10-01-2018 Para mi amigo Joaquín López Dóriga, con un abrazo solidario
El lunes muchos especulaban que en su mensaje programado para las nueve de la noche, el presidente Peña daría a conocer los cambios en el gabinete que devendrán de las postulaciones de distintos funcionarios a cargos de elección popular en los comicios de julio. Las mayores especulaciones giraban, giran, en torno a Miguel Ángel Osorio Chong, quien dejaría la secretaría de Gobernación para buscar una senaduría que lo convertiría en forma automática en uno de los principales personajes legislativos del próximo sexenio.
Esos cambios se darán en los próximos días, entre miércoles y jueves, y muy probablemente será Alfonso Navarrete Prida, el actual secretario del Trabajo, quien reemplazará a Osorio en Bucareli. Hace semanas, desde que comenzó a trascender la idea de que José Antonio Meade sería el candidato del PRI para julio, dijimos que era un acierto buscar un aspirante que tuviera un fuerte talante ciudadano e incluso que había trabajado en posiciones destacadas y con buenos resultados en administraciones panistas y priístas, pero también decíamos que Meade necesitaría amarrar con fuerza los bastiones priístas, porque ese voto le resulta imprescindible para ganar.
Y hay tres personajes, decíamos también, centrales para realizar esos amarres: uno de ellos es Emilio Gamboa, el líder del PRI en el senado; el otro es Manlio Fabio Beltrones y el tercero es Osorio Chong. Los tres son claves para manejar sectores priístas muy importantes y no es ningún secreto que por esa misma razón contra ellos se han dirigido muchos de los principales ataques que ha sufrido el priísmo en los últimos tiempos.
Osorio ha sido durante cinco años un secretario de Gobernación que ha sido todo terreno, que ha pasado por graves crisis (la fuga del Chapo, Ayotzinapa, el conflicto magisterial), que ha lidiado con la negociación política pero también con la inseguridad, pero que ha mantenido la estabilidad política en el país de una forma para muchos insospechada. Hay quienes se han querido desprender de Osorio desde hace años y se ha manejado desde que no era querido en Estados Unidos, hasta que estaba distanciado con el presidente Peña. Lo cierto es que ha sido uno de los operadores más confiables, disciplinado y cercano que ha tenido Peña, fue el aspirante que se mantuvo, pese a todo, con altos índices de popularidad entre los priístas y no en vano, la disputa real por la candidatura fue, hasta el último momento, entre Meade y Osorio El candidato fue Meade por muchas y buenas razones, pero la carrera de Osorio adquirirá un segundo aire a partir de que sea postulado para el Senado.
Si como se asegura su reemplazante será Alfonso Navarrete Prida (se había hablado también de René Juárez que ha hecho una muy buena labor en la Subsecretaría) el mensaje es que el presidente Peña querrá tener en Gobernación a alguien experimentado, cercano, pero también con un buen grado de interlocución política con otros sectores y con experiencia en áreas de seguridad, en una campaña que se antoja desde ya particularmente ruda y quizás hasta violenta. Navarrete fue un cercano colaborador de Jorge Carpizo y quizás pueda jugar un papel similar al que jugó el fallecido ex rector en 1994, en otros comicios particularmente difíciles.
Habrá que esperar a ver si se confirman estos movimientos y qué otros pueden darse en los próximos días. Los mismos, junto con las designaciones de los candidatos a gobernador, será lo más importante que veremos en lo que resta de enero. Allí sabremos en realidad cuál es el bagaje, el respaldo, que cada candidato llevará tras de sí.
Vallejo y la amnistía del narco
Tiene razón Margarita Zavala: si Fausto Vallejo, el tristemente célebre ex gobernador de Michoacán es candidato de Morena al Senado o a la alcaldía de Morelia, esa sería la demostración, el primer paso, de la anunciada amnistía de López Obrador al narcotráfico. Fausto Vallejo fue el peor gobernador que ha tenido Michoacán en años; permitió no sólo el crecimiento sino el control de buena parte de su gobierno por el cártel de la Familia Michoacana y luego por los llamados Templarios; negoció para llegar al gobierno con la Tuta; su hijo se reunió con los narcotraficantes; su secretario de gobierno y principal operador, el hombre que lo reemplazó mientras Fausto se sometía a un trasplante de hígado, era Jesús Reyna, quien está preso por sus relaciones con la Tuta. Los michoacanos, desde empresarios hasta agricultores fueron extorsionados y secuestrados, hubo zonas completas del estado que quedaron bajo control de los delincuentes y sin la intervención especial del gobierno federal hubiera sido imposible recuperar Michoacán.
Pero es coherente: en Morena no sólo está Fausto Vallejo, ahí está también su antecesor, Leonel Godoy, un gobernador tan prescindente y tolerante con el narcotráfico como Vallejo. Y está José Manuel Mireles, el creador de las autodefensas ligado también al narco. Están todos los que llevaron de la mano a los criminales para quedarse con el control del estado. Es una virtual amnistía a los narcos.