18-07-2018 No habrá en el futuro gobierno, secretaría más poderosa que la de seguridad. No sólo volverá a controlar las instituciones policiales como en el sexenio, sobre todo, de Felipe Calderón, sino que además tendrá un tramo de control mucho más amplio: la Policía Federal tiene ya un área muy sólida de inteligencia policial y ciberseguridad (una Plataforma México que está reconstruyendo) a la que se sumará lo que ahora es el CISEN, que se convertirá en la Agencia Nacional de Inteligencia. Además, se llevará de Hacienda a la unidad de inteligencia financiera. E incorporará todas las áreas de Protección Civil.
En otras palabras, la nueva secretaría de seguridadtendrá bajo su mando la policía federal, y dentro de ella la gendarmería, la inteligencia policial, la civil y la financiera, sumados a todos los mecanismos de protección civil. Tendrá un presupuesto muy alto e injerencia directa en su distribución. Si el cuadro se completa y se avanza en los mecanismos de mando único, como debería ser, de allí terminarán dependiendo, de una u otra forma, también las policías estatales.
Será un irresistible polo de poder. Se podrá argumentar que está muy bien porque no existe mayor desafío que la inseguridad. Coincidiendo, hay algunos puntos que se deben analizar. Primero, la realidad de la Policía Federal. Es la única institución de seguridad que ha mantenido a lo largo de los últimos sexenios un modelo que ha tenido cambios en sus mandos, algunos más acertados que otros, pero que no se ha modificado en su concepción: la idea de una policía moderna, con un fuerte componente de inteligencia, con el objetivo de que ese modelo policial federal se replique en los modelos estatales y se avance hacia un mando único en las 32 instituciones policiales estatales que mantengan un modelo común.
En la PF hay cerca de 40 mil elementos que están preparados, entrenados y que tienen, en general, una capacidad operativa alta. Las instituciones policiales no se construyen por sexenios. Cuando son sólidas han logrado incluso trascender dictaduras, manteniendo el modelo esencial, como ha ocurrido con la Guardia Civil española o con los Carabineros chilenos.
Algo similar sucede con el CISEN. Ninguna democracia del mundo puede existir sin un sistema de inteligencia civil eficiente, menos en nuestra situación geopolítica. La función del CISEN nunca fue el espionaje interno sino obtener la información, los insumos, suficientes, de manera oportuna y eficiente, para la toma de decisiones políticas. Existe un marco legal en el cual se debe mover el CISEN. Si alguien lo ha violado debe ser castigado por ello, pero la institución como tal se debe preservar.
Se ha dicho que el CISEN cambiará de nombre y se llamará ahora Agencia Nacional de Seguridad, y ya no dependerá de la secretaría de Gobernación sino de la de Seguridad. Es un viejo debate. Cuando comenzó el gobierno de Vicente Fox, tanto Adolfo Aguilar Zinser como Jorge Castañeda querían desaparecer el CISEN o llevarlo, como ahora se propone, a la entonces naciente secretaría de seguridad pública que encabezaba otro actual asesor de López Obrador, Alejandro Gertz Manero. Finalmente, en medio de un fuerte jaloneo político, el CISEN se quedó en Gobernación, con Santiago Creel y su director fue el ahora ministro de la Suprema Corte, Eduardo Medina Mora. Pero fue un CISEN debilitado, porque en medio de luchas palaciegas y acusaciones injustificadas, buena parte del área de operación e inteligencia de lo que era entonces la naciente PFP y el CISEN, se fueron a la PGR, con el general Rafael Macedo de la Concha que como contrapeso acababa de formar la AFI, que quedó bajo el mando de Genaro García Luna y que se convirtió en el germen de la Policía Federal que nació el sexenio siguiente.
La Policía Federal tuvo un crecimiento espectacular en los años de García Luna y se desarrolló Plataforma México, una instancia de información e inteligencia policial, que podía trascender incluso hacia la seguridad nacional, como nunca antes la tuvo el Estado mexicano, acompañada por una poderosa área de inteligencia. Pero el CISEN, haciendo labores de inteligencia civil, política, se mantuvo en Gobernación.
Entiendo porqué al iniciar el gobierno de Enrique Peña se decidió volver a llevar las áreas de seguridad a Gobernación, aunque el diseño utilizado no fue ni mucho menos el mejor. Lo que jamás pude entender es porqué se desarticuló Plataforma México, a veces en beneficio del CISEN y otras sin beneficio alguno, ni institucional ni policial. Al CISEN se le dieron funciones que tampoco entraban en su cuadro original y perdió eficiencia en su verdadera labor que es proporcionar información política y social.
Ahora el CISEN cambiará de nombre y se integrará a seguridad. Si hay algo en la nueva secretaría que se debe cuidar es que las áreas de inteligencia civil, policial yfinanciera no se fundan en una sólo área, en una sola instancia de inteligencia. Deben estar separadas, aunque se alimenten mutuamente. Por eso las tres estaban separadas: cumplen tareas diferentes. Pueden estar en una misma secretaría, pero no pueden fusionarse. Es demasiado poder. Ninguna democracia lo hace, precisamente por eso: demasiado poder generalmente deviene en un abuso del mismo.