06-03-2020 Para mi querido José Manuel y sus 18 años plenos de inteligencia y ganas de vivir.
Para mi queridísima hermana Graciela, que hoy, por fin, descansó.
Por alguna extraña razón, el presidente López Obrador es un hombre que, a la hora de gobernar, repite sus errores, pero no termina de aprender de sus aciertos.
Durante su administración de la Ciudad de México, uno de sus mayores errores fue su reacción ante la demanda por la grave inseguridad que se comenzó a vivir en la capital del país. Por supuesto que, como ahora sucede, parte del problema venía de años atrás, pero confundió la demanda social con un movimiento en su contra. Cuando diversas organizaciones sociales convocaron a la famosa marcha exigiendo mayor seguridad y denunciando la ola de secuestros que entonces comenzaba a asolar a la capital del país, su reacción fue descalificarla, decir que era convocada por los conservadores y que era una marcha de “pirrurris”.
La marcha no era en su contra. Muchos de quienes la convocaron y sobre todo de quienes participamos, habían votado por López Obrador para el gobierno de la ciudad. Su gobierno hasta entonces no era malo. Pero se perdió la seguridad y cuando se convocó aquella marcha para exigir su restablecimiento, estalló. Allí nació la distancia con las clases medias y la confrontación que lo llevó a perder las elecciones del 2006, en medio de una serie de errores de campaña que jamás ha reconocido.
Lo sucedido en la mañanera del miércoles pasado es bochornoso pero demuestra también lo delicado del momento que vive el país a causa de una polarización impulsada desde el espacio que menos tendría que buscarla: desde el propio Palacio Nacional.
Por supuesto que muchos actores responden al ambiente de polarización que vivimos, pero la actitud y el protagonismo de algunos de los duros del oficialismo y la falta de reflejos presidencial en un tema que no le gusta, y que creo que no entiende en su contexto actual, como es el del feminismo y los derechos de las mujeres, han convertido una movilización que ni siquiera era en su contra, que es parte de un movimiento social para exigir derechos elementales que todos podemos y debemos compartir, como es la lucha contra la violencia de genero, en un conflicto político e ideológico.
Lo sucedido el miércoles en la mañanera refleja esa incomprensión pero también lo mal que están algunas cosas en la relación del presidente con los medios y lo mal que está llevada la comunicación presidencial. Esa mañana, el Presidente tuvo que cambiar lo que había dicho un día antes, de que el 9 de marzo comenzaría la venta de los boletos de la rifa-no rifa del avión presidencial. Pero en lugar de simplemente aceptar que debía hacerlo ante una legítima demanda ciudadana, ampliamente apoyada, volvió a descalificar a ese movimiento de “conservador y oportunista”.
Una participante habitual sobre el tema, Rita Guerrera, una reconocida periodista de las causas feministas, volvió a encararlo y a decirle lo que resulta obvio: el gobierno federal, ante la demanda, no ha dado a conocer una sola medida específica, nueva, para evitar la violencia contra las mujeres y las agresiones de género. No es un tema de conservadores o neoliberales: es un tema de políticas públicas.
El Presidente no tuvo respuesta, aunque sí la tuvo ese día el responsable de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, que además de adelantar algunos temas de investigación, anunció que se habían congelado las cuentas de los operadores de Luz del Mundo precisamente por las sanciones sobre abusos sexuales en contra de sus líderes.
Esa respuesta de Nieto hubiera servido para acabar con el tema, por lo menos en esa mañanera. Pero tenían que meter la mano los operadores de comunicación del gobierno y lanzaron a un personaje llamado Marco Olvera, de un portal web cercanísimo a René Bejarano, que pidió a Nieto que la UIF investigara a los periodistas que apoyaban el paro del 9 de marzo, utilizando, como Díaz Ordaz en el 68, el fantasma de la conspiración internacional. Aquello terminó en desastre.
Imposible no recordar lo que escribió días atrás la directora de Notimex, Sanjuana Martínez, imposible de calificar como opositora al Presidente: todo indica que la mañanera “carece de límites y filtros en su mala organización y se ha convertido en un espacio de anarquía en donde los pseudo periodista que la cubren pueden cometer el delito de daño moral…el ingreso a la mañanera se debe regir por estándares profesionales de prestigio y credibilidad de los medios y periodistas que la cubren… La difamación debe ser suficiente para la revocación de una acreditación”, como ocurre, agreguemos nosotros, en la fuente presidencial de cualquier democracia.
Decía Adolfo Bioy Casares que “el mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez”.