Imaginando, hoy, el 2018
Columna JFM

Imaginando, hoy, el 2018

05-09-2017 La última semana ha catalizado los conflictos internos de las distintas fuerzas políticas y en las próximas todas ellas deberán tomar decisiones que serán definitivas hacia el 2018. Hoy con la fractura panista, la decisión perredista de deshacerse de morenistas y avanzar hacia el frente, con Morena acumulando fuerzas de donde sea, y con el PRI esperando el desenlace de las luchas internas de sus rivales para ver cómo alinea sus propias fuerzas, nada está definido. Pero no está de más hacer un ensayo prospectivo, imaginar cómo puede quedar ese escenario.

 

Habrá que creer que Ricardo Anaya apostará todo para ser candidato presidencial y sacar adelante el frente con el PRD. Es una apuesta ya planteada que el dirigente del PAN ha asumido ya al costo que sea. Es el único esquema en que se siente, él mismo, el candidato del frente a nivel federal,mientras que el PRD tendría la candidatura en la ciudad de México. Ese era el acuerdo original con el PRD, y el partido del sol azteca decidió dar ese paso el domingo, aunque dejó abiertas dos puertas: el frente con el PAN o un frente progresista que no pasaría por una alianza con Morena sino con otras fuerzas como Movimiento Ciudadano. Eso dependerá en buena medida de lo que suceda en el PAN y de si el PRD ve viable mantener la apuesta por Anaya. El PRD tiene muchos problemas pero tiene un candidato en Miguel Ángel Mancera. Hará valer esa carta.

El frente no es una mala opción pero puede serlo si se procesa mal, si no se tiene claridad sobre cómo elegir candidatos y de qué forma compensar las fuerzas de los distintos partidos. Es una utopía (o una ingenuidad) pensar que la distribución de candidaturas será indolora, o que todo se podrá compensar con “independientes”. Hasta ahora todos los ejercicios frentistas que han hecho PAN y PRD partieron de tener un candidato fuerte y claro en torno al cual construir esa alianza que, hasta ahora, siempre ha sido meramente electoral, sin un claro programa de gobierno y sin una agenda legislativa común que hoy tampoco han construido(y la crisis en el senado lo confirma).

El PRD una vez que han salido de su seno los morenistas que siempre lo fueron como René Bejarano y Dolores Padierna, tiene más libertad de movimiento sobre la dirección que quiera tomar, pero si la división del PAN se acentúa no descartemos que simplemente vaya hacia la alianza progresista y deje que el blanquiazul solucione sus problemas.

En ese sentido, Anaya, al no abrir ningún espacio a sus adversarios internos, ha generado una crisis en el panismo cuyas dimensiones no se terminan de vislumbrar. No se trata sólo de un grupo de senadores que rompen con el presidente del partido, sino también de varios gobernadores y de personajes con presencia y peso como Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, además de Gustavo Madero y otros con los que ya había roto en el pasado. Esta crisis, hay que insistir en ello, no deviene de diferencias respecto al fiscal general de la república (diferencias que existen y que tampoco tuvieron espacio para ser analizadas y canalizadas), es una crisis que viene incubándose desde que el PAN decidió sus candidaturas para los comicios del 2016 y se desencadenó cuando ganó siete gubernaturas ese año y Ricardo sintió que la candidatura era suya, excluyendo a los demás jugadores.

¿Se puede romper el PAN? Sí. ¿Si esta crisis continúa su curso puede haber una candidatura independiente de Margarita Zavala? También. ¿Pueden Margarita o Moreno Valle (o los senadores y gobernadores disidentes) hacer alianzas con otros actores? Es otra posibilidad. Hasta ahora, todo indica que la de Anaya es una apuesta por la ruptura y sus rivales internos tampoco están dispuestos a doblar las manos ante la imposición. Habrá que ver qué dice el resto del panismo, pero lo que suceda en el blanquiazul determinará en mucho el futuro no sólo de ese partido sino también del equilibrio de fuerzas nacionales.

El PRI está esperando ese desenlace. Si la crisis panista sigue su curso, las posibilidades de José Antonio Meade se acrecientan: ¿cuántos votos panistas apoyarían una alianza con el PRD, más aún si no fuera encabezada por el PAN y cuántos a un hombre respetado en el blanquiazul como Meade? ¿Qué sucederá con esos votos si existe una ruptura interna? ¿Cuántos podrían preferir a Meade por sobre Anaya, que no encabeza las preferencias de voto dentro del propio PAN? Ese diferencial puede ser clave para julio del 18 y eso aumenta las posibilidades de Meade

Pero ello exigiría también un ejercicio político mucho más intenso sobre todo para la distribución de candidaturas en los nueve estados y en el congreso. La opción Meade tiene sentido sólo si es acompañada de una apertura política real, que permita que otros actores no necesariamente priistas lo sigan, al mismo tiempo que se adoptan medidas que garanticen amarrar la base priista. Hasta ahora nunca hemos visto al PRI jugar en ese escenario (en realidad sí,aunque en otro sentido: lo hizo Salinas con el movimiento de Solidaridad, pero los hechos del 94 frustraron el intento), pero si lo logran, veremos algo definitivamente nuevo.

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