El miedo y el enojo no alcanzan para gobernar
Columna JFM

El miedo y el enojo no alcanzan para gobernar

28-06-2018 Para mi amigo y orgulloso sinaloense, Manuel Zazueta Cárdenas, que ya descansa después de una larga batalla. Con un abrazo para su Beatriz, para Bea y Bruno.

 

En las encuestas finales de los comicios del domingo hay de todo. Imposible creerle a todas porque los datos son muy dispares, aunque muestren tendencias más o menos consistentes en las últimas semanas. No sé si el resultado electoral del domingo vaya a ser tan abierto como algunos esperan, me imagino que quizás puede terminar siendo tan dramático como el final de los juegos de ayer, que, con el triunfo de Corea, y a pesar de la derrota de México, le dieron el pase a octavos de final a nuestra selección. A veces, en muy pocas ocasiones, también se gana perdiendo.

Lo que sí hay que evaluar en estos días de reflexión es qué pasa con nuestro ánimo social: pasamos del entusiasmo desaforado al tremendismo casi sin escalas. La selección jugó dos grandes partidos y un tercero muy malo, calificó sí gracias al resultado de Corea sobre Alemania, pero sobre todo porque había ganado, por propios méritos, los dos primeros partidos. Pero en redes sociales parecía que se hubiera acabado el mundo. Algo similar ocurre con la política: está campaña electoral ha oscilado entre dos sentimientos profundamente negativos, entre el enojo y el miedo, entre quienes están hartos y quieren a como dé lugar un cambio aunque no quede muy claro a dónde nos llevará éste, y los que tienen miedo de ese cambio pese a quetampoco termine de quedar del todo claro cuál es la causa central del temor. 

Los dos son sentimientos irracionales. El enojo se define como el sentimiento desagradable que experimentamos cuando nos sentimos contrariados o atropellados por las palabras, las acciones o las actitudes de otros. Y hay razones para el enojo, este gobierno, y los anteriores, más allá de sus logros, de los éxitos puntuales que no se pueden negar, de los avances que hemos tenido en varios capítulos de la vida nacional ha atropellado y contrariado, por sus acciones, sus palabras y sus actitudes a muchos mexicanos. La falta de sensibilidad, la corrupción, la ineficacia, la desigualdad, aunque no sean generalizadas, simplemente están en el corazón, en el centro del enojo social: no es una percepción, es una realidad. 

El miedo se define como la “sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario.Para muchos el miedo es la principal motivación. Hay causas para el miedo. Un día se amenaza, al otro se perdona, un día se habla de cambios radicales, y al siguiente de moderación. No hay rutas claramente definidas. La incertidumbre es el peor de los miedos y en muchos casos genera acciones desesperadas. No importa tanto lo bueno o malo que hemos tenido: el verdadero temor es ir hacia lo desconocido, hacia algo peor que lo que tenemos porque no lo conocemos, o lo hemos conocido demasiado en el pasado.

Todos los candidatos han hablado del futuro, han hecho todo tipo de ofertas, pero la verdad es que la esperanza, la expectativa positiva tiene poco que ver con lo que definiránestos comicios. Tampoco abona a ello la estrategia de la cárcel ni la amnistía, tampoco el continuismo. Nuestros candidatos no han logrado terminar de sembrar la confianza en el futuro a los electores y ya no podrán hacerlo antes de los comicios. 

Por eso para el futuro inmediato, para el mismo 2 de julio, se requiere aceptar los resultados electorales (los márgenes de fraude son casi inexistentes en la jornada electoral, salvo que veamos algo realmente grotesco que difícilmente se pueda dar con dos millones de ciudadanos cuidando la elección) independientemente de las controversias que seguramente habrá (el propio sistema, tan rígido, las propicia) se debe convocar a una reconciliación que permita gobernar a quien llegue al poder y dé confianza y tranquilidad a quienes votaron por él y sobre todo a quienes votaron en su contra.

No se puede gobernar ni prosperar, no se puede avanzar en medio del miedo y el enojo, sentimientos que se prolongarán en el tiempo si después de la elección los distintos actores, y sobre todo los candidatos, no dan un paso hacia la reconciliación. Recordemos que vendrá un largísimo proceso de cinco meses de transición que se harán eternos tanto para los que se van como para los que llegan.

Decía John F. Kennedy, creo que la frase es suya, que quienes llegan al poder montados en el lomo de un tigre, generalmente terminan devorados, en las fauces del propio tigre. Quizás el miedo y el enojo pueden determinar el resultado electoral, pero no pueden definir el futuro de un país.

La relación con EU

La relación con Estados Unidos está en el punto más bajo dedécadas. No haber podido concluir la renegociación del TLC antes de nuestros comicios y los de noviembre en la Unión Americana, será una carga para el futuro gobierno y un espacio donde la politización puede imponerse a la realidad económica. Si a eso sumamos la criminal política migratoria de la administración Trump, quien sea el ganador tendrá que tener absolutamente claro qué es lo que quiere y como espera avanzar o resisitir ante los vientos de la actual Casa Blanca.

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