La censura previa del populismo
Columna JFM

La censura previa del populismo

30-04-2018 Una de las características más evidentes de cualquier ideología o régimen autoritario es la censura previa. Prohibir, censurar, impedir expresar las ideas. No se trata sólo de coartarlas una vez expresadas sino lisa y llanamente impedir que se expresen. 

 

Lo hemos vivido en México durante años, esos mismos años revolucionarios que ahora algunos tanto añoran, con prohibición como lade la película La Sombra del Caudillo, basada en el libro de Martín Luis Guzmán. Lo vivimos con prohibiciones a espectáculos, artistas, géneros musicales. Desde Avándaro hasta finales de los 80 el rock y los conciertos estuvieron prohibidos. Espectáculos, películas como La última tentación de Cristo, El Último Tango en París o el Imperio de los Sentidos sólo podían verse en algún espacio que oscilaba entre la marginalidad y la ilegalidad. Pero todo eso, como el país, fue afortunadamente cambiando: el último intento provino de la iglesia y de un grupo de empresarios que hicieron todo lo posible para que se ocultaran en las noticias las historias del padre Marcial Maciel y de la mano con ello de la película El padre Amaro. Fracasaron. 

Pero en los últimos años, sobre todo a partir del auge de las redes sociales y del lopezobradorismo a ellas asociado, tenemos otro tipo de censura previa: es la descalificación, la presión para evitar que se vea o se lea algo que simplemente no les gusta. No se toman el trabajo de consultar el contenido, simplemente no quieren que exista. La censura se ejerce a partir de la presión y la descalificación. Los autores son herejes que no merecen exponer su trabajo.

Es lo que está sucediendo con el documental Populismo. Fui, como muchos otros,  entrevistado por los productores de ese documental. Los productores, me comentaron, que habían colaborado con un documental que me parece espléndido, y que trasmite Netflix, que se llama Cuba Libre. Tuve una entrevista larga, profesional, de más de dos horas sobre el fenómeno del populismo. Hablé de Perón, de Chávez, de Lula y de López Obrador. Por lo que me mostraron, no tuve duda de que sería un excelente material. 

Pero la corriente populista de López Obrador, no quiere que ni usted ni yo la veámonos esa serie. No se trata de hacer una crítica a su contenido: quieren prohibirla, que no se difunda. Y lo dicen los mismos que generan una intensa, muy bien pagada y difundida actividad profesional de publicidad apenas subliminal del propio lopezobradorismo o una tarea de demolición institucional y/o gubernamental notable. Se promocionan y publicitan todo tipo de películas y series, buenas, malas y feas, que pueden hacer apología del Chapo Guzmán, mentir descaradamente sobre el asesinato de Colosio, convertir a una primera dama en líder guerrillera acompañada en su lucha por contrabandistas de Tepito, narcotraficantes y opositores políticos todos sumados contra el gobierno. Hemos podido ver un documental que va ya por su tercera parte sobre la vida y obra de López Obrador, simplemente apologético. Hemos visto películas donde se mostraban entre bromas y en serio hechos tan terribles como la tortura o la incineración de cuerpos.

Pero cuando se quiere trasmitir un documental serio, bien realizado, profesional, sobre el populismo en América latina ponen el grito en el cielo y exigen que no se trasmita, que no salga al aire. Presionan en forma pública y privada, lo demandan en las redes sociales, a distribuidores y exhibidores les llegan amenazas de que alguien indignado” puede prenderle fuego a un cine o hacer algún desmán.

No es nuevo, en 2007 la presentación de un libro de Carlos Tello sobre las elecciones del año anterior fue reventada por un grupo de choque de lopezobradoristas. Semanas después la presentación de un libro mío, que se titulóCalderón Presidente, la lucha por el poder (Grijalbo, 2007) donde se hacía una pormenorizada crónica de la campaña electoral, también intentó ser impedida por un grupo encabezado por Juanito, entonces incondicional de López Obrador. No habían leído el libro de Tello ni el mío, se trataba simplemente de que no circulara, de que no hubiera textos que no coincidieran con la historia oficial del lopezobradorismo de la elección del 2006.

Años después hicimos, con la colaboración siempre profesional y amistosa del maestro Raúl Quintanilla, un docudrama sobre el secuestro y muerte de los jóvenes de Ayotzinapa que llamamos La Noche de Iguala. Tiene una realización respetuosa e irreprochable y un guión que se atiene estrictamente a lo que sucedió con esos jóvenes, con una descripción meticulosa de la relación entre el poder político local y el narcotráfico. No decía que fue el Estado” por una sencilla razón: no fue el Estado el que mató a los chavos, fue el narcotráfico coludido con autoridades políticas y policiales locales, municipales y en algunos casos estatales. Lo investigamos y lo pusimos de manifiesto.

La Noche de Iguala soportó una campaña feroz en su contra desde semanas antes que se estrenara, sin que ninguno de sus críticos hubiera visto siquiera el trailer de la película. Las autoridades y los exhibidores se asustaron. El documental, en un hecho insólito, fue calificado como prohibido para menores de 18 años. Las salas se redujeron drásticamente, hasta convertirse en un puñado donde el docudrama se exhibía a deshoras. No tuvimos publicidad ni siquiera fija, pósters en los cines, porque había amenazas de que iban a quemar salas o habría actos de vandalismo. En una sala de la cineteca, el día del estreno, antes de ver la película un grupo de activistas reventó la presentación, hizo un acto con ofrendas, discursos, etc. La mayoría de la gente se fue. La amenaza de que podría haber provocaciones mayores se tomó como cierta y en unos pocos días la película fue retirada. Se vendió paradójicamente mucho en otro circuito: en el de películas piratas. Espero que las copias por lo menos hayan sido buenas.

Espero también que estas presiones, estos intentos de censura previa fracasen con el documental Populismo. Tratar de impedir su exhibición es una muestra más de que el populismo siempre termina, se presente de derecha o de izquierda, en el más crudo autoritarismo.

 

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