Cuando el martes pasado publicamos en Milenio Diario una columna en la que divulgábamos una reunión que habrían tenido en enero, Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox (y una posterior de éste con un representante de Cárdenas en la casa de Alberto Sánchez), un cuñado de Juan Hernández, secretario a vez del propio Vicente, sabíamos que la misma sería desmentida. No sólo era perturbadora la información sobre el encuentro, sino, además, el motivo del mismo: la posibilidad de una declinación de Cárdenas en favor de Fox, si para el primero de mayo, el ex gobernador tenía menos de 18 puntos en las encuestas confiables y, más perturbador era una demanda, que, según nuestra información, acompañaba aquella posibilidad: de que si se daba esa declinación hubiera una equivalente de Santiago Creel a favor de Andrés Manuel López Obrador en el DF.
Cuando el martes pasado publicamos en Milenio Diario una columna en la que divulgábamos una reunión que habrían tenido en enero, Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox (y una posterior de éste con un representante de Cárdenas en la casa de Alberto Sánchez), un cuñado de Juan Hernández, secretario a vez del propio Vicente, sabíamos que la misma sería desmentida. No sólo era perturbadora la información sobre el encuentro, sino, además, el motivo del mismo: la posibilidad de una declinación de Cárdenas en favor de Fox, si para el primero de mayo, el ex gobernador tenía menos de 18 puntos en las encuestas confiables y, más perturbador era una demanda, que, según nuestra información, acompañaba aquella posibilidad: de que si se daba esa declinación hubiera una equivalente de Santiago Creel a favor de Andrés Manuel López Obrador en el DF.
La información, insistimos, era de fuentes muy confiables y que estaban en condiciones de conocer esos contactos. La noche anterior, cuando intentamos confirmar esa información con los propios Fox o Cárdenas, como lo indicamos en la columna del martes, fue imposible hacerlo. Sabíamos que la información sería desmentida, pero no imaginábamos la magnitud de la reacción, una reacción tan notable que, casi por sí sola termina siendo sospechosa. Tanto, que por ejemplo, nadie se ocupó de los datos respecto al lugar y la fecha de la hipotética reunión.
Pero lo cierto es que las fuentes eran irreprochables y que tanto en lo personal como en el periódico y en MVS, donde presenté esa misma información en la mañana del martes, hicimos consultas y, off de record , personajes cercanos a algunos de los involucrados también aceptaron que sí había habido contactos entre los dos principales candidatos opositores.
Han llovido las negativas aunque Fox y Cárdenas, sus hombres y mujeres más cercanos, no han dicho lo mismo. El ingeniero Cárdenas lo negó terminantemente y no aceptó que hubiera habido siquiera contactos en forma alguna con Fox. El guanajuatense negó el encuentro pero aceptó que había habido por esas fechas una llamada telefónica entre él y Cárdenas, para analizar el tema de los debates, que se había acordado una reunión (se realizaron tres, según Fox) entre sus representantes Pedro Cerisola y Rodolfo Elizondo y el de Cárdenas, Lucas de la Garza. El candidato de la alianza para el cambio agregó que, en esos encuentros, se había acordado que él y Cárdenas se verían más adelante, durante marzo, para "analizar todo lo demás".
Resulta paradójico que muchos de los que han opinado sobre el tema y que negaron estos encuentros, estén profundamente preocupados por saber quién "lo filtró" y han culpado de ello desde los organismos de seguridad del Estado hasta sectores partidarios aparentemente perjudicados por un acuerdo potencial como el descripto. Evidentemente, si no hubo encuentro de ningún tipo, tampoco podría haber habido (ni debería haber preocupación) por la "filtración": sólo puede filtrarse lo que existe y se intenta mantener en secreto. No es tampoco la primera vez que se niegan encuentros: durante años, Cárdenas negó que se hubiera encontrado alguna vez con Carlos Salinas de Gortari y luego supimos que era verdad y que simplemente, se negó, con tanta virulencia como ahora, ese encuentro en aquella oportunidad, porque se consideró que no era conveniente informar de él. Apenas en septiembre pasado, la revista Proceso tituló su nota principal como el "Pacto Secreto" entre Fox y Cárdenas y el contenido de dicho pacto, que también los actores negaron en su momento, no es distinto al que ahora divulgamos.
Acepto la negativa ferviente o dubitativa que públicamente, los protagonistas han realizado respecto a este encuentro, pero sigo pensando que, con base en la información que tuvimos y la reacción que la información generó, los contactos entre Fox y Cárdenas han ido más allá de lo que ellos mismos indican. Insistimos: hay que darle tiempo al tiempo, hay que esperar la evolución de la campaña electoral y ya veremos, cuando ésta entre en la recta final qué sucede.
Por lo pronto hay algunos aspectos que deben ser tomados en cuenta para contextualizar lo sucedido. Varios dirigentes opositores reconocen que sin una alianza opositora será muy difícil derrotar al PRI, incluso pese al repunte real que está registrando la campaña de Vicente Fox (y los priístas, insistimos en ello, están demasiado confiados, en exceso quizás). Pero la posibilidad de un acuerdo opositor está marcado por esas tendencias electorales, como también decíamos el martes: todas las encuestas están mostrando un fuerte repunte del panista, mientras que Francisco Labastida se mantiene en términos generales en su votación y Cuauhtémoc Cárdenas no crece, nunca ha pasado en una encuesta independiente de 18 puntos.
Amalia García decía en estos días que la declinación es impensable porque Cárdenas, como ocurrió en 1997 en el DF, puede partir de un piso muy bajo y llegar a cotas muy altas. Pero lo cierto es que el 2000 no parece ser el 97, el país no es el DF, ni Fox es Castillo Peraza o Labastida es Del Mazo. Aparentemente se está dando, sí, un proceso similar al 97, pero en un sentido inverso: lo que está ocurriendo es que se está polarizando el voto opositor entre un candidato priísta poderoso, como lo es Labastida, y un candidato opositor, Vicente Fox que comienza a nuclear en torno suyo a buena parte del voto opositor.
La estrategia electoral de los dos contrincantes es clara: todos saben que, en términos generales, poco más poco menos, un 50 por ciento del electorado, cuando se le pregunta porqué partido definitivamente no votaría, contesta que por el PRI: ese es el voto duro opositor global. Mientras esa oposición se divida en forma equitativa ese voto duro antipriísta, será por lo menos difícil que el tricolor pueda ser derrotado. El escenario alternativo es que el voto antipriísta se convierta, como ocurrió en 97 con Cárdenas, en un voto "útil" en favor del candidato opositor mejor posicionado. La apuesta el PRI es que el escenario siga siendo tripartito y con un equilibrio de fuerzas; la del PAN claramente es la otra: polarizar la votación y favorecerse de ella mostrando a Fox como un candidato colocado en buena medida por encima del partido.
Pero por eso mismo, aún aceptando (que en lo personal no lo acepto) que la información publicada en torno al encuentro fuera falsa, se generó tal reacción: porque la posibilidad de la declinación es viable, más allá de la voluntad de los actores, porque la presión sobre Cárdenas será brutal si su campaña no levanta en las próximas semanas para ello. Y buena parte de los dirigentes perredistas son conscientes de ello, como son conscientes de que si se da ese hecho, pueden perder muchas de las posicones que, gane o pierda Cárdenas, hoy tienen aseguradas.
Conocedor de ello, al entrevistar el miércoles a Fox, éste me dijo que si se diera esa declinación, él estaría dispuesto desde antes (¿recuerda usted ese compromiso que, decíamos el martes, comprometía a Fox a dar a conocer, unos días antes de la elección, cuál sería su gabinete de ganar la elección?) a aceptar "compensaciones" para el PRD, a otorgarle posiciones políticas en retribución por ese gesto político. Nadie, por supuesto, en el PRD rechazó públicamente desde ahora esa posibilidad, ¿porqué si existe una negativa tan terminante a un acuerdo?.
Finalmente, como dice el siempre generoso Joaquín López Dóriga, es difícil de pensar que, por historia y trayectoria, Cárdenas, suceda lo que suceda, pueda declinar a favor de Fox. Es verdad, creo en lo mismo. Pero debemos insistir en la presión que existirá de mantenerse la actual tendencia electoral sobre el candidato de la alianza por México. Y los perredistas deberían recordar de 1988, cuando, en una situación similar, Heberto Castillo tuvo que aceptar la enorme presión que se generaba sobre su candidatura por una situación exactamente igual a la de ahora, pero que en aquel entonces beneficiaba a Cárdenas, y cómo Heberto (sin duda uno de los más talentosos, serios y valientes políticos que ha dado la oposición política en México en este siglo) decidió declinar su candidatura por el PMS a favor de Cárdenas. Hoy, los amigos del PRD argumentan que había cercanía ideológica entre ambos: es verdad, pero era mucho menor de la que ahora recordamos e incluso, la renuncia no se dio en todos los niveles. Con todo, el PMS que finalmente terminó integrándose a lo que sería el PRD, pagó un costo, se quedó con menos posiciones legislativas de las que hubiera podido obtener de mantener la candidatura de Heberto, pero también es verdad que ganó una legitimidad histórica que de otra forma difícilmente hubiera logrado.
Doce años después, las cosas son distintas, también lo son los personajes, pero la historia vuelve a colocar a muchos de los actores de aquella historia en un escenario similar, donde la diferencia es que están desempeñando papeles diferentes. Tiempo al tiempo, esperemos a ver que ocurre pasado mayo.
Por lo pronto, no estaría nada mal recordar a Jorge Luis Borges, cuando aseguraba que "no nos une el amor, sino el espanto…".