El sureste es una tierra difícil para la oposición y para cualquiera que no cuente con las simpatías del gobierno en turno, sea o no priísta. En buena parte del sur del país, las relaciones políticas, los conflictos sociales, la propia miseria, terminan siendo parte de procesos de manipulación política que en la mayoría de las ocasiones avasallan el derecho de sus opositores. No siempre son gobernadores malintencionados (aunque siempre son malosos), ni en todas las ocasiones los gobiernos locales son rechazados por la gente, pero representan una forma de hacer y entender la política que una y otra vez entra en conflicto: la política se entiende como confrontación y el poder, como se decía antes, no se comparte.
Estos días han sido prolíficos de ejemplos al respecto. En Yucatán, el únic
El sureste es una tierra difícil para la oposición y para cualquiera que no cuente con las simpatías del gobierno en turno, sea o no priísta. En buena parte del sur del país, las relaciones políticas, los conflictos sociales, la propia miseria, terminan siendo parte de procesos de manipulación política que en la mayoría de las ocasiones avasallan el derecho de sus opositores. No siempre son gobernadores malintencionados (aunque siempre son malosos), ni en todas las ocasiones los gobiernos locales son rechazados por la gente, pero representan una forma de hacer y entender la política que una y otra vez entra en conflicto: la política se entiende como confrontación y el poder, como se decía antes, no se comparte.
Estos días han sido prolíficos de ejemplos al respecto. En Yucatán, el único gobernador posrevolucionario de 10 años, Víctor Cervera Pacheco, ha tenido acusaciones de todo tipo: de haber tirado gobernadores de su propio partido, de haber manipulado elecciones, con la prensa sólo tiene dos relaciones: de confrontación o de coptación, priístas disidentes han tenido que guardar una sana distancia con el estado. Es verdad que, muchos, incluso hasta alguno de sus adversarios, aceptan que tiene resultados que lo respaldan, que el estado está en paz, que hay seguridad y crecimiento económico. Pero resulta asombroso cómo, incluso hechos que hubieran sido demoledores para cualquier otro funcionario, han resbalado por la superficie de teflón de Cervera Pacheco: el más notable de ellos, la fuga de Mario Villanueva desde las oficinas privadas de su amigo, el gobernador de Yucatán, que no sólo le prestaba oficinas sino incluso automóviles y el avión privado para sus traslados. Que se sepa, Cervera Pacheco no ha prestado siquiera declaración ante el MP en el caso de Villanueva.
No recibió, tampoco, llamado alguno de atención porque durante el fin de semana pasado, cuando Vicente Fox visitó ese estado, fue hostigado por fuerzas policiales del estado, se filtró información de que podría sufrir un atentado, se trató de boicotear sus mítines. Pero a Cervera Pacheco jamás le sucede nada.
En Campeche, al mucho más civilizado Antonio González Curi, le salió el cacique y en forma no sólo poco política sino incluso irracional, atacó el fin de semana a las huestes de Layda Sansores. El hecho, además de condenable, es paradójico, porque demuestra cómo la cultura política trasciende las etiquetas partidarias: no fueron distintos los métodos que utilizó González Curi a los que durante años ha utilizado el principal cacique del estado, Carlos Sansores Pérez, padre de Layda y su principal promotor político. Con un ingrediente adicional; Layda, que estuvo a punto de irse del PRD para apoyar a Porfirio Muñoz Ledo, a última hora decidió continuar en el partido del sol azteca, con la promesa de que tendría el control de las candidaturas en su estado, pero resultó que el gobernador (interviniendo en asuntos que definitivamente no son los suyos y según la propia declaración de la controvertida senadora), apoyó a sus adversarios internos, que los tiene y muchos, porque los sectores históricos del PRD en el estado jamás han digerido que los Sansores hayan terminado controlando la oposición después de muchos años de controlar el oficialismo. Lo cierto es que, como todos sabemos, cuando chocan dos cacicazgos, la que pierde, siempre, es la ciudadanía.
En Tabasco se está presentando en estos días un conflicto fraticida. Desde hace semanas tendría que haber salido la convocatoria para elegir al candidato a gobernador priísta por el estado que gobierna Roberto Madrazo, pero la misma se ha suspendido una y otra vez por un enfrentamiento que será de muy difícil solución. Sólo el presidente Zedillo, el propio Madrazo y Francisco Labastida saben a qué compromisos se llegó después de aquella reunión que los tres mantuvieron en Los Pinos, luego de la elección interna del 7 de noviembre y que le permitió a Madrazo reasumir la gubernatura de su estado inmediatamente después. Pero lo cierto es que Madrazo se siente en condiciones y con el derecho, de impulsar en su estado una candidatura afin con su causa: recordemos que Madrazo, terminado su periodo de gobierno, lanzará su propia corriente interna y, para ello, conservar o no una base en Tabasco es prioritario.
El problema es que en Tabasco estaba ya algo más que apuntado el líder priísta en la cámara de diputados, Arturo Nuñez que, como él mismo ha dicho "anda tan destapado que le da rubor". Pero Madrazo y su gente no quieren a Nuñez e impulsan al líder del congreso local, Manuel Andrade, y muchos piensan que en realidad la confrontación entre Andrade y Nuñez busca que la candidatura recaiga finalmente en la alcaldesa de Villahermosa, Gina Trujillo. Por supuesto que la lucha, se da con innumerables golpes bajos y amenazas de rupturas por una parte y de resucitar el dedazo por la otra. Ha llegado a tal nivel el conflicto que el propio Francisco Labastida ha tenido que aceptar que mediará personalmente para evitar que se ahonde la confrontación. Y esa puede ser una jugada políticamente arriesgada.
En Chiapas se ha dado otro hecho paradójico: el candidato del PRI, Sami David, y el de la oposición unida, Pablo Salazar, están de acuerdo en un punto: los dos califican de intervencionista la labor del gobernador Roberto Albores Guillén. El priísta considera que el gobernador metió demasiado las manos en los dos procesos internos que vivió su partido en el estado, el de elección de candidato presidencial el 7 de noviembre y el de candidato a gobernador, el 6 de febrero y no precisamente para favorecer al propio Sami David. Consecuencia de ello, en la presidencial ganó Madrazo el estado y en la local, se fueron retirando, por diferencias con el gobernador, los demás contendientes, dejando casi solo a Sami. En el caso de Pablo Salazar, las diferencias con el gobernador han sido evidentes, pero, sobre todo, se quejó de la intervención del gobierno estatal para tratar de frustrar la alianza del PAN con los demás partidos de oposición en el estado.
Y en el fondo, esa permisividad, el espacio del que gozan para ejercer la política de esta forma, tiene una base muy pragmática: hay tolerancia porque son demasiados votos los que están en juego. La oposición obtiene en toda esa región menos de un tercio de los votos que registra en su promedio nacional. Y en una elección tan cerrada como la que se espera el 2 de julio, esos sufragios son demasiado importantes
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Como hemos adelantado Diego Fernández de Cevallos será senador (y seguramente líder de la fracción parlamentaria panista) en la próxima legislatura. El Jefe Diego, la figura más popular del PAN junto a Vicente Fox, ya firmó la solicitud de registro como candidato plurinominal para el Senado. Su candidatura será oficializada dentro de dos semanas. Por lo pronto, y para ver cómo se alinean las fuerzas del panismo hay que prestarle mucha atención a la presentación del libro de una militante blanquiazul, Antonieta Guadalupe Hidalgo, titulado Las mujeres en Acción Nacional, que presentará el 7 de marzo el propio Diego, acompañado de don Luis H. Alvarez y Santiago Creel.