No hay nada claro, sobre lo qué sucederá con el zapatismo: si hoy se regresa a Chiapas. Es la última oportunidad de Marcos para negociar e incluso, para que el comandante Germán le lleve la última propuesta concreta de diálogo a la Junta de Coordinación y decida sí la acepta o no. Se espera que hoy o el lunes Marcos pueda hablar en la tribuna del congreso ante los miembros de las comisiones que participan en la elaboración de la ley indígena. ¿Negociará Marcos sobre la ley o utilizará la tribuna para su proyecto político?.
No queda nada claro, al momento de escribir estas líneas, qué sucederá, finalmente, con el zapatismo: si hoy se regresa a Chiapas como lo anunció en días pasados o si, aceptando la propuesta que se votó ayer en la cámara de diputados (una votación particularmente cerrada de 220 votos contra 210, donde los votos divididos del priísmo decidieron la elección, una votación en la que la dirigencia del tricolor no dio línea pero en la cual sus principales dirigentes se volcaron a impulsar el voto por el sí a la tribuna, que es una forma indirecta de dar línea) se quedará unos días más en México para participar en las reuniones de comisiones como se le propuso.
Evidentemente, no es posible ampliar más las oportunidades que se le han dado a Marcos para negociar, e incluso así apenas mañana, cuando el comandante Germán le lleve la última propuesta concreta de diálogo que surja de la Junta de Coordinación, decidirá si la acepta o no. De todas formas, ayer en la noche fue notable el cambio de tono que el propio Germán utilizó en la reunión con la Junta de Coordinación y debería esperarse que mañana mismo o el lunes, Marcos pudiera hablar en la tribuna del congreso ante los miembros de las comisiones que participan en la elaboración de la ley indígena. Habrá que ver, en el futuro, si esa misma oportunidad se le abre a otros grupos sociales en estos y otros temas.
También es previsible, que Marcos, finalmente, tenga que aceptar este mecanismo. En los hechos ha estirado hasta el máximo la liga y sabe que si ésta se zafa, el rebote, el golpe que podría recibir sería muy duro: sería muy difícil explicarle a la gente porqué, concedido todo, no se allana a la negociación. Pero insistimos: ¿negociará Marcos sobre la ley o utilizará la tribuna para su proyecto político?. Porque hasta ahora, incluyendo todos los discursos de los comandantes zapatistas a la largo de esta caravana, se ha demandado mucho la votación de la ley de derechos y cultura indígena pero se ha debatido poco y nada sobre ella y sus implicaciones. Queda pendiente, entonces, cuál será el contenido del discurso que pronunciará Marcos en esa tribuna si finalmente habla desde ella. Y queda pendiente, también, el saber qué sucederá si la ley finalmente aprobada no es del gusto de Marcos, y cómo actuarán los partidos a la hora de votar la ley, porque es previsible que, por ejemplo, el PRI no vote de la misma forma en que lo hizo ayer.
Con todo, ya va siendo hora de hacer una suerte de corte de caja, una evaluación de los movimientos y estrategias que se han desarrollado en torno al zapatour y todas sus implicaciones. Es verdad que el presidente Fox puede presumir de haber hecho todos los esfuerzos políticos posibles para alcanzar una negociación con Marcos, a lo que el zapatismo respondió con desdén, sin reconocer, siquiera que el dos de julio algo había cambiado en el país. Es verdad que el EZLN puede argumentar que en su viaje a la capital obtuvo varios logros políticos: que logró, por primera vez, poner de manifiesto su fuerza real en el escenario nacional (y quizás ese no sea el saldo más satisfactorio que haya cosechado en esta gira) y pudo convertirse en el eje del debate político nacional, poniendo a girar tras de sí a partidos e instituciones. Pero los dos, si creen que ganaron, se están equivocando.
El cuatro de diciembre pasado cuando el presidente Fox anunció su estrategia para Chiapas, dijimos que la nueva administración estaba cometiendo su primer error, mismo que podría hipotecar su futuro en términos de gobernabilidad del país. Decíamos ese lunes 4 de diciembre que “pareciera que el presidente Fox quiere cometer el mismo error del presidente colombiano Andrés Pastrana: entregar y entregar mucho, incluyendo territorio, a cambio de nada”.
Hablábamos también en aquella ocasión de las condiciones que había impuesto el zapatismo APRA reanudar el diálogo y decíamos que era, en su lógica, una propuesta inteligente: ello les permitiría presentarse como lo que siempre han deseado: una fuerza beligerante con control sobre un territorio propio. El ejemplo de numerosas estrategias revolucionarias avalan la justeza, desde su punto de vista, de buscar esa virtual zona liberada.
Han pasado más de tres meses desde entonces y han corrido sobre este tema ríos de tinta, pero el conflicto estratégico sigue siendo el mismo: un gobierno que cree que la paz en Chiapas se puede alcanzar a fuerza de golpes de buena voluntad y de concesiones sucesivas y un zapatismo apostando a sus propias cartas, que trascienden y mucho el discurso indígena. Ayer, el EZLN rechazó, una vez más, la propuesta del presidente Fox para reunirse con Marcos. Insiste en que las tres señales no se han cumplido en absoluto e ignora lo sucedido desde el primero de diciembre hasta el día de hoy.
En términos estrictos tienen razón porque al lanzar la propuesta de reanudar el diálogo y continuar por ese camino, sin proponer condición alguna, la administración Fox demostró buena voluntad pero se quedó sin cartas para la negociación tanto con los zapatistas como con el resto de los partidos políticos. Lo que hicieron los zapatistas fue elevar la apuesta. En realidad, las tres señales son tres condiciones muy costosas para el gobierno que éste no podrá cumplir por completo. La ley de derechos y cultura indígena no será aprobada sin cambiarle nada respecto a la iniciativa original como plantea el EZLN (y podemos adelantar que, si es así, el zapatismo no aceptará esa legislación). El ejército ya se ha retirado de los siete puntos que exigía el zapatismo y le ha dejado un amplio terreno libre al EZLN dejando sin protección a muchas comunidades que no comulgan con el EZ y que ahora quedarán, de facto, bajo su control. Es verdad que no se habla de un retiro militar sino de un reposicionamiento y que en La Garrucha, Río Euseba y Guadalupe Tepeyac no queda del todo claro si la transformación de las unidades militares en centros de desarrollo indígena implica, también, un retiro completo de fuerzas militares. Pero lo cierto es que la zona que quedará bajo control zapatista parece estar ya preparada y a consolidar esos espacios regresará, más temprano que tarde, el subcomandante a Chiapas. La enorme mayoría de los presos zapatistas ya están liberados: quedan unos pocos que están acusados de delitos graves en Tabasco y en Querétaro, según los zapatistas también en Chiapas pero nadie dice quiénes son los detenidos del EZ que quedan presos en ese estado fronterizo. Pero entre los detenidos hay presos acusados de asesinato y violación, otros, por ejemplo, los de Querétaro son quienes intentaron incendiar un cinco de febrero de hace tres años, un camión que transportaba a todo el gabinete presidencial, con el gabinete dentro. Y el gobierno federal, además, no puede obligar a los gobiernos estatales a dejar en libertad a presos acusados de delitos del fuero local: ¿alguien cree que el gobernador Ignacio Loyola dejará a los responsables de esos delitos en libertad luego de la larga lista de insultos que le propinó Marcos en su paso por aquella entidad?.
Si hubiera voluntad de negociar, el EZLN podría hacerlo: en lo referente a las tres “señales” se ha avanzado hasta donde puede hacerlo el Ejecutivo federal. En todo caso, la ingenuidad es haber aceptado condiciones y comenzar a cumplirlas sin pedir, hasta el día de hoy, nada a cambio, en dejarse agredir, insultar, sin reaccionar por lo menos con un discurso exigiendo respeto. Y viene ahora una larga etapa de indefiniciones, en la cual el EZLN ya no podrá mantenerse como una organización militar, pero en la cual, tanto el zapatismo como el Estado tendrán espacios muy acotados para responder porque romperían lo único positivo que se ha logrado recoger de todo esto: demostrarle a la ciudadanía que el gobierno tiene una verdadera voluntad de pacificación en la zona. El problema es que ya pagó por ello un costo alto sin recoger casi nada a cambio.