Las campañas desde Chile
Columna JFM

Las campañas desde Chile

La toma de posesión de Ricardo Lagos en Chile, así como la mejora en la clasificación que Standard and Poors concedió a la deuda externa de largo plazo en México (lo que en otras palabras implica que existe mayor respaldo para los inversionistas extranjeros en nuestro país) son acontecimientos que, en cualquier condición, se tienen que considerar como favorables al gobierno federal y al priísmo. Con Chile y particularmente con el socialismo chileno, existe una relación histórica de los gobiernos priístas, con la mejor clasificación de Standard and Poors se confirma que los números económicos están siendo bien apreciados por los mercados internacionales y que, efectivamente y como se asegura desde el poder ejecutivo, es probable que se pueda llegar a un final de sexenio sin crisis económica.

La toma de posesión de Ricardo Lagos en Chile, así como la mejora en la clasificación que Standard and Poors concedió a la deuda externa de largo plazo en México (lo que en otras palabras implica que existe mayor respaldo para los inversionistas extranjeros en nuestro país) son acontecimientos que, en cualquier condición, se tienen que considerar como favorables al gobierno federal y al priísmo. Con Chile y particularmente con el socialismo chileno, existe una relación histórica de los gobiernos priístas, con la mejor clasificación de Standard and Poors se confirma que los números económicos están siendo bien apreciados por los mercados internacionales y que, efectivamente y como se asegura desde el poder ejecutivo, es probable que se pueda llegar a un final de sexenio sin crisis económica.
Pero, paradójicamente y como consecuencia de los nuevos tiempos políticos, ambos acontecimientos implicaron un reposicionamiento de la candidatura de Vicente Fox en espacios que deberían ser naturales para el priísmo y para Francisco Labastida. El caso de Chile y de la toma de posesión de Ricardo lagos es el más notable.
Lagos es el sucesor directo de Salvador Allende y asume el poder 30 años después de aquel. El gobierno mexicano llenó durante los días del golpe militar contra Allende varias de sus mejores páginas de política internacional, salvó la vida de cientos de personas, comenzando por el de la viuda de Allende, la señora Hortensia Bussi, que vivió, al igual que muchos de los principales hombres del partido socialista y de otras fuerzas antipinochetistas, largos años en México. Ricardo Lagos, a su vez, mantiene añejas relaciones con hombres del poder en nuestro país (no hace muchos meses, Eduardo Bours, actual responsable de las finanzas de Labastida, en una de sus últimas actividades como presidente de Consejo Coordinador Empresarial, invitó a Lagos a una serie de conferencias con los principales empresarios nacionales que se entendió como una pasarela de Lagos en México, recordando las fuertes relaciones económicas que han surgido en los últimos años entre los dos países).
En ese ambiente, la presencia de Labastida tendría que haber sido en Chile hegemónica entre los participantes mexicanos. Pero se cometieron muchos errores. Primero, recibida la invitación de Lagos, se informó que Labastida no podría ir a la toma de posesión por sus compromisos de campaña. Posteriormente se comprendió que se estaba cometiendo un error y se aceptó la invitación, pero para entonces tenían invitación ya confirmada, Vicente Fox (vía la Democracia Cristiana, aliada de Lagos en la coalición oficialista), Porfirio Muñoz Ledo (un viejo amigo del nuevo presidente), Gilberto Rincón Gallardo, la presidenta nacional del PRD, Amalia García (por alguna extraña razón Cuauhtémoc Cárdenas no fue a Santiago de Chile) y su homólogo del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, entre otros políticos mexicanos. Labastida fue, sin duda, bien recibido en la capital sudamericana, y tuvo una muy cordial cena con la familia Allende y también se encontró con Lagos. Pero resultó que Fox logró que Lagos lo recibiera no antes de tomar el poder (como ocurrió con el candidato priísta, por los problemas de agenda que se generaron por la previa cancelación que se había hecho de la visita), sino ya como presidente en funciones, mientras que Muñoz Ledo logró ser el único en tener una recepción oficial: fue recibido por el secretario de relaciones exteriores. En otras palabras, el mensaje diplomático del nuevo gobierno chileno es que en la relación entre Fox y Labastida no hará distingos.
Con un agravante en términos políticos: cuando se le preguntó a Francisco Labastida su opinión sobre el caso Pinochet, el candidato priísta contestó en forma irreprochable, utilizando la tesis juarista de la no intervención en asuntos de toros países. Pero el problema es que Labastida fue a Chile como candidato de un partido, no como representante de un Estado, no como presidente, y como dirigente partidario sí hubiera podido (y debido) sentar posición porque su partido sí la tiene sobre el particular. Así lo hizo Fox, a pesar de que el PAN tuvo relaciones por lo menos difíciles en aquellos años con Salvador Allende y lo que éste representaba.
Lo cierto es que Labastida y Fox reiteraron en la nación andina, su estrategia local: el priísta precavido, no exponiéndose, sin asumir riesgos pero pagando con ello costos de oportunidad, y Fox yendo a todas, con el peligro de equivocarse o contradecirse pero buscando oportunidades y, en este caso haciéndole un nuevo guiño a los votantes independientes que desconfían de las posiciones tradicionales del panismo.
En el tema económico, el comunicado de Standard and Poors sin duda refuerza la estrategia económica del gobierno y confirma que ésta marcha en forma adecuada. Sin embargo, al referirse a los aspectos políticos, la consultora internacional utiliza un razonamiento que diluya la posible utilización electoral de la nueva clasificación de la economía mexicana. Dice que una de las bases de sustentación de la transformación de la deuda externa mexicana de "BB" en "BB+", marcando a la economía con "perspectivas positivas", es que considera que gane Francisco Labastida o Vicente Fox la elección del 2 de julio, no se esperan cambios en la política económica.
Sin duda, el razonamiento es favorable para las autoridades económicas y para la administración Zedillo, pero implica, también, primero, que Fox ha logrado enviar un mensaje claro a los mercados internacionales de que de llegar a la presidencia no alterará la marcha política y que en esos mercados se le cree. Y segundo que, como reconoce Standard and Poors, cualquiera de los dos, Labastida o Fox, puede ganar la elección del 2 de julio. Y no se trata de una consideración menor.
Evidentemente, la campaña de Fox ha crecido en las últimas semanas. El crecimiento es real. Lo es por sus aciertos y por haber logrado asociar la expectativa de cambio a su figura, pero también porque en la campaña de Labastida se han cometido errores y se está siendo demasiado conservador y precavidos con los mensajes y los gestos políticos. El manejo de las expectativas que realiza el equipo de Labastida no llega, aún, al corazón de su propio electorado, mientras que Fox sí está penetrando en el suyo. Por ejemplo, este fin de semana, Labastida insistió en un spot de televisión sobre la enseñanza de inglés y computación en las escuelas. Y en verdad, nadie puede oponerse a ese objetivo, sería absurdo: incluso, las cuentas que se han sacado respecto a los costos que ello implicaría no son realmente significativas en términos de un presupuesto nacional. Y con esa reiteración, Labastida trata de demostrar que es un hombre comprometido con sus ideas y propuestas, que no las cambia de acuerdo al auditorio.
El problema es si ése es uno de los puntos centrales de la agenda de campaña, si es una demanda que está en la cima de las expectativas que todo candidato debe generar entre su electorado. En el equipo de Labastida están convencidos de que es así y que eso lo confirman sus encuestas. No todos lo perciben así. En todo caso, el punto es saber si esa propuesta, o cualquier otra, está llegando al corazón de los electores y si se están aprovechando con certeza las oportunidades que surgen a lo largo de la campaña. Esa es la pregunta que no termina, en su caso, de tener respuesta.

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