19-12-2017 Desde que el viernes Elba Esther Gordillo obtuviera la prisión domiciliaria y regresara su célebre departamento en la calle Galileo, en Polanco (donde más allá de los cuestionamientos que pudiera tener la ex dirigente magisterial se dieron muchos de los más importantes acuerdos, y desacuerdos, desde mediados de los 90 hasta su detención en el 2013), lo cierto es que no han dejado de hacerse especulaciones sobre las razones del cambio de su situación legal y las razones y repercusiones de la misma, demostrando, entre otras cosas, la influencia por lo menos mediática que sigue teniendo Elba, aunque su poder sin duda ha menguado en estos años.
Se dijo que la prisión domiciliaria era moneda de cambio por la coalición de Nueva Alianza con el PRI y el Verde para el 2018. No es verdad. La influencia de Elba en el partido que ella creó es prácticamente nula o por lo menos muy reducida, sobre todo desde la enfermedad y fallecimiento de Mónica Arriola, su hija, que fue senadora por Nueva Alianza. Y el apoyo a Meade por parte de Luis Castro estaba dispuesto desde tiempo atrás. Lo que faltaba era acordar los porcentajes y posiciones que le corresponderían en la coalición a Nueva Alianza. La prisión domiciliaria era un derecho legal que Gordillo había adquirido también desde tiempo atrás y que no le había sido concedido en su momento por consideraciones mucho más políticas que legales.
Y es que, desde su detención en el 2013, parecen haber coexistido en el gobierno federal dos posiciones sobre Elba. La maestra había sido un apoyo importante en la campaña de Peña Nieto (en esa época su distancia con López Obrador era enorme, casi tanta como con Josefina Vázquez Mota con quien nunca tuvo una relación cordial) y había quienes se oponían a tomar medidas en su contra. Otros, pensando en unos casos en viejos ajustes de cuentas y otros en dar un golpe sobre la mesa, estaban dispuestos a propiciar su caída. Elba cometió el error de darle argumentos a éstos últimos cuando pareció, por sus discursos, que no apoyaría una reforma educativa que en realidad siempre estuvo dispuesta a respaldar. Ha dicho el presidente Peña que no durmió durante las dos noches anteriores a la detención sopesando esa decisión. No sé si al día de hoy cree que tomó la decisión correcta.
La detención fue ruda, como lo fueron sobre todo los dos primeros años de prisión, una situación que se agudizó por la pérdida de Mónica, a la que muy joven aún se la llevó un cáncer, lo que le quitó a Elba, además de una hija, a su principal interlocutora con el poder. Durante todo ese periodo hubo quienes impulsaron ablandar las condiciones de su prisión y quienes apostaron exactamente a lo contrario, a endurecerlas. Elba ganó judicialmente casi todo y logró primero estar detenida en un hospital, luego en otro y finalmente la prisión domiciliaria. ¿Y ahora qué?
Todo indica que Elba Esther, que mantiene distancia, recíproca, con el líder del sindicato, Juan Díaz de la Torre y con Luis Castro, se habría acercado a López Obrador vía Marcelo Ebrard (que sigue siendo operador principalísimo del candidato de Morena y que sería la carta de López Obrador para seguridad pública). En estos días recibió la visita de Jorge Castañeda, en el pasado muy cercano a Elba Esther (tanto que hasta fue su inquilino en el edificio de la calle de Galileo) hasta que rompieron en forma ruda y quien es ahora uno de los principales operadores de Ricardo Anaya en el Frente. No deja de ser contradictorio que en su discurso de inicio de campaña (que muchos dicen que escribió el propio Castañeda), Anaya ha sido tan duro con Gordillo exhibiéndola como una de las razones de su crítica al gobierno de Calderón y olvidando que Gordillo fue clave tanto para el triunfo de Fox como de Felipe.
En la política mexicana todo es posible pero no veo a Elba compatibilizando con Meade; tampoco con Anaya y sí con López Obrador, porque más que afinidades políticas los pueden unir enemigos comunes. ¿Cuál es su real influencia política al día de hoy? Me imagino que, como decíamos, está menguada por los años de prisión y los límites que aún tiene en su accionar. Pero es un actor, una actriz en este caso, de aquellos que nunca se deben subestimar.
Inicio de campañas
Primer fin de semana de los tres candidatos: Meade tuvo un buen acto en el estado de México con mujeres (Juana sigue siendo una gran baza de su candidatura) en una campaña que necesita ir creciendo de menos a más. Ricardo Anaya tuvo un buen spot junto con Juan Zepeda, que los muestra en una suerte de palomazo tocando la canción de El Tri, La terminal del ADO, y recorriendo Nezahualcóyotl. Es el spot más popular que hemos visto hasta ahora. López Obrador insiste en el error: amnistía a los narcotraficantes, una guardia nacional que incorpore en la misma institución policías y militares y un mando único de todo, que sería el presidente de la república, o sea él mismo. Sin comentarios.