”. ¿Por qué?. “Porque así se lo dijo Marcos a Rodolfo Elizondo y Luis H. Alvarez cuando éstos eran miembros de la Cocopa y se establecieron los acuerdos de San Andrés”. El segundo punto demandado por los zapatistas, dijo Fox, el de la libertad de los presos políticos se está cumpliendo: se están liberando todos los que pueden ser liberados, destacó que Marcos ya no habla de los 106 del principio, porque algunos de ellos están condenados por asesinatos o violaciones y no pueden ser dejados en libertad. Finalmente respecto al retiro militar fue mucho más escueto: dijo que ya se habían dado muchos movimientos de tropas y que puede haber un mayor repliegue, pero que tendría que ser necesariamente cumpliendo ciertas condiciones. E insistió en algo que parece ser central en su discurso: se está poniendo a prueba a las partes, a él mismo y a Marcos, para ver cuál de los dos está realmente dispuesto a avanzar en la paz.
¿Cómo ve Fox a Marcos?. Según el propio presidente, Marcos tiene dudas y compromisos, pero sí quiere la paz y ya quiere salir de la selva. Es más, el presidente Fox en esa comida dijo algo muy serio respecto al líder zapatista: “creo, aseguró, en la voluntad de Marcos. Y si Marcos me falla van a fallar todas las cosas”. Pero también le hace, sobre todo, un reclamo al subcomandante: en varias oportunidades señaló que “no le oigo a Marcos reconocer que existe un nuevo gobierno legítimo en México”. Y esa, parece ser, precisamente, la otra carta gubernamental, además de la personalización del conflicto o de la negociación entre Fox y Marcos: colocar al EZLN frente al hecho de que ha habido un cambio no sólo de gobierno sino también de régimen, considerando a la administración Fox como legítima y apoyada por el voto popular. En más de una oportunidad, el presidente Fox especificó en esa comida que “la declaración de guerra no fue para mi”. Si Marcos no lo acepta así, estaría, en esta lógica, desconociendo el cambio que la propia sociedad se ha dado. Por eso mismo, Fox descarta absolutamente la utilización de parte del gobierno de la violencia para resolver el conflicto: “el camino, dice el presidente con el tono pragmático que lo caracteriza, es la aplicación de la ley con el margen de negociación política”.
Lo que llama la atención es una doble valoración del conflicto. Por una parte, Fox considera que la imagen de Marcos ha perdido mucho con el paso de los años. Dijo que cuando la visita del presidente George W. Bush éste ni siquiera quiso hablar sobre Chiapas, incluso cuando el propio Fox introdujo el tema. Reconoció que en Europa la presencia es mayor, pero considera que más que apoyo político, que prácticamente ya no tiene en el Viejo Continente, lo que existe allí es un interés sentimental y humanitario, no político, por el subcomandante. Pero al mismo tiempo, el presidente Fox aceptó que se están corriendo riesgos “muy grandes” con la apuesta realizada en Chiapas.
En este sentido, quizás la afirmación más perturbadora en ese encuentro fue cuando el presidente Fox sostuvo que sabía que “estaba poniendo en riesgo la presidencia y mi capital político si salen mal las cosas”. ¿Puede Chiapas poner en peligro la presidencia, la institución presidencial?. Todo indicaría que no, pero quizás el presidente Fox no estaba pensando exactamente en la institución cuando afirmó lo anterior, sino en la lucha por la popularidad y aceptación social. Porque Fox parece ser conciente, sobre todo, del margen de operación que le da el grado de aceptación popular que él asocia con la idea del capital político o como dicen algunos de sus colaboradores, de su “bono democrático”.
Por eso, cuando habla de la posibilidad de que las cosas salgan mal, asume que se corren riesgos grandes con costos importantes, pero también siempre sostiene que si eso es así no será por la responsabilidad gubernamental sino de Marcos: “creo, dijo, que Marcos va a quedar muy mal si él no sigue la línea de comportamiento que él mismo ha marcado” en sus distintas apariciones públicas y entrevistas , mismas que el presidente Fox asegura haber visto cinco o seis veces cada una de ellas para tratar de encontrar realmente el sentir del dirigente zapatista.
Finalmente una duda, en lo personal sigue estando presente en toda esta historia. El propio presidente Fox insistió, como lo había dicho con anterioridad, que era importante salir del tema Chiapas, firmar la paz y avanzar para poder atender con toda la atención que merecen otros temas que son más importantes para la sociedad que Marcos: la reforma fiscal, la reforma constitucional, la seguridad, los programas sociales que siguen estando pendientes. Es verdad, para la enorme mayoría de la sociedad, el zapatismo es un tema simplemente marginal, entonces ¿porqué haberlo colocado por delante de todo el proyecto gubernamental desde el mismo primero de diciembre?¿no era más importante sacar los temas prioritarios de la agenda, como la seguridad pública, la economía, la política social, antes que concentrarse en el zapatismo?. No estoy diciendo que, necesariamente, se dejara, como dice Fox, en “el silencio y en el olvido” a Chiapas y al EZLN, pero me pregunto porqué darle una preminencia que el tema no tenía en la agenda nacional, porqué haberlo puesto por delante de todo hasta el punto de reconocer que sin un acuerdo rápido muchas cosas se postergarán. Eso, hasta ahora, ni el propio presidente ni ninguno de sus principales hombres de confianza han podido dar una respuesta sobre eso.