Pocos temas reflejan lo poco transparentes que han sido las relaciones entre el poder público y ciertos sectores de la iniciativa privada, como lo que está sucediendo en el sector azucarero. El gobierno asumió el compromiso con los industriales del sector de subsidiar sus exportaciones y de liberar de impuestos las ganancias; los industriales se comprometieron a garantizar mercados para colocar esas exportaciones y de comprar la producción de los cañeros independientes. La consecuencia es que todos están prácticamente en quiebra.