06-11-2017 Se acaba el tiempo: salvo imponderables, en las dos próximas semanas tendrá que estar decidido el candidato del PRI e inmediatamente después tendrá que tomar sus decisiones el Frente, en un proceso interno que, en esa alianza, se percibe cada día más complejo.
Lo cierto es que de aquí a la última semana de noviembre, se tiene que haber concluido con el paquete económico para el 2018, ya sabremos a qué atenernos en el futuro del TLC ante la decisiva quinta ronda de negociaciones. Sabremos si existe voluntad política o no para designar un fiscal general, un fiscal anticorrupción o, por lo menos, un fiscal para delitos electorales. No habrá ni tiempo ni espacio para mucho más.
Porque además el 15 de diciembre comienzan las precampañas y quien quiera que sea el candidato no puede desaprovechar ni un día de las mismas ni tampoco comenzar con un equipo a medias, lo que se suma, además, a los movimientos que tendrá que hacer, en el caso del PRI, el presidente Peña en su propio gabinete.
Con un punto adicional, los dados parecen hoy tan cargados en torno al secretario de Hacienda, José Antonio Meade, que pasar demasiados días del 15 de noviembre puede comenzar a ser contraproducente: si es Meade, porque ya existen demasiadas presiones y golpes para intentar desabarrancar su candidatura, y es más fácil hacerlo cuando no hay designación que cuando se está en campaña. Si fueran Osorio, Narro o Nuño, porque los cambios repentinos no gustan, mucho menos cuando se ha estado desde semanas atrás alimentando otras opciones. Los mercados ya han dejado en claro que lo que menos quieren es incertidumbre política. Si va a ser cualquiera de ellos tres, entonces también el movimiento debe realizarse ahora para construir sus propias opciones, porque hasta ahora la única que parece clara y definida es la del secretario de Hacienda.
Pero sea quien sea el designado en el PRI, ese proceso interno será menos complejo en el tricolor que en el Frente. En el PRI, con toda la liturgia correspondiente, como él mismo la llama, el presidente Peña tiene muy controlado el proceso de selección y sus tiempos. En el Frente, decíamos ya el viernes, todo parece estar colgado con alfileres y hay quienes quieren quitarlos.
Pareciera que en las dirigencias de los tres partidos se ha fortalecido la idea de rechazar, con el argumento de la “injerencia priista”, cualquier proceso de elección abierta, lo que lleva solo al dedazo, y la intención es que sea autodedazo dirigido hacia Ricardo Anaya. Incluso en la Ciudad de México, hay grupos en las propias dirigencias que serían capaces de desestimar la opción de Ricardo Monreal para confirmar como candidata a Alejandra Barrales.
Si es así, personajes como el propio Monreal, Miguel Ángel Mancera o Rafael Moreno Valle quedarían fuera del Frente. La pregunta es dónde pondrán su capital político. Por lo menos desde mi punto de vista, si no se abre la elección y la toma de decisiones en el Frente, lo que muy probablemente tendremos es otro Frente, el regreso a la idea original de una coalición de centroizquierda donde puedan tener cabida y opción muchos de los que ahora han quedado fuera del acuerdo PAN-PRD-MC. La pregunta es, si se da esa circunstancia, si también los tres partidos permanecerán unidos en esa coalición. Por eso mismo, una posibilidad es que esas dirigencias partidarias traten de alargar todo lo posible la decisión para no darle tiempo a sus opositores a buscar otra opción si quieren participar en el proceso electoral.
Si el registro y las precampañas deben ser para el 15 de diciembre hay que tener tiempo para procesar acuerdos, desacuerdos, definir equipos, hacer movimientos. Hay que recordar que esa primera semana de precampañas es fundamental para fijar en los electores los nombres de quienes pueden contender en el 2018, para que los lleven consigo en el feriado de fin de años. Eso es clave porque la actividad prácticamente se retomaría hasta el 10 de enero y es demasiado tiempo para dejar en el vacío (¿alguien recuerda lo que le costó a Colosio el vacío dejado desde su toma de protesta en los primeros días de diciembre hasta que inició su campaña el 10 de enero del año siguiente?: en ese mes cambió toda la situación política del país y la de su candidatura).
También se ha dicho que para hacer precampaña se debe tener, necesariamente, otros candidatos que hagan de alguna forma comparsa. Las dirigencias partidarias lo están analizando con el INE y no consideran que necesariamente tenga que ser así. Ya lo veremos.
Lo cierto es que el tiempo se acaba. Debe haber candidatos rápido, sobre todo en el caso del PRI porque ya han allanado el camino para sacarlo, porque la fruta ya está madura y como todos sabemos si nos es cosechada a tiempo, se “pasa” y comienza a deteriorarse.
El Dream Team
López Obrador, olvidado ya de aquello de la honestidad valiente, ha hecho otra incorporación valiosa a su Dream Team de la mafia del poder. Ahora ha lanzado para Guerrero nada menos que a Félix Salgado Macedonio. ¿Recuerda usted a Félix? El de las motos, los escándalos, las muchachas de moral frágil, el diputado iracundo y mal hablado, el presidente municipal que arruinó con su gestión el puerto de Acapulco, entre otros méritos. Se une a Bejarano, Napoleón, a Alberto Anaya y familia, pensando quizás (recordemos que López Obrador dijo que López Portillo fue el último presidente de la Revolución) en aquello de que si ya nos saquearon estos mismos personajes no nos volverán a saquear.
Nueve años
Se cumplen nueve años de aquel accidente de aviación en el que murieron Juan Camilo Mouriño, y otros siete funcionarios y trabajadores de la secretaría de Gobernación, entre ellos José Luis Santiago Vasconcelos. El sexenio de Felipe Calderón no volvió a ser igual, nunca volvió el presidente a tener la confianza y cercanía con uno de los suyos como la que tenía con Juan Camilo. Nuestras áreas de seguridad y justicia perdieron, con Santiago Vasconcelos, a uno de sus mejores cuadros pero sobre todo a un hombre con una visión profunda e integral de la lucha contra el crimen organizado. Muchos perdimos, en ambos, a dos buenos amigos.