?Ya nos veremos el 3 de julio?, así se despidió un connotado senador panista el viernes pasado de sus compañeros de partido. Y es que en pocas ocasiones las reuniones del comité ejecutivo nacional del PAN han sido más difíciles que la del viernes 14. En realidad, no sólo estuvo a discusión el momento político y electoral del blanquiazul sino, incluso, el propio futuro de ese partido. La disputa por el PAN entre los foxistas y los antifoxistas sigue siendo difícil de ocultar y, cada coyuntura política la pone de manifiesto: en esta ocasión fue el debate por la actitud de Francisco José Poli Bolio en la votación del presupuesto el 28 de diciembre pasado pero, ese debate va mucho más allá.
“Ya nos veremos el 3 de julio”, así se despidió un connotado senador panista el viernes pasado de sus compañeros de partido. Y es que en pocas ocasiones las reuniones del comité ejecutivo nacional del PAN han sido más difíciles que la del viernes 14. En realidad, no sólo estuvo a discusión el momento político y electoral del blanquiazul sino, incluso, el propio futuro de ese partido. La disputa por el PAN entre los foxistas y los antifoxistas sigue siendo difícil de ocultar y, cada coyuntura política la pone de manifiesto: en esta ocasión fue el debate por la actitud de Francisco José Poli Bolio en la votación del presupuesto el 28 de diciembre pasado pero, ese debate va mucho más allá.
La reunión del viernes fue larga pero los temas tratados fueron pocos: los asuntos electorales y la selección de candidatos para los estados que tendrán comicios en los próximos meses se superaron con rapidez, mientras que el tema Paoli ocupó prácticamente seis horas del debate. Lo que sucede es que el debate del caso Paoli escenificó el enfrentamiento entre dos concepciones de partido, dos formas de hacer y entender la política y dos caminos para el futuro del panismo.
Paoli comenzó la reunión leyendo un documento de 14 cuartillas sobre el porqué de su posición. Argumentó que había votado a favor en todas las votaciones en que participaron los panistas menos en la del IPAB porque consideraba que la posición de su partido no era la correcta: habló del IPAB como un avión que tiene que llegar a Houston y sólo le ponen gasolina para llegar a Monterrey. Destacó que, a lo largo de toda su historia, el PAN siempre había respetado el voto de conciencia de sus militantes y recordó como en 1989, cuando los miembros del entonces naciente foro democrático, que terminaron rompiendo con el PAN, votaron en contra de la reforma electoral que apoyaba su partido, ninguno de ellos recibió apercibimiento alguno. Agregó que su idea era votar a favor de la propuesta oficial de financiamiento al IPAB pero que prefirió salirse de la sesión y no votar para no afectar al resto de la bancada. Para Poli, la actual bancada del Pan es un grupo parlamentario que está perdiendo identidad y que se está perredizando, aceptando en forma automática todo lo que viene del partido del sol azteca y rechazando de la misma forma cualquier acuerdo con el gobierno.
Cuando se inició el debate, José Espina, el único diputado federal del PAN que ganó un distrito en la capital en el 97 y que había insultado públicamente a Paoli en pleno salón de sesiones, ofreció disculpas por su actitud pero ello no cambió el sentido del debate. Jorge Ocejo, el ex presidente de la Coparmex y legislador por Puebla, fue el más duro de los impugnadores. Ocejo, incluso, le reclamó a Paoli que hubiera divulgado sus posiciones previamente en los medios, defendiendo su ausencia en esa sesión legislativa, sin antes haber acordado con su partido los términos de sus intervenciones. Uno de los antifoxistas le recordó a Ocejo que Fox cada día habla ante los medios y sienta posiciones que su partido no comparte y que nadie le reclama.
Ricardo García Cervantes, que fue el coordinador de los diputados panistas en la pasada legislatura y que está identificado con el grupo de Diego Fernández de Cevallos, fue quien más insistentemente salió en defensa de Paoli. Dijo que se trataba de un linchamiento, llamó la atención sobre el porqué no se estaba tratando de la misma forma la ausencia de Juan Miguel Alcantara, subcoordinador de la fracción parlamentaria que mandó a su suplente a la sesión y se fue a esquiar a Lake Tahoe o con Juan Marcos Gutiérrez, que lo acompañaba en ese resort estadunidense, y que ni siquiera avisó a su suplente para que éste estuviera en la sesión (muchos en el PAN piensan que eso se debe a que Alcantara si bien no comparte muchas de las posiciones de Fox, es uno de los hombres de confianza de Carlos Medina Plascencia, mientras que Gutiérrez no fue tocado porque es uno de los coordinadores de los amigos de Fox en el estado de Baja California).
Cuando se puso a votación el extrañamiento contra Paoli (en realidad era un regaño público) el influyente senador Gabriel Jiménez Remus, que no suele involucrarse en los debates internos de su partido, tomó la palabra y puso el dedo sobre la llaga. Dijo que, en todo caso, si había que aplicar una sanción tenía que ser también para el diputado Medina Plascencia porque no había sido capaz, una vez más, de tener control político sobre la bancada de su partido y no pudo retener a sus diputados en una votación tan importante. Para Jiménez Remus lo grave no era la no votación de Paoli (compartía su posición sobre el voto de conciencia) sino el que el líder parlamentario de su partido no pudo retener en la sesión a todos los diputados. Diego Fernández también apoyó esa postura y recordó la lista de inasistencia que tiene el grupo parlamentario, el más alto en la historia reciente de ese partido y también responsabilizó a Medina de ello.
La disputa, en realidad, gira en torno a las futuras posiciones de poder. Paoli tenía altas posibilidades de ser senador por el DF y con este ataque en su contra prácticamente las ha perdido por completo. Medina Plascencia, al igual que Alcántara, aspiran a ser los coordinadores de los senadores panistas en la próxima legislatura. Vicente Fox está apoyando a Medina en ese intento y la tesis es quitar a todos los aspirantes posibles de la corriente antifoxista, en las escaramuzas previas a lo que ya se ha dado en llamar la batalla del 3 de julio en el blanquiazul. Por eso, Diego Fernández, Francisco Barrio y otros miembros de la corriente histórica del partido ya han anunciado que no aceptarán candidaturas en el senador ni en la cámara de diputados, mientras que ambos han dejado trascender que el mismo 3 de julio lanzarán, gane o pierda Fox, una corriente interna para luchar por la dirección del partido.
En realidad, lo que está en disputa es, insistimos, los espacios de poder. Ha molestado mucho en el PAN que, por ejemplo, en uno de los primeros cuatro lugares de la lista de senadores sea para Jorge Emilio González, el hijo del dirigente verde, Jorge González Torres. Molesta, por ejemplo, que en la reunión del comité directivo regional del DF de esta misma semana, se haya decidido que los candidatos para las jefaturas delegaciones de Xochimilco, Magdalena Contreras y Coyoacán sean para el partido verde, cuando por lo menos en ésta última, en por lo menos dos oportunidades el PAN ha ganado elecciones: en 1988 y 1994.
El PAN vive un momento difícil donde las tendencias centrífugas son, sin duda, muy fuertes. Esa sentencia, de “nos veremos el 3 de julio”, permea demasiado en los panistas históricos mientras se profundizan las diferencias con el foxismo. A ver qué resulta de todo esto: por lo pronto, el pronóstico del enfrentamiento es reservado.