El Grande, el Rey, Osiel: la justicia en EU
Columna

El Grande, el Rey, Osiel: la justicia en EU

17-02-2020 ​​​​​​​​​​Para mi Dany, en sus adorables 15.

No sólo en México El Lunares, líder del cartel Unión Tepito,fue liberado por segunda ocasión por decisiones incomprensibles de los jueces (y detenido por tercera vez, a ver si ésta es la vencida), sino que nos enteramos que en Estados Unidos, Vicente El rey Zambada y Lucero Sánchez, la chapodiputada, podrían haber recuperado la libertad o estar ya gozando del programa de testigos protegidos. Zambada, hermano de El Mayo, es quien involucró con sus acusaciones al ex secretario de seguridad pública, Genaro García Luna.

La idea de ir cazando a personajes menores que delaten a quienes están un escalón por encima de ellos para así llegara la cúspide criminal, sobre todo en delitos de crimen organizado, tiene lógica pero en el camino puede dejar un enorme caudal de impunidades. La transformación de un peligroso delincuente, que ha acabado con miles de vidas, en un testigo protegido en libertad o que goza de una corta pena a cambio de un testimonio, no tiene nada que ver con la justicia. 

Hemos criticado la amnistía encubierta de la que hablaba el presidente López Obrador hasta hace unos meses, pero esa idea la comparten, a cambio de algún testimonio, también en Estados Unidos. Hace algunas semanas, fue liberado Sergio Villareal, El Grande, uno de los más peligrosos operadores y sicarios del cártel de los Beltrán Leyva, por haber colaborado en el juicio del Chapo. Mucho antes, no se sabe porqué, Osiel Cárdenas Guillén, el temible líder del cártel del Golfo y creador de los Zetas, recibió una condena de apenas 25 años, que serán menos, y una multa de 50 millones de dólares. En unos pocos años, con buena conducta Osiel estará en libertad. En ese camino están, también, La Barbie y otros narcotraficantes.

Obviemos el caso de Lucero Sánchez, la chapodiputada, porque siendo una estrecha colaboradora y novia de Guzmán Loera, no estuvo, aparentemente, involucrada en hechos de sangre, pero el Rey Zambada, fueuno de los principales narcotraficantes del país, un personaje(como El Grande, como Osiel y como muchos otros) que llenaron de sangre nuestro país, que mataron aquí y en Estados Unidos a miles, por violencia y por sobredosis, quedestruyeron familias y comunidades. 

Su detención y el combate al narcotráfico, se apoye o no la estrategia seguida en las últimas décadas, ha costado miles de millones de dólares a nuestro país, ha ocasionado 200 mil muertes, ha obligado a esfuerzos enormes de la sociedad y del Estado mexicanos, nos ha hecho vivir en la zozobra. Se ha luchado, con aciertos y errores, para proteger los intereses nacionales y sociales, pero también como parte del compromiso con Estados Unidos, en su propia lucha (es un decir) contra el masivo consumo de drogas en ese país. Más de 30 millones de consumidores en la Unión Americana utilizan las drogas que se envían desde México, y desde allí llegan las armas que utilizan nuestros traficantes y de ese consumo se hacen fortunas que alimentan a los cárteles. 

Y ahora resulta que en un extraño giro que comenzó desde hace algunos años y se ha acentuado durante la administración Trump, cada vez más nos enteramos de que capos y sicarios, que se convierten allá en colaboradores,obtienen penas bajas y en ocasiones su libertad. No existe siquiera un parámetro que permita medir el porqué de esas decisiones ¿realmente es mucho más peligroso eChapo Guzmán que el liberado Sergio Villareal (un sicario temible),que el aparentemente exonerado Rey Zambada o que OsielCárdenas (un verdadero carnicero) beneficiado con una condena indulgente?¿porqué se indignan las agencias estadounidenses porque un juez liberó a Rafael Caro Quintero después de 26 años de prisión (una liberación en la que sí se torció la ley) pero ellos liberan a narcotraficantes tanto o más peligrosos porque simplemente delataron a alguien?.

Reconozco que no entiendo el doble discurso, el doble o triple rasero para medir la criminalidad, no entiendo porqué Estados Unidos está abandonando algo que era fundamental a la hora de decidir si alguien se podía convertir en testigo protegido: el que confirmara sus dichos con pruebas. Puede ser que los Zambada (el Rey o el Mayito, el hijo el Mayo) hayan colaborado con las autoridades incluso desde antes de ser detenidos, como se ha dicho, pero sus declaraciones (por lo menos las que se han hecho públicas) no están sustentadas en prueba alguna, son dichos. Sus crímenes sí son reales y se cometieron durante años a un costo altísimo de vidas. Instalados en el cinismo tendremos que preguntarnos para qué aquí los perseguimoslos investigamoslos detenemos ylos extraditamos, si allá, de acuerdo con sus intereses, van a terminar siendo exonerados y protegidos.

 

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