Las versiones sobre la visita de Vicente Fox a Washington han sido tan contradictorias como interesadas. Desde la magnificación que de ella han realizado algunos cercanos colaboradores del candidato de la Alianza para el Cambio, que llegaron incluso a hablar de la posibilidad de un encuentro de Fox con William Clinton (que evidentemente no se podría realizar), hasta la minimización que de ella han hecho sus adversarios, que destacaron que Fox fue recibido por un funcionario menor en el departamento de Estado, por un ayudante del director del Consejo de Seguridad Nacional y que en el encuentro con legisladores sólo hubo staffers, asesores de éstos.
Las versiones sobre la visita de Vicente Fox a Washington han sido tan contradictorias como interesadas. Desde la magnificación que de ella han realizado algunos cercanos colaboradores del candidato de la Alianza para el Cambio, que llegaron incluso a hablar de la posibilidad de un encuentro de Fox con William Clinton (que evidentemente no se podría realizar), hasta la minimización que de ella han hecho sus adversarios, que destacaron que Fox fue recibido por un funcionario menor en el departamento de Estado, por un ayudante del director del Consejo de Seguridad Nacional y que en el encuentro con legisladores sólo hubo staffers, asesores de éstos.
No se puede negar, por el contrario, la importancia que debe haber tenido para Fox, el encuentro con Barry McCaffrey, el zar antidrogas estadunidense, no sólo por el peso que en estos temas y otros relacionados con la seguridad nacional estadunidense tiene el ex jefe de las fuerzas terrestres de su país en la operación Tormenta en el Desierto, sino también porque Fox ha puesto, no siempre con pleno acierto, mucho el acento en el tema del narcotráfico en las últimas semanas. Confrontar esas ideas con McCaffrey, sin duda debe haber sido muy provechoso para el candidato panista.
La visita debe considerársela en su justo término: sin duda, Fox es bien visto en sectores importantes del establismenth estadunidense, tanto en el sector político como privado. Pero también es verdad que la Casa Blanca está lejos de correr aventuras que se alejen del status quo: el gobierno estadunidense como tal no apoyará al PRI, pero tampoco a ninguno de los candidatos de la oposición. En todo caso, para ellos lo importante es saber quién garantizará la estabilidad de su frontera sur, un país con el que tienen firmado un tratado de libre comercio, con intercambios superiores a los cien mil millones de dólares anuales, y recordemos que en Estados Unidos viven varios millones de mexicanos (sólo la cifra que estimó el IFE de electores potenciales que viven en ese país es de 10.3 millones). Entonces, si hay estabilidad habrá apoyo, para quien sea que gane las elecciones. Y en este sentido, podrá gustar o no allende la frontera el estilo Fox, pero no se lo percibe como un peligro para la estabilidad del país.
Sin embargo, hubo controversia con Fox en dos puntos que atañen mucho más a la agenda nacional que a la bilateral con Estados Unidos, Uno, fue la presunta declaración respecto a la declinación de Manuel Camacho y Porfirio Muñoz Ledo en su favor y que éstos desmintieron en México. No descarto que haya habido, como argumenta Fox, una tergiversación de sus declaraciones, pero también se debe reconocer que el guanajuatense cuando habla de estos temas, incluso cuando se refiere a su relación con Cuauhtémoc Cárdenas, utiliza un lenguaje medio críptico, tan poco explícito como poco claro, que permite la confusión, sea esta voluntaria o no. Por lo pronto, siguiendo con esa línea, Camacho y Porfirio desmintieron terminantemente que fueran a declinar pero aceptaron que la próxima semana se reunirán con Fox para buscar acuerdos comunes.
Pero más delicado que estos dimes y diretes de la oposición está la declaración de Fox sobre el Ejército. Fox ha tenido muchos vaivenes en sus opiniones sobre las fuerzas armadas. No hace mucho, tuve oportunidad de entrevistarlo sobre temas de seguridad y Vicente sorprendió al auditorio al asegurar que cuando fuera candidato (todavía no lo era oficialmente) no aceptaría ningún tipo de custodia del Estado Mayor Presidencial porque sería "como poner la iglesia en manos de Lutero", incluso dijo que de llegar a la presidencia podría disolverlo. Posteriormente, analizando con mayor profundidad el tema, Fox matizó sustancialmente estas opiniones.
Hasta hace unos meses, había sido muy duro y no había tenido contacto con sectores militares de primer nivel. Pero hacia septiembre u octubre del año pasado, Fox sí mantuvo encuentros importantes con distintos grupos de militares de alto nivel.
Con todo, dudo mucho que quienes hayan sido sus interlocutores se hayan comprometido, como habría dicho Fox en Washington, a retirar el ejército de Chiapas si había negociaciones de paz serias con los zapatistas, por lo menos no en el sentido en que fue entendida esa declaración. No porque esos militares sean o no foxistas, sino porque en Chiapas hubo (y eso los sectores militares importantes no lo pueden olvidar) una declaración de guerra contra el ejército mexicano que no se ha retirado, ataques armados contra sus cuarteles y el ejército ha sufrido un número importante de bajas. Tampoco recuerdan con alegría que como consecuencia de la aplicación unilateral de los acuerdos de San Cristóbal, durante casi todo 1994 , se les ordenó retirarse de la zona de conflicto y dejar abierto y sin control un buen tramo de la frontera sur con Guatemala.
Quizás hay en esto un error de interpretación, por el poco contacto con los principales hombres de las fuerzas armadas. Estos, sin duda, que desearían disminuir su presencia en Chiapas, de la misma forma que no disfrutan, precisamente, ocupándose de la lucha contra el narcotráfico, pero tampoco pueden abandonar una u otra labor, sin que ello implique abandonar sus obligaciones no sólo políticas, sino también constitucionales. Y las fuerzas armadas son mucho más institucionales de lo que algunos políticos con posibilidades reales de ganar las elecciones pero sin un profundo conocimiento y contacto con las mismas, como Vicente Fox, creen. La diferencia, por ejemplo, de Cuauhtémoc Cárdenas (que las conoce profundamente desde su nacimiento) en estos temas es notable.
Si el principal y quizás único punto central de interés de Estados Unidos respecto a México es su estabilidad, estos son aspectos torales: nada podría alterar más esa estabilidad que quien fuera el presidente de la república no comprendiera profundamente el papel que juegan el Ejército y las fuerzas armadas en el sistema político nacional.
Y en esto, como en el tema del narcotráfico, no se puede caer en trivializaciones o vanalidades. Son los principales temas de nuestra seguridad nacional. Y puede ser que en términos publicitarios muchos discursos sean atractivos para la prensa o ciertos sectores de opinión en México o Estados Unidos, pero donde realmente se toman decisiones en ese país, se exige mucha seriedad para abordar estos capítulos.
Insistimos: es muy claro que Vicente Fox es percibido al norte de la frontera como un candidato viable y con posibilidades reales. Incluso que en determinados sectores políticos y empresariales tiene apoyo real. Pero precisamente por ello, no se debería entrar en controversias que lo único que harán será dañar sus propias posibilidades en esos sectores. Y los temas del ejército y del narcotráfico están siendo tratados con frases muy fuertes pero muy superficiales en la campaña de Fox. Con este, su actual discurso sobre estos temas, es más lo que arriesga que lo que gana.
Archivos recuperados
Por cierto, ayer inició su visita a México el general Henry Shelton, jefe del estado mayor conjunto de los Estados Unidos y, en términos operativos, el principal mando militar de ese país. Es un hombre, además, muy cercano al general Enrique Cervantes, desde que éste fue agregado militar en Washington, hace más de una década. Shelton será, sin duda, la principal de las fuentes que tendrán en la Casa Blanca y los círculos de poder estadunidenses, sobre lo que piensan los militares mexicanos.