Por más esfuerzos que hagan sus dirigentes y candidatos, caben pocas dudas de que las seis fuerzas políticas que aspiran a la Presidencia de la República, los tres principales mantienen una presencia nacional que dista mucho de la otras. Sin duda, el PARM de Porfirio Muñoz Ledo; el PCD, de Manuel Camacho, y el PDS de Gilberto Rincón Gallardo, están aún muy atrás en la etapa de formación de sus estructuras nacionales e incluso de una personalidad propia que trascienda a la de sus principales dirigentes que terminan siendo, salvo en el caso del PARM y Porfirio, sus propios candidatos.
Por más esfuerzos que hagan sus dirigentes y candidatos, caben pocas dudas de que las seis fuerzas políticas que aspiran a la Presidencia de la República, los tres principales mantienen una presencia nacional que dista mucho de la otras. Sin duda, el PARM de Porfirio Muñoz Ledo; el PCD, de Manuel Camacho, y el PDS de Gilberto Rincón Gallardo, están aún muy atrás en la etapa de formación de sus estructuras nacionales e incluso de una personalidad propia que trascienda a la de sus principales dirigentes que terminan siendo, salvo en el caso del PARM y Porfirio, sus propios candidatos.
Al contrario de otros observadores de la política nacional, no creo que se dañino por sí misma, la existencia de nuevos partidos, de fuerzas políticas pequeñas que están buscando un lugar bajo el sol. algunos de ellos, que en general se aliaron al PRD en la búsqueda de conservar su registro, son realmente desconcertantes, como Sociedad Nacionalista, pero otros, podrían tener posibilidades y espacios mucho más interesantes, si nuestra legislación permitiera participar en los procesos nacionales a partidos locales o regionales. En los hechos, fuera del PRI, PAN: y PRD, con registro o sin él, no hay más partidos nacionales: La legislación actual obliga a esas fuerzas emergentes que en general, tienen presencia localizada en sólo algunos puntos de la república, a competir como plataformas nacionales cuándo, sencillamente, no lo son. En nuestro caso, el peso y la influencia de una Convergencia i Unió de Cataluña, o de un Partido Nacionalista Vasco, para citar dos casos españoles, no es posible, y con ello se condena en la mayoría de los casos antes de nacer, a estas fuerzas.
Lo cierto es que la polarización de la lucha política y los costos que conlleva el tratar de conservar el registro, a conducido a la mayoría de esos grupos a simplemente aliarze con alguna de las fuerzas principales a cambio de que se les garantice un porcentaje electoral (con lo cuál pierde todo sentido la promoción de nuevos partidos). Los citados tres, buscaron apostar a otra cosa, a garantizar un porcentaje de votos suficiente, por una parte, para garantizar el registro, pero por la otra para mantenerse independientes y convertierse así (en un contexto donde será por lo menos difícil que alguna de las tres principales fuerzas políticas obtenga la mayoría absoluta), en una suerte de partidos bisagras, en factores necesarios para el ganador, cualquiera que éste sea, para garantizar una mayoría legislativa y la gobernabilidad (precisamente en el mismo papel que con menos esfuerzos y mayor sentido político pueden jugar en otras geografías los partidos regionales).
El problema es que en este contexto ellos se ha tornado casi imposible para los tres partidos pequeños. Los ayuda, la ausencia de discursos atractivos de los principales candidatos, los condena la enorme distancia que existe entre los grandes y los pequeños. Pero eso, en la medida en que avanzan la campaña electoral, los partidos pequeños, "la chiquillada" la llamaría Diego Fernández de Cevallos, ha comenzado a verse obligada a adoptar medidas extrañas, para tratar de colocarse en la pelea real. Tan extrañas que en algunos casos podrían. implicar una suerte de suicidio.
El caso más notable de la semana pasada, fue la declinación del c canidado a jefe de gobierno del DF por el camachista PCDE, Marcelo Ebrard, en favor de Andrés Manuel López Obrador. Marcelo, tenía un mérito indudable: de los seis que estaban en competencia en el DF, sin duda es el que mejor conoce la ciudad y su verdadera problemática y tenía propuestas concretas para muchos de sus desafíos. Pero Marcelo estaba demasido abajo en las encuestas y su partido, sin más figuras de primer nivel que el propio Manuel Camacho que aspira a la presidencia, y del propio Ebrard que era candidato al DF, no tenía otras opciones que presentar en el ámbito legislativo. Suponiendo que lograrán el registro ninguno de sus dos principales dirigentes tendría un lugar en el congreso.
Ello más una serie de acuerdos políticos, de posiciones presentes y sobre todo futuras, en caso de que Andrés Manuel gane el gobierno capitalino, estuvieron detrás de la decisión de Ebrard, que resignó su candidatura a favor del dirigente tabasqueño, pero que, para tratar de salvar el regristro de su propio partido, se inscribirá ahora como cabeza en la lista de candidatos plurinominales del PCD para senador.
Es una jugada muy arriesgada: ¿Cómo va a entender la gente que en el DF deberá votar por López Obrador para jefe de gobierno mientras que tendrá que diferenciar su voto para optar por Ebrard en la lista del senado. Si no hay acuerdos subterráneos entre el PRD y el PCD, éste corre el peligro real de haber contribuido a la campaña de López Obrador, pero sin haber recogido nada a cambio. Por supuesto qué, para Andrés Manuel, es una buena noticia: es un competidos menos y un aliado más, un competidor que, además, tiene un espacio y una estructura propia en el DF que no le alcanzaba para ganar pero que sí cuenta, y además, literalmente, no arriesgo nada con la alianza, ni siquiera posiciones legislativas. Por lo contrario, el PCD esta realizando una apuesta tan alta que pone el peligro su propio registro. La pregunta es inevitable: ¿A cambio de qué?
Otro que esta realizando una jugada arriesgadisíma es el Partido de la Democracia Social de Gilberto Rincón Gallardo, Nadie puede dudar de la inteligencia y el buen tono de Gilberto, pero también es indudable que su figura no es la más atractiva para un electorado que no lo conoce y que le exige al PDS una presencia mucho mayor para conservar el registro y comenzar a transformarse en lo que el propio PDS postula: Convertirse en una opción política de la izquierda social demócrata en el mediano plazo. Por alguna extraña razón el PDS dejó ir una candidatura que hubiera resultado tan atractiva para muchos sectores urbanos, cómo la de Patricia Mercado y comenzó así, a perder presencia. Luego, dejó ir, también, la posibilidad casi natural de una alianza en torno a Porfirio Muñoz Ledo, que, con todos sus aciertos y errores, es sin duda un político con presencia nacional y que esta manejando un discurso ideológico, en muchos sentidos, idéntico al del PDS. Pero este partido decidió que no, que irían solos y con la candidatura de Gilberto.
Pero ahora, han dado un paso más arriesgado aún. Se registró el viernes como candidato a senador por el DF por el PDS, alguien cuya relación con las corrientes social demócratas era francamente desconocida: el ex banquero, ex propietario de Banamex, ex presidente del consejo coordinador empresarial en aquellos días tormentosos del crack financiero de 1987, un empresario con tantos recursos como presencia, pero también muy controvertido, Agustín Legorreta.
La información que han proporcionado el propio candidato y el PDS sobre este fichaje, deja muchos puntos oscuros. Evidentemente, hay que otorgarle a Legorreta (cuyo hermano y socio, Eduardo, estuvo detenido más de dos años durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, acusado de un fraude bursátil durante la crisis del 87) el beneficio de la duda respecto a un cambio ideológico de fondo. Pero ello es difícil de explicar: Legorreta fue muy conservador propietario y director de Banamex, antes de la expropiación bancaria del 82. En el 87, se equivocó, ya como presidente del Consejo Coordinador Empresaria, de candidato en el PRI y no apoyó a Salinas y éste se lo cobró. Pese a la detención de Eduardo, trató infructuosamente, de recuperar su banco y luego de comprar Confía durante la reprivatización del 90: fracasó en ambos intentos y se convirtió en un crítico acre del salinismo, pero desde posiciones conservadoras.
Reaparece ahora como candidato de un partido que s e reconoce como de izquierda moderada, pero con fuertes inclinaciones sociales. ¿Le conviene al PDS contar en el DF con un candidato a senador, que puede ser, sin duda, un hombre muy respetable, pero que representa cosas tan distintas de las que postula ese propio partido? ¿Es el momento adecuado para que una fuerza emergente de izquierda lance como candidato, a uno de los hombres más representativos del capital financiero? Siguiendo con los ejemplos españoles, tan cercanos a los dirigentes del PDS, es como si el PSO lanzara de candidato al ex banquero Mario Conde o algún destacado propietario de BBV o del Santander.
Insistimos: no dudamos de la verticalidad y los buenos propósitos de Legorreta y del PDS, pero el costo pude ser muy alto porque cómo se le explicará a la gente que no se aceptó la candidatura de Patricia Mercado o de Muñoz Ledo, para no distorsionar el proyecto estratégico del naciente partido y se termina realizando una alianza con Legorreta. Para muchos que ven los toros desde la barrera (la enorme mayoría de los electores) será difícil convercerlos de que no se trata de un acuerdo más económico que el político y allí puede terminar de jugarse la suerte del PDS.
Mucños Ledo y el PARM se mantienen en sus trece. Porfirio, un político muy pragmático, ya ha adelantado que no declinará su candidatura, pero aún hay que ver qué sucede. Muñoz Ledo y Fox ha tenido varios acercamientos, y éstos son mucho más antiguos entre el propio Porfirio y el candidato del PAN a la capital, Santiago Creel. En estos días, en uno y otro sentido, Muñoz Ledo tendrá, también, que tomar algunas decisiones.