¿Guardia Nacional sin modelo policial?
Columna

¿Guardia Nacional sin modelo policial?

21-11-2018 No creo que el mayor problema de la estrategia de seguridad y paz que presentó el equipo del presidente electo López Obrador sea la llamada militarización a partir de la conformación de la Guardia Nacional.

Es verdad que con la construcción de esa institución se pone a la principal instancia de seguridad pública federal bajo mando militar y eso se relaciona directamente con la división del país en 266 zonas que estarán también bajo mandos militares, cada una de ellas. De una u otra forma eso ya existe en algunas zonas del país, hoy se institucionaliza. Como ya hemos dicho existen esquemas similares en variaotras naciones, pero muy probablemente lo más parecido es la Policía Nacional de Colombia, también bajo mandos y estructuras militares, en un país que vive desafíos similares al nuestro.

Con la presentación de la iniciativa, que implica una reforma constitucional importante, para la creación de la Guardia Nacional se dijo que se mantendrá esta estructura de mando hasta que concluya la violencia, lo cual no es un plazo que se pueda fijar objetivamente. Si se va a reformar la Constitución y jugar una carta de reforma estructural tan audaz se debe tener claridad que estamos hablando de algo estratégico no coyuntural. 

Y si pensamos en estrategia de seguridad en el largo plazo descubrimos que el mayor hueco, la mayor zona gris de la nueva política es que no dice una palabra de las policías, ni de la federal, ni mucho menos de la estatal y municipal. La Guardia Civil tendrá funciones en el ámbito federal, pero en los hechos el despliegue que tendrá es muy similar al actual: esos soldados y marinos ya están desplegados en todo el país, también la Policía Federal, y la incorporación de nuevos elementos todos sabemos que no se podrá hacer de un día para el otro. Lo que cambiarán, son los mandos y modelos de operación, pero incluso así no se podrán cosechar frutos sin tener claridad sobre el modelo policial que se quiere aplicar. 

Hay unas dos mil 600 corporaciones policiales distintas en el país con unos 380 mil elementos, dispersos en municipios y estados. Esa debería ser la fuerza central para garantizar en el largo plazo la seguridad pública, la cotidiana. Todos sabemos que ese es también el eslabón más débil de la propia seguridad, donde existe mayor coerción y mayor corrupción. 

¿Qué se va a hacer con esas policías? Desde hace años muchos hemos insistido en la necesidad del mando único, sino federal por lo menos de 32 mandos únicos estatales bajo la coordinación del federal, pero todo en el marco de un nuevo modelo policial, una academia, o varias, de formación común, con equipos, manuales de operación y estándares comunes, con una escuela de mandos de donde tendrían que salir, certificados, todos los que aspiraran a encabezar cada una de esas policías estatales. Incluso sobre ese esquema se podrían mantener algunas policías municipales que en determinadas ciudades funcionan relativamente bien, pero lo importante es que exista un modelo único sobre una estrategia común.

La Guardia Civil puede y debe funcionar cómo se ha planteado, pero qué se hace mientras tanto con los policías federales, estatales y municipales. Sin dar esa respuesta no se puede tener una solución de largo plazo. Los países que tienen guardias nacionales, con ese u otro nombre, tienen también fuertes estructuras policiales e incluso agencias de investigación judicial muy poderosas. Es un modelo integral donde embonan las diferentes piezas con tareas y responsabilidades diferentes, pero con objetivos y estrategias comunes.

Esa ausencia es el mayor problema: no se termina de construir una estrategia integral. Nadie puede estar en desacuerdo en capítulos como acabar con la corrupción, o en el apoyo a los jóvenes, el problema es completar el círculo de la estrategia de seguridad en sí misma. Cuando nos topamos con los principales problemas de seguridad pública es porque se han deteriorado los cuerpos locales: se trate de la policía de Acapulco, la de Iguala o la de Reynosa. Tarde o temprano la Guardia Nacional o los responsables de zona (sean los primeros 150 o posteriormente los 266) descubrirán que con los elementos que tienen no pueden cubrir todo su territorio y tareas y tendrán que recurrir a los policías locales y las preguntas son evidentes: ¿bajo que manto legal operarán? ¿quiénes serán sus mandos naturales? ¿cómo se evitará el deterioro del modelo si no se limpia y purifica esa base hoy tan dañada?

No nos faltan policías: la Guardia Nacional tendrá, en capacidad operativa, unos 60 mil elementos, más unos 40 mil que pertenecen a la Policía Federal, pero en los estados y municipios hay 380 mil policías que se encargan de la seguridad del día y día y que son el eslabón más débil de la cadena, pero están pulverizados en dos mil 600 corporaciones autónomas y muchas de ellas sin capacidad operativa. De ese eslabón hay que jalar si se quiere tener resultados de largo plazo.

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Sin demasiado ruido, Sinaloa sigue siendo uno de los estados con mayor crecimiento y estabilidad política, más allá, incluso, de los históricos problemas de delincuencia organizada. El trabajo del gobernador Quirino Ordaz reflejado en su segundo informe, da cuenta de un estado próspero y con avances.

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