Anaya: el pecado de la vanidad
Columna JFM

Anaya: el pecado de la vanidad

20-11-2017 Se atoró el acuerdo frentista, supuestamente por causas programáticas y diferencias internas en el PRD, pero en realidad porque la elección del candidato presidencial atorará inevitablemente el proceso si se insiste en una designación directa y si la misma está dedicada a Ricardo Anaya.

 

         Desde el propio Frente, desde las dirigencias del PAN y PRD se insiste en que si no hay designación directa no habrá Frente, que si se va a un proceso abierto es muy probable una ruptura. Puede ser, pero si se va a la designación directa la misma será inevitable y el costo será ver en la boleta del 2018 a dos coaliciones frentistas.

         La reunión de Margarita Zavala, Miguel Ángel Mancera y Rafael Moreno Valle el viernes en la noche es un mensaje incluso mucho más duro que la oposición de grupos como el de Héctor Bautista en el consejo nacional del PRD. El Frente se puede dar el lujo de existir sin una corriente del PRD pero le resultará imposible existir, o por lo menos tener la presencia que desea si en él no participan Mancera y Moreno Valle, si se sigue profundizando la ruptura en el PAN, si los partidarios de Margarita se siguen alejando del partido. Porque además todos esos opositores a Anaya están dispuestos a coaligarse entre sí para evitar que pase el presidente el PAN como candidato.

         El Frente antiAnaya es una realidad que trasciende incluso a los participantes de la reunión del viernes, se trata de un movimiento más profundo que se explica por las heridas que ha dejado Anaya en quienes han sido sus aliados en el pasado.

         Se podrá argumentar que en el PRI o en Morena, también se  designará a sus candidatos en forma directa. Es verdad, pero en la cultura priista lo que ha fallado son los procesos abiertos de designación y en el caso de Morena estamos hablando de un partido creado ex profeso para cobijar la candidatura presidencial de López Obrador. Nadie se llama a sorpresa por como elegirán a sus candidatos ni Morena ni el PRI.

         Pero el PAN históricamente ha elegido a sus candidatos en forma abierta y democrática, siempre se han buscado consensos que permitieran hacer avanzar una candidatura, incluso en los casos en que éstas no tenían los consensos más amplios en organismos de dirección el partido. Ninguno de los principales dirigentes del PAN quería como candidato a Vicente Fox, por lo menos no cuando éste anunció su intención de buscar la presidencia en cuanto ganó la gubernatura de Guanajuato. Tampoco era Felipe Calderón el favorito de Fox para los comicios del 2006. Ni seis años después lo era Josefina Vázquez Mota del propio Calderón. Pero en ningún caso el PAN impuso candidato desde la dirigencia y sin consulta a la base.

          Ese es el principal pecado de Ricardo Anaya. Si el líder panista en lugar de excluir a todos sus rivales de la dirigencia partidaria y cerrar la toma de decisiones las hubiera abierto, sobre todo después de los resultados electorales del 2016, sus posibilidades de ser candidato presidencial hubieran sido mayores y sus propios rivales internos podrían haber respaldado, aunque fuera a regañadientes, sus aspiraciones. Pero en política no se puede querer ganar todo sin dar nada a cambio.

         Margarita fue orillada a renunciar al partido pese a que sus índices de popularidad eran mucho mayores que los de Anaya. Antes, para las elecciones del 2015, Anaya le había negado incluso una candidatura para diputada. Moreno Valle tiene una de las principales estructuras políticas dentro y fuera del PAN, pero Anaya (que mucho le debe a Moreno Valle por haber ganado la presidencia partidaria) no lo ha ni siquiera convocado a platicar, pese a que el poblano encabeza la comisión política del partido, que es donde se tendrían que analizar candidaturas y programas en caso de una coalición.

         En el congreso los anayistas han tratado de relegar a todos los que no son suyos: han logrado un cierto control en la Cámara de Diputados, sobre todo porque muchos sienten que si no aceptan la disciplina del CEN no podrán pasar a otras posiciones, pero en el Senado han perdido toda legitimidad: no tienen control de la bancada, ni de la mesa directiva y los llamados senadores rebeldes (por cierto, hoy estarán en Todo Personal por ADN40 a las nueve de la noche) se han convertido en un referente del movimiento antiAnaya.

         Fuera del PAN parece increíble que Anaya no se haya acercado a Miguel Ángel Mancera. No sólo es el personaje más influyente en la izquierda no morenista y particularmente en el PRD, a pesar de no ser militante de ese partido, sino porque es un político que viene pensando y proponiendo un frente desde hace años, mucho antes de que Anaya siquiera se acercara a esa posibilidad. Querer dejar fuera, sin competir en la búsqueda de la candidatura, al jefe de gobierno de la capital del país, es un suicidio político para los frentistas y la gente de Anaya parece dispuesta a cometerlo.

         Son demasiados errores. En la película El Abogado del Diablo, El personaje que interpreta Al Pacino (el diablo convertido en un notable abogado neoyorquino) dice que la vanidad es su pecado favorito. Todos nos dice, al final son vencidos por la vanidad. Puede ser que Anaya libre con éxito todas las batallas y termine como candidato del frente, pero su vanidad lo está llevando, hoy, a destruir las alianzas que hubieran cimentado su candidatura. Pueden pasar muchas cosas, pero si no se abre la elección frentista para la designación de candidato, en 2018 tendremos dos frentes compitiendo en la boleta.

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